La historia cambiaba

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En ese momento, el Maestro de las Profundidades recibió la carta. Ya no había nada que podían hacer con un corazón así de arrepentido. Ya no había arma que pudiesen usar. El amor y la gracia habían ganado. El Padre había declarado victoria sobre la vida de su Hijo.

En las profundidades se escuchó un sonido. Miles de años atrás se había escuchado algo igual. Miles de años atrás sobre una cruz se escuchó una melodía única y especial. Una melodía que causaba terror y espanto en los Servidores de las Tinieblas.

Una melodía que solo se escuchaba cuando un Hijo volvía a casa. El mismo sonido que se escuchó cuando al tercer día el Padre exclamó "victoria". La tierra removida. El sepulcro vacío. Ángeles cantaban una melodía de gozo y armonía sin igual.

La misma melodía se escuchaba ahora en cada rincón de las profundidades. El son de la canción era casi insoportable para los que vivían en las tinieblas. Se espantaban con solo escucharla sonar.

Victoria. Victoria en el corazón del Hijo. Victoria sobre la oscuridad. El Hijo Había decidido volver. Había decidido no creer mas las mentiras que le ataban y alcanzar la libertad a la cual había sido llamado. Ir a casa. Nada lo detendría. Nada le impediría correr de regreso. Cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia. No había vergüenza, ni dolor, ni pecado que no le dejaran correr hacia los brazos de su Padre.

Las dudas en su corazón no se habían ido, seguían estando, pero ya no tenían fuerzas. Habían sido derrotadas. La vergüenza había sido derrotada. El dolor había sido sanado. La tristeza había sido curada. Porque incluso en momentos como esos aún había esperanza para el Hijo. Incluso en momentos de dolor y tristeza había gozo. Ya nada importaba. Nada de lo que había vivido ahora lo ataba. Ahora era libre. Había encontrado libertad en el lugar que menos había imaginado. Libertad.

La historia cambiaba. El Hijo volvía a casa...

El Hijo continuó trabajando unos días más en el campo de este señor. Dentro suyo pensaba, una y otra vez, en la casa de su Padre. ¿Por qué no vuelvo? ¿Por qué me cuesta tanto? ¿Qué me impide volver? En ese instante, una carta le llegó ...

Cartas de un pródigo                               Donde viven las historias. Descúbrelo ahora