𝐎𝟒. gilded book

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𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗗𝗢𝗥𝗔𝗗𝗢

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𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗗𝗢𝗥𝗔𝗗𝗢

Mirarla tan vulnerable es parecido a la tortura, que este con aparatos que le ayuden a mantenerla con vida es costoso. Rama jamás pensó que estaría en un hospital viendo al amor de su vida totalmente inconsciente.

Tragó el nudo que empezaba a formarse en su garganta y respiró hondo seguido de otro. Sacudió la cabeza frotándose la cara con las manos, tratando de ignorar la se sensación de opresión en su pecho.

Hace unas horas tenía ese dolor en el pecho luego de no ver a la castaña y mucho menos a su amigo.

Cuando ella despertó, tenía un inmenso dolor en la cabeza. Un fuerte aroma a alcohol habitaba en un algodón bajo su nariz. En cuanto se enderezó, una mano la frenó por el vientre, apenas apoyada en sus antebrazos.

— Mar, ey —escuchó la voz del rubio y notó que estaba entre sus brazos.

La estaba protegiendo. No sabía cómo explicar la sensación tan pacífica que eso le daba. Se sentía a salvo.

— ¿Qué pasó? —pregunto aturdida, tocó su cabeza con incomodidad—. ¿Dónde estoy?

— Mírame, podés tener una contusión —la analiza fijamente.

— Estoy bien —pasó su mano por su rostro mientras lo ve fijamente. Él la revisaba y sujetaba el mismo tiempo. Como si fuera tan fácil.

— Tuviste un accidente. Te encontró Simón. ¿Te acordás?

El auto. El gritó. El choque. La sangre. Todo las imágenes aparecieron de golpe en la mente de la castaña. Se sintió aturdida.

— Sí, sí —asintió, el rubio apretó su mano para consolarla—. Fue el bobo de Thiago. Estaba...estaba borracho y manejó así

— Dijeron que te diste un golpe fuerte. Una...una... —murmuró, tratando de encontrar las palabras—, una contusión cerebral. Tenías mucha sangre cuando llegaste. Fue horrible

— ¿Y Thiago? ¿Simón?

— Thiago está ahí. Lo están intentando levantar. Está re alcoholizado. Y Simón se desmayó por un fuerte dolor de pecho que tenía

Ella se preocupó de inmediato. Simón había salvado su vida y se sentía un poco culpable, ya que, el también estaba mal.

— Salieron todos, menos yo —sonrió—. No te podía dejar sola y tampoco iba a seguir sus órdenes

Una enferma entró y le entregó el teléfono a la chica para después retirarse amablemente. Supuso quien era. Nicolás.

— Hola, Mar. ¿Cómo están? ¿Qué fue lo qué paso?

— Estoy bien Nico —murmuró—. Sólo me duele un poco la cabeza pero estoy bien. No me pasó nada

— ¿Pero, qué fue lo qué pasó? —interrogó—. Contáme que pasó, por favor

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒, ᥴᥲsι ᥲ́ᥒgᥱᥣᥱs²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora