Prologo

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"No debería estar aquí". Con el pensamiento en mente, William se apoyó contra el borde de la barandilla que rodeaba el espacio privado en el que se encontraba, su mano agitó distraídamente el contenido del vaso que sostenía y su vista se perdió en la multitud. Aunque su posición, le permitía una perfecta oportunidad para examinar los cuerpos que llenaban la pista de baile y algunas de las mesas dispersas en la planta baja, su mente estaba en otro lugar. Admitía que por primera vez no encontraba mucha satisfacción en el alcohol, o música, ni en admirar las mujeres hermosas conseguían afectarlo, aunque quizás era erróneo decir que aquella era la primera ocasión en que todo le resultaba indiferente. Lo cierto era que hacía tiempo que sus "juegos" no conseguían distraerlo completamente. Ni siquiera el saber que la noche podría terminar con algunos golpes lo hacía sentir motivado. Y eso siempre lo animaba.

―¿Seguro que no quieres algo más de tomar? ―Él negó sin mirar a su acompañante, sin explicar que no deseaba que el alcohol sumado a su temperamento lo metieran en problemas―. Estás inusualmente callado. ¿Stefan volvió a regañarte? ―presionó Walker no dándose por vencido, golpeando ligeramente su hombro con él.

Gesto que finalmente lo hizo volverse y mirarlo.

―¿Por qué piensas eso? ―inquirió con una sonrisa burlona. Conocía a su mejor amigo y sabía que aquel comentario estaba destinado a provocarlo, así que no lo tomó a mal.

―Te conozco. Insististe tanto para que te acompañara, pero solo has probado el vaso, eso no es muy propio de ti. 

―Tal vez solo no estoy de humor.

―Mmm. ¿Sabes? No pasa nada si lo admites. Puedo decirte que no eres el único que le tiene miedo a Stefan.

―¿Qué te hace suponer que le tengo miedo? ―Era cierto que esa última semana su hermano había hecho lo impensable al presentarse en uno de los sitios donde buscaba un poco de diversión y como si fuera un adolescente, lo sacó de ahí y lo hizo prometer que no actuaria por impulso.

No se trataba de mujeres o vino, su hermano sabía que no era tan estúpido como para perderse en ninguno de ellos. Además de su padre quien nunca lo reprimía, la única que podía influenciarle era su madre y ella odiaba que se metiera en líos, especialmente de faldas. Por eso siempre era cuidadoso cuando se enredaba con alguna mujer.

Pero se trataba más de otra cosa.

Su talón de Aquiles.

Algo que solo Stefan sabía y que a veces lamentaba haberle contado.

―Él ha sido un poco insistente estos días. Y tú has estado raro estos días y como dije, hoy no has bebido nada. ―Aquello realmente parecía un reproche, algo que no soportaba de nadie que no fuera su familia, pero esa noche había mucho ocupando su mente, así que lo dejó pasar.

―Te recuerdo que fuiste tú quien le dijo dónde estaba aquella noche. Así que debería tomarla contigo.

―¡Oye! No seas así. ―Walker lo miró nervioso, elevando los brazos―. Solo lo hice porque Ferrer estaba ahí también y ustedes ya habían tenido una discusión.

―Acabas de decirlo, fue solo una discusión. Hemos tenido muchas. Eso no debería sorprenderte.

Su amigo negó y se acercó más.

―No como esa ―dijo en voz baja, dirigiéndole una mirada significativa. Claro, su mejor amigo también conocía sobre ella―. Tú tienes un problema especial con ese Ferrer.

Walker no se equivocaba, justamente ese tipo era el problema. Él y ella. No había esperado que Cherry lo buscara y que pareciera tan desesperada. ¿Realmente era tan estúpido para caer en sus juegos? Porque estaba casi seguro de que eso era lo que buscaba.

«No le perdonare más. Voy a divorciarme. Te necesito, William».

Dulces palabras. Con los mismos labios que muchas veces probo, con esos ojos de serpiente...

¡¿Qué demonios?! Él no era tan ingenuo para creer que de la noche a la mañana el amor que tuvieron años atrás había renacido por arte de magia en Cherry. Claro, eso si es que en algún momento verdaderamente sintió algo por él. Mientras más lo pensaba, más se convencía de que no era así.

Porque si hubiera sido real el amor que juraba, ella nunca se habría casado por principio de cuentas con el imbécil de Jonathan Ferrer, pero lo hizo y sin importar lo que dijera o hiciera, seguía siendo su esposa.

En su corta conversación, insistió en que lo dejaría y también en que solo podía confiar en él. Si eso llegaba a suceder, no es como si esperara que corriera a sus brazos, no era así de inocente, y no hacían falta los sermones de Stefan para entender que lo que probablemente ella pretendía era usarlo como una carta de venganza.

Cherry parecía haberse olvidado como era él. Se mostraba confiada, apostando a lo seguro, como si no dudara en que él la aceptaría y con ello, el desastre que eso crearía entre ambas familias. Ella había dicho que lo necesitaba y que lo estaría esperando. Un encuentro en un hotel solo para hablar, si claro. Presentarse lo dejaría como el tercero en discordia.

Podía hacerlo, quería hacerlo solo para deleite propio e impulso, pero... Stefan no lo dejaría ir tan fácilmente si se enteraba. Y aquello no solo afectaba a Jonathan, sino a su propia familia.

Su mirada viajó sobre la pista de baile. Era un local bastante elegante, como las vestimentas de los asistentes, pero en ese instante sus ojos se centraron en una persona. Hacia rato que había notado a la acompañante de Daniel Ferrer, su grupito llegó no hacía mucho tiempo y comenzaba a dudar si realmente era una casualidad que ambos coincidieran. Aunque el menor de los Ferrer era un poco cobarde, esa noche parecía bastante animado al superarlos en número.

―Hoy también podría haber problemas.

―No tenía idea de que estarían aquí. ―Señaló a su amigo.

Resopló. Aquello ni siquiera el mismo Walker se lo creía, pero no lo corrigió.

Su atención siguió sobre la rubia que parecía demasiado incomoda. Su rostro le sonaba ligeramente familiar, estaba seguro de que Daniel y ella llegaron juntos, pero él rápidamente encontró otras compañías, a las que no dejaba de tocar, y terminó dejando de lado a la chica. Definitivamente, el no poder estar con una mujer era un mal de familia.

Dio un sorbo a su bebida, justamente cuando ella miró en su dirección, fue en ese instante en que la reconoció. La había visto en un único evento y luego unos días antes topado con ella en el aparcamiento de la empresa.

Aja.

Era la chica que le robó el lugar y tuvo el descaró de sonreír en sus narices, para luego huir. Porque prácticamente había corrido dentro del edificio.

Era la amiga de Heize.

Eso podía explicar porque estaba con Daniel, pero no porque parecía tan miserable. Un par de movimientos al otro lado del lugar lo hicieron apartar la mirada, ella lo hizo casi al instante en que sus ojos se encontraron, pero él sentía cierta curiosidad.

―¡Mierda! ―Walker maldijo y señaló hacia donde Adán se encontraba, el problema no era que estuviera ahí, sino que se dirigía directo a la mesa de Daniel.

―Te dije que habría problema.

―Tenemos que detenerlo.

Estudió a los acompañantes de Daniel, evidentemente estaban bebidos.

―Demasiado tarde... ―su voz fue opacada por los gritos y estruendos que rápidamente se elevaron por encima de la música, que demoró unos minutos en apagarse.

Walker corrió dejándolo de lado, aunque eso era bueno, no estaba de humor para lidiar con borrachos y su atención estaba puesta sobre cierta chica. Ella parecía un pequeño e indefenso cachorro. Él tenia debilidad por las gatas, pero...

―Creo que probaremos salvando al cachorro ―murmuró para sí mismo bajando rápidamente.




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