「𝐏𝐚𝐫𝐭𝐲 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」

11

–Hola –dijo Gilbert acercándose.

–Hola –respondió Anne– ¿Que tal?

El chico tomó aire y luego de eso empezó a hablar.

–¿Podemos hablar?

Anne supuso que era algo muy serio, frunció el ceño y caminó erguida a su lado llevándose las miradas de casi todos en aquel comedor al aire libre. Jerry le susurró algo a Diana, pero esta no lo entendió. Finalmente, Gilbert la llevó a los mismos casilleros de siempre y trató de que su mente pudiese funcionar de manera correcta para lanzarle las palabras adecuadas.

–Anne, creo que...

Ella esperó que lo dijese.

El muchacho estaba tan sudoroso que ni así podía culpar a la proximidad del verano. Lo que quería decirle era que desde esa noche no había dejado de pensar en ella, en su cabello. Sintió que tenían algo, una conexión, una necesidad de estar a su lado, solo que no podía decirlo tan pronto debido a que sería algo completamente raro ¿que diría Anne? ¿Que era un sicópata? ¿Un acosador? Era lo más probable. Entonces supuso que debía alejarse de ella de la manera romántica, sacársela de su mente porque, al parecer, nada podría cambiar la idea de que estaba enamorada de Charlie Sloane... ¡Pero es que esos ojos! No hacían más que cautivarlo, volverlo loco.

Por favor, es que ni a las princesas de Disney les gustaba alguien tan rápido, pero había una fuerza en su interior que se apoderaba cada vez más.

«¡Es el poder del amor!» Recordó de un capítulo de «Billy y Mandy» y no pudo evitar reírse.

–¿Estás bien? –preguntó Anne levantando una ceja.

–Sí, sí, ¿Cómo están los señores Cuthbert?

Bravo Gilbert, bravo.

–Están muy bien ¿gracias? –respondió algo extrañada.

–Eso me alegra –el chico apretó su boca–. Oye, ¿cuándo es la fiesta de verano?

Anne suspiró.

–El veintiuno de junio, falta como un mes para eso –sonrió casi forzadamente–, irás ¿no?

–¡Claro! No faltaré –se dio cuenta que la estaba viendo a los ojos por más del tiempo que se considera normal, entonces lanzó una pregunta que no tenía absolutamente nada que ver– ¿puedo llevar a alguien? Ya sabes, a la fiesta.

Anne se quedó perpleja.

–¿Puedes repetirlo? No escuché bien.

–Que si puedo llevar a alguien a la fiesta, como una amiga o alguien así.

–¡Claro! –respondió rápido–, con tal de que sea una sola persona y no un batallón completo está bien.

Ambos soltaron una risa incómoda.

–De acuerdo –dijo él–, yo me voy, hoy tengo mi última prueba.

–Sí, igual, que te vaya bien.

–Te deseo lo mismo –y se marchó pensando en lo que recién había dicho, ¿de verdad? Una chica, ¿dónde encontraría una chica que quisiera salir con él? O que aparentara por lo menos ser su novia una sola noche. Era otro de tantos problemas que se agregaban a la lista.

Mientras tanto, en la mitad del pasillo, cierta pelirroja soltaba aire decepcionada. Pensaba que Gilbert le iba a confesar sus sentimientos, o por lo menos la invitaría a salir. Rio un momento pensando en lo estúpida que había sido al creerlo, ¿cómo se le ocurrió? Desde que había pasado la noche en su casa sintió como si hubiese llenado un vacío que no sabía que tenía, que ni siquiera con Charlie había podido sentirlo. Corrió de nuevo a la cafetería, se sentó en la mesa viendo cómo sus amigos esperaban a que ella les contase absolutamente todo.

–No –dijo resolviendo sus dudas con una cara de «No me importa nada»–, no me invitó a salir. Solo hablamos como lo hacen los amigos, quería preguntarme algo de la fiesta de verano.

–¿Que cosa? –preguntó Ruby.

Anne giró su cabeza a la mesa en la que él se encontraba estudiando y vio a Jane Andrews sentándose a su lado.

–Que si podía llevar a una chica.