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Jane Andrews podía parecer, la mayor parte de veces, una perra amargada que seguía todas las tonterías de Josie Pye. La gente a primera vista creía que era alguien superficial, floja y a la espera de un marido que la sacase del infierno que era su casa, solamente para mantenerla y llenarla de lujos completamente presumibles.

Una vez más, la gente se equivocaba.

Jane Andrews pertenecía al club de biología, el mismo en el que estaba Gilbert Blythe, y de hecho, eran muy buenos amigos, el muchacho le había presentado a Austin, su actual novio. Nadie sabía que ella era parte del grupo, ni que era una chica genio, ni que tenía novio... cosa que era increíblemente conveniente para nuestro chico Blythe, quien después de pensar un rato a su mente llegó la idea de que ella podría ser la única que podía salvarlo de sufrir una gigantesca humillación en la fiesta. Las clases terminarían al día siguiente y las personas se irían a vacacionar, ¿quién iba dudar de que su falsa relación era real?

–Recibí tu mensaje –dijo Jane sentándose a su lado en el almuerzo– ¿ocurre algo?

–¿Fingirías ser mi novia? –dijo en modo de súplica disimulada de una manera inmediata– Por favor, ayúdame.

–Anne de nuevo ¿no? –fue lo único que dijo.

Él asintió.

–Me encantaría fingir eso y ver las bocas abiertas de medio Avonlea, pero no creo que sea bien recibida en ese lugar, niño. Recuerda que con la única persona que suelo estar es Josie Pye y Anne la odia, a lo mejor no la invitará, por lo tanto a mí tampoco, ya sabes, cree que soy como ella.

–Me dijo que podía llevar a una chica, cualquier chica.

Jane abrió sus ojos.

–¿En serio?

Gilbert volvió a asentir.

–Ayúdame, por favor.

–Austin estará muy molesto...

–Hablaré con él, todo saldrá bien.

–Te mataré si no es así.

Entonces, le dio un beso en la mejilla, se levantó y se fue. Anne veía la escena con tristeza en sus ojos, Gilbert no lo notó, lastimosamente. A la mañana siguiente, siendo el último día de clase, la pelirroja se levantó enérgica y como todas las mañanas subió al autobús, trató de evadir a Gilbert, pero este le preguntó si podía sentarse a su lado.

–¿Cómo va tu día?

–Recién empieza y es horrible –respondió ella–, ¿no te parece que casi siempre la vida es injusta con personas que no lo merecen? Es una mierda, a veces quisiera que ciertas palabras salieran de mi boca en el momento exacto y cuando me doy cuenta de las cosas ya es demasiado tarde.

El chico frunció el ceño.

–No te imaginas lo mucho que te entiendo.

Anne resopló e inclinó su cabeza hacia atrás.

–A veces quisiera detener el tiempo o no existir en determinados momentos, hay sentimientos oscuros que siempre han estado junto a mí y nunca han servido para más que atormentar mis sueños o hacerme pensar cosas tristes a altas horas de la noche. Quisiera... triunfar por una vez en la vida, en algo, en cualquier cosa. Y ahora, este chico tiene a alguien cuando pensé que había una mínima posibilidad de que pudiese estar sintiendo las mismas cosas que yo siento por él.

Gilbert sintió un escalofrío que lo hizo estremecer.

–Hablas de Charlie ¿no?

Ella al ver su error, lo enmendó de inmediato.

–Pues claro, ¿de quién más?

Ambos asintieron incómodos. La razón de la ira de Anne no era a causa de que el chico por el que empezaba a sentir algo, alias, Gilbert Blythe consiguiese una novia, sino porque había incumplido la promesa que le había hecho la noche en que ella se quedó a dormir en su casa: La de ir juntos a la fiesta y bailar hasta que amaneciera.

El autobús se parqueó y ambos bajaron tomando caminos diferentes. Gracias al cielo ya era el último día.

「𝐏𝐚𝐫𝐭𝐲 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora