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–Me dijeron que no tienes pareja para el baile de primavera, ¿eso es correcto? –dijo el chico, se veía igual de incómodo que ella, incluso peor, como si alguien lo hubiese obligado sí o sí a decirle eso.

Anne trató de buscar las palabras correctas.

–No, no tengo pareja –soltó aire–, pero no planeo ir.

–Oh, claro, te entiendo –dijo él–. Yo tampoco quería ir, Jerry me dijo que te preguntara, ya sabes, siempre ha querido juntarme con chicas bonitas... eres bonita, espero y no te ofenda mi comentario, yo... siempre he tenido este problema, ya sabes, el de no saber que decir cuando me encuentro en una situación como esta.

Anne infló de aire sus mejillas.

–Creo que te entiendo –dijo entrecerrando un ojo–. Sin embargo, te agradezco por la invitación. No todos se arriesgan de esa forma con una pelirroja tan torpe y sola como yo.

Gilbert se quedó en silencio, ella también. Estaban teniendo la conversación más larga de toda su vida en ese momento y sinceramente no logro describir la pena ajena que sentí por ambos luego de escuchar aquellas palabras. Fue mucho para dos seres aparentemente introvertidos, demasiado, de hecho.

–Supongo que ese sábado, que será en casi una semana exacta me quedaré en casa –retomó él la conversación.

Anne reaccionó de inmediato.

–Sí, sí, seguramente haré lo mismo, habrá un maratón de...

–«The Office» –completó el muchacho.

–En realidad sí –dijo Anne levantando una ceja–. ¿Cómo lo sabías?

–Es mi serie favorita, creo que no me perdería ni un solo capítulo.

Nuevamente el silencio reinó en el lugar.

–Creo que me voy –Anne señaló su aula.

–Sí, creo que yo también –su voz de nuevo sonaba incómoda– ¿Adiós?

–Adiós –volvió a soltar aire y casi corrió al lugar.

Gilbert Blythe suspiró durante el camino. Era el chico más tímido que podía existir y recién lo habían descubierto, solía juntarse con un par de chicos de su clase de ciencias en un salón vacío cada tarde a discutir sobre temas que solo ellos entenderían y que probablemente cambiarían al mundo. Saludaba a Jerry solamente cuando lo veía en los pasillos, por lo que se le hizo completamente extraño cuando el día anterior tocó su puerta, subió a su habitación y casi le rogó que saliera con su mejor amiga. Era lo más estúpido que había escuchado, y en verdad había escuchado muchísimas cosas estúpidas. Jerry le dijo que le pagaría si hacía que Anne saliese con él, y aunque necesitaba el dinero para comprar un par de piezas que le faltaban a un trabajo que estaba haciendo, simplemente lo rechazó porque supo que todo eso estaba completamente mal.

Y que Anne dijese que no era un gran alivio.

–¿Cómo te fue? –preguntó el francés en el almuerzo– ¿Se emocionó mucho?

–Ella dijo que no –respondió abriendo su boca, tratando de no quemar su lengua con la hamburguesa caliente que estaba masticando.

–¿Dijo que no?

–Así como escuchaste.

–¿Y ahora que harás?

Gilbert volteó a verlo con el ceño fruncido.

–¿Cómo que qué haré? No haré absolutamente nada, ¿estás loco? No soportaría que una chica me rechazara por segunda vez.

–¡Tienes que ayudarla a ser más libre!

–¿Por qué no la ayudas tú? Eres su mejor amigo, de todas formas mi ayuda no serviría porque la libertad no es una palabra familiar para mí –se levantó.

–Oye, pero no seas así de rudo, Blythe. De acuerdo, no vayas al baile con ella, ¿pero al menos pueden tener una cita esa noche?

–Ni loco, hay maratón de mi serie favorita.

–¿La pueden ver juntos?

–¿Y que Marilla Cuthbert me asesine? No gracias, aprecio mi vida –miró a Jerry fijamente–. Después de todo, ¿qué ganas tú con todo esto?

–Nada, solo quiero que ella sea feliz.

Gilbert le dio el último mordisco a su hamburguesa.

–Voy a pensarlo, ahora, largo de aquí.

「𝐏𝐚𝐫𝐭𝐲 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora