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–Creo que esto te pertenece –susurró Gilbert extendiendo el objeto invisible ante los ojos de Anne.

La cocina estaba a oscuras, las luces de colores parpadeantes en la sala llegaban a ella con un color casi nulo que no permitía que la vista de ambos se adaptara lo suficiente al sitio. Pero ella lo notó.

Lo supo de inmediato.

–Mi libro –dijo sosteniéndolo con las manos temblorosas.

–Lo dejaste tirado aquel día, entonces lo vi y me di cuenta que eras la única persona que lo había prestado de la biblioteca, fue entonces cuando me pregunté que tendría de especial –el chico mostró una sonrisa torcida–. Lo leí, lo leí todo, entonces me pregunté si de verdad yo estaba siendo ese señor Darcy que tanto anhelas en tu vida. Me di cuenta que no. Fui un cobarde todo este tiempo por no admitir lo que por ti realmente siento, no te mentiré, al comienzo parecías ser como Josie, pero el día que te vi completamente humanizada, real, me di cuenta de que definitivamente eres diferente al resto, no sé que me ocurrió las semanas después, supongo que estaba nervioso, tenía miedo a que si hablaba podrías alejarte de mí, pero no me di cuenta que al no hacerlo ya te estaba perdiendo.

Anne sonrió, él bajó la mirada. La chica sacudió su cabeza y lo vio directo a los ojos casi tartamudeando.

–Pero... ¿y Jane?

Gilbert mordió su labio.

–Jane y yo no somos novios, ella es novia de Austin Blum hace un tiempo, le pedí fingir solo para saber con firmeza si de verdad sientes lo mismo que yo por ti, pensé que te pondrías celosa de ello.

–Y vaya que lo hice –respondió soltando una risa nerviosa y dejando el libro sobre el mesón–. Fue más que todo tristeza, estaba tan entusiasmada con tu promesa, se supone que esta iba a ser la noche perfecta, bailaríamos al son de cada canción, pero mi vida ahora es un completo desastre. Me queda disfrutar de unos cuantos shots olvidados en el refrigerador y de las canciones tristes que probablemente Jerry nunca hará sonar.

Gilbert extendió su mano.

–Vamos a bailar.

–¿Qué?, ¿Ahora?, ¿Aquí?

Él asintió, ella negó rápidamente.

–Vomitaría todo, tengo el estómago revuelto y demasiados pensamientos giran por mi mente.

–Es un placer comentarte que me arriesgaré a eso, solo imagina que estamos solos –insistió.

–Lo estamos –respondió Anne tomando su mano para bailar la primera canción lenta de la noche.

–Lo siento –dijo el chico después de unos minutos de baile–, ya sabes, por lo de la promesa que te hice. Soy un estúpido, tantos miedos sobre mí, ese sentimiento de que en cualquier momento me desecharías, sé que no eres así, el problema siempre fui yo. Si tan solo hubiese sido más directo.

–Gilbert, me gustas –interrumpió Anne–. Es más, no creía que estaba completamente enamorada de ti hasta que el verano me lo demostró, era una agonía pasar día tras día sin tener noticia de ti. De verdad, fue horrible.

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「𝐏𝐚𝐫𝐭𝐲 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚𝐧 𝐄」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora