Amarla Por Un Millón de Años (2 T ERE) Sin editar

Capítulo 12

Enemigo tras las sombras

Jack Hyde

El sonido de la puerta capta mi atención y veo entrar a mi zorrita hermosa con una radiante sonrisa.

—Al parecer tu salida ha tenido los frutos que esperabas. — Digo haciendo el nudo me mi corbata.

— Se podría decir, que sí. Estuve en Grey House. —Sonríe.

Tenso la mandíbula sintiendo que mis dientes se quebraran en cualquier momento.

— ¿Que carajos hacías allá? Dejaste al descubierto nuestros planes. —grito.

—No seas ridículo, Jack. Fue a abogar por mí.

— ¿Abogar por ti?

— Christian, puso una orden de alejamiento en mi contra al divorciarnos y eso me ha perjudicado profesionalmente. ¿Lo recuerdas? — Asiento. — Si quiero retomar la pintura debo dejar esa mancha en el pasado y solo firmando la paz o simular hacerlo puedo conseguirlo.

—Fue arriesgado porque con ello puede pensar que los mensajes fueron enviados por nosotros y todo se caería.

—No lo hará. Si hace que su gente investigue sobre mi sabrá que llegue a Seattle hace tan solo unos días.

—Ojala, tengas razón. —Me coloco la chaqueta.

— ¿Conseguiste algo? ¿Abogar por ti? Pregunto tomando mis llaves.

—Sé que me ayudara. Christian, sabe que me alejare cuando lo haga.

No sé si es, tan ilusa de pensar que Grey la ayudaría después de burlarse del como lo hizo. Ningún hombre en su sano juicio daría una segunda oportunidad a quien lo traiciono.

—No vendré hasta muy tarde. Iré a visitar a un intento de fiera. —Digo con sarcasmo.

—No me gusta que estés seduciendo a mujeres para conseguir información. Eso nos podría traer problemas si la descubren y dice tu nombre.

—No soy un novato., Elizabeth me conoce con Maurice Belmont. Si la descubren hablaría de alguien que está muerto hace más de diez años.

—Cuídate mucho, cariño. —Besa mis labios despacio.

—Lo hare, mi zorrita hermosa.

Estaciono el auto frente al edificio de mi querida fierecilla. Tomo del asiento el ramo de rosas naranjas que compre y me encamino hacia su edificio.

—Pensé que habías olvidado nuestra cita. —Dice a mi espalda.

—Nunca faltaría a nuestros encuentros, fierecilla. —Beso sus labios de forma casta. —Pase por el centro y vi esas hermosas rosas y pensé en ti.

Entramos al apartamento y sin perder tiempo la empotro contra la puerta devorando sus labios, mientras mis manos buscan un preservativo en mis pantalones antes de bajarlos con todo y bóxer. Mis manos suben su vestido y hacen a un lado sus pantis para entrar en ella de una estocada.

—Maurice. —Grita.

Mis embestidas son rudas y no dan tregua, provocando que se corriera y dos embestidas más seguirla.

—Estas muy tensa, fierecilla.

—La empresa ha sido un caos hoy. La seguridad de Christian Grey estuvo allá instalando nuevo sistema y volviendo de cabeza todos los departamentos.

—Todo muy complicado para ti, hermosa. ¿Puedo hacer algo para ayudarte? Tengo una compañía de seguridad y si necesitas asesoría puedo dártela.