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«Palacio del Emperador, Bosques de la frontera. Primer ataque»
La lluvia caía tempestuosa sobre el Receso de las Nubes, la neblina nocturna cubría la entrada al Palacio Imperial rodeado de columnas blancas como la nieve y lisas como el jade. Al menos unos cientos de guardias custodiaban los alrededores del Palacio, así como los límites del Imperio Gusu Lan. La prioridad era proteger a toda costa al Emperador y el resto de la familia real, sin embargo el ejército había recibido la orden de proteger a los ciudadanos de la región a toda costa y evitar que la desgracia se extendiera sobre las poblaciones menores.
Recientemente cuatro reinos de los cinco reinos en que se dividía el país, se habían visto obligados a tomar medidas de protección y seguridad ante las amenazas emitidas por parte del Reino de Qishan.
Si bien en un principio las amenazas se mantuvieron en el margen de simple palabrería, en los últimos días el Emperador de este reino había comenzado una serie de ataques aleatorios en contra del resto, por lo que tanto Gusu Lan, como los tres reinos restantes buscaron la formación de una alianza con el objetivo único de derrocar al régimen violento y totalitario que se había establecido, restaurar la paz para la ciudadanía civil y la unificación de las regiones. Así, durante el lapso de al menos tres meses y contando, estos reinos se habían mantenido en la total incertidumbre y el descontrol político total.
Al menos hasta el día en que Qishan decidió atacar deliberada y abiertamente al Reino de Yummeng rodeado de ríos cristalinos y lotos rosados nadando en la superficie. Esto después de que el discípulo principal del reino y guardia real de su alteza el emperador, había atacado y humillado - supuestamente - a una de las concubinas del segundo príncipe Wen. Cómo si semejante incidente fuese motivo suficiente como para desatar una guerra y asesinar a toda una familia...
Cómo producto del refuerzo en las medidas de seguridad tomadas por el imperio situado en Gusu, la mayor parte de las entradas principales habían sido cerradas y se crearon ilusiones en los bosques de árboles frondosos que rodeaban el área destinadas a desorientar a cualquier intruso ajeno al Imperio. Las fronteras eran protegidas por los discípulos con mejor formación espiritual manteniendo una barrera sobre el palacio y el acceso únicamente era permitido a aquellos miembros que llevasen consigo una ficha de jade blanco que fungía como pase de acceso exclusivo.
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El pasillo principal al interior del Palacio Imperial situado en el corazón de los Recesos de las Nubes resultaba larguísimo a más no poder, con paredes níveas y vacías de ornamentos y de extensiones descomunales que parecían ser más bien un gran cubo de blancura resplandeciente... O al menos era la impresión general que conservaban la mayor parte de sirvientes y mensajeros que acostumbraban a vivir en una carrera constante. Recientemente uno de los guardias a cargo de una sección del bosque fronterizo se había adentrado al Palacio para entregar un reporte urgente. El guardia caminaba a pasos presurosos, su diestra firmemente envuelta en la empuñadura de su espada y manteniéndose alerta ante cualquier posible ataque por muy improbable que fuese. Recorrió el largo pasillo hasta llegar al salón principal donde yacían su Alteza real el Emperador, su Alteza real el segundo príncipe y su Alteza real el Gran Maestro. Con el aire escaseando en sus pulmones se arrodilló en el centro del salón y presentó rápidamente sus respetos.
