XXII

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Los secretos de la conspiración

Lan Xichen frunció el ceño y suspiró profundamente mirando a su hermano menor frente a él.

— Wangji... ¿Crees esto?

Lan Wangji asintió y sus ojos color miel se clavaron como dagas en el pequeños pergamino arrugado sobre la mesa.

Durante el tiempo que Wei Wuxian estuvo encerrado en el Palacio de Qishan hubo una cierta cantidad de cosas que no fueron difíciles de ignorar, comenzando por Wen Ruhoan y su desagradable predilección por el uso de la energía resentida para ampliar su poder. Sin embargo, la importancia no radicaba aquí.

Wen Qing también había hablado con él y le garantizo por todos los medios que miembros de Lanling habían visitado más de una vez al Emperador de Ciudad sin Noche aún fuera de las conferencias de discusión programadas.

Y la única verdad era esa, Jin Guangshan estaba apoyando a Qishan a espaldas de los otros tres Reinos.

Incluso un tonto sabría esto.

Lan Xichen suspiró profundamente y miró al joven discípulo de Yummeng. — Maestro Wei, se que usted al igual que cualquiera de nosotros desea ponerle un fin a todo esto, pero esto es simplemente demasiado...

Wei Wuxian apretó los puños. — Su alteza, lo sé, pero eso no significa que no podamos hallar maneras de probar lo que Lanling está haciendo.

Lan Zhan miró a Wei Ying y no pido evitar que su corazón se estrujara en la profundidad de su pecho, es cierto que aún había muchas heridas en el, muchas cosas sin sanar y realmente debía ser asqueroso perder a su familia dos veces, ¿Por qué mentiría?

Eso definitivamente no tenía el más mínimo sentido.

En cuanto a Lanling, bueno, ahí si había bastante sentido en algunas partes.

¿Que si tú Reino es poderoso pero bo lo suficientemente?

Bien, la gente en el Palacio vestía oro hasta debajo de las piedras, pero eso no necesariamente significaba que la región estuviese preparada para enfrentar los estragos de una guerra.

Los sistemas de producción de alimentos necesitaban estabilidad y seguridad para trabajar los campos, no una constante amenaza de muerte.

Y un país sin comida, por muy buenos guerreros que sean, no son nada.

Por otra parte estaba el Emperador, Jin Guangshan.

Para nadie ers un secreto que el hombre vivía enredado entre las sábanas de cualquier mujer de burdel y los vicios del alcohol.

El hecho de que la nación hubiese sobrevivido a pesar de los enormes despilfarros solo podía ser obra de un milagro o de Madame Jin.

— No creo que el pavo real lo sepa. — murmuró Wei Wuxian mirando el suelo.

— Tampoco lo creo, pero si es verdad que Jin Guangshan tiene algo que ver con Qishan, necesitamos que él y su madre estén enterados.

Lan Wangji asintió. — Mn. Hay que mantener a la señorita Jiang aquí.

— ¡Por supuesto que Shijie permanecerá aquí! Ya lo habíamos acordado junto con Jiang Cheng desde un inicio. Dejar que saliera de los límites de Gusu sería ponerla en riesgo.

Lan Xichen golpeó la mesa con la punta de los dedos. — Podemos hablar con el joven Maestro Jin, pero no es fácil contactar con Madame Jin.

Wei Wuxian lo meditó unos segundos y finalmente sonrió. — Madame Jin fue amiga de Madame Yu, puedo volver a Meishan y pedirle a la abuela que envíe una carta para ella, después podemos reunirnos con ella ahí.

— Te acompañaré. — agregó el ojimiel y Wei Ying asintió con una extraña calidez surgiendo en su pecho.

— Gracias Lan Zhan...

Lan Xichen apretó las mangas de su propia túnica, era difícil creer que alguien tan noble como Jin Guangyao pudiera estar coludido con un reino como Qishan para dañar a inocentes.

Era imposible a sus ojos.

Sin embargo, a veces las sorpresas comienzan donde menos lo esperas.

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~ Kuaishan



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