Capítulo 4

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Ian.

Paciencia. La paciencia es algo esencial en la vida de muchas personas, sobre todo en el medio en el que me muevo. Debo ser paciente con algunos fans que se ponen algo alocados, si algo sale mal en un concierto debo mantener la cordura, si la discográfica me pone trabas o retrasa el lanzamiento de un álbum, etc. Ese tipo de situaciones y más son en las que debo tratar de mantener el control. Pero, sucede y pasa que no todo puede ser lo que yo disponga y quiera ¿no? Eso quedo claro cuando hace unos días después que anunciara en las redes y en el medio que iba a ausentarme por un mes y medio para descansar y tomarme unas vacaciones, ya que todo el año he estado de gira; mi amadísimo y queridísimo Charlie me aviso que tendría que participar en una revista italiana. Después de 3 horas de intenso debate sobre los pros y los contras de venir a Italia a trabajar en lo que se suponía que serían mis vacaciones, no tuve más opción que decir que sí.

Y ahora, creo que no estoy seguro si debería alegrarme o arrepentirme de haber venido. La razón por la cual ahora tengo una mezcla de emociones que recorren mi mente está de pie mostrándole a mi representante la sala de edición: Elizabeth Evans.

Debo admitir que puede que descargué un poco de mi rabia contenida en ella, horas antes de estar aquí.

En mi defensa, la chica iba totalmente distraída y así como se tiró el café encima pudo habérmelo tirado a mí, y ahí sí, pobre de ella con el genio que me cargo últimamente. Y luego para rematar me tildo de tonto. Ja. La mujer tenía los pantalones bien puestos si se atrevía a insultarme sabiendo quien era.

Lo que sí, no me esperaba era encontrármela de nuevo en la oficina de la CEO, y mucho menos con ese aire totalmente diferente de mujer empoderada, debo admitir que me cerro la boca y es algo que muy pocos logran a hacer. Su cambio de ropa la hacía ver algo diferente, se veía segura de sí misma y con cara de ¡trágate tus palabras Ian! Sus ojos color avellana han logrado captar mi atención más de una vez desde que estábamos en esa oficina, y las hebras que caen a los lados de su cara le dan un toque sexy y adorable a la vez.

Pero, en fin, aquí la cuestión es que esta mujer hizo que en un par de horas pasara de la rabia a incredulidad, luego de incredulidad a admiración, de admiración a curiosidad, y por último de nuevo a la rabia.

Con sus actitudes y como me habla me tiene en una montaña rusa y ya me estoy cansado de estar aquí con la cara pintada porque, sí, parece que alguien me guarda resentimiento y porque en todo el tiempo que llevamos caminando de un lado para otro las pocas veces que me ha dirigido la palabra ha sido cortante.

-Bueno, eso es todo por hoy ¿Qué les pareció? –su mirada va de mi a Charlie.

-Todo es impresionante, Elizabeth. No me cabe duda que harán un buen trabajo aquí –le responde él.

-Así es, lo mismo pienso- responde ella.

Charlie cruza sus brazos –Bueno, nosotros nos vamos, tenemos que alistar un par de cosas en nuestra instancia aquí, mañana mismo le traeré el contrato firmado –le dice.

-Oh sí, por supuesto cualquier duda llámeme.

-Un placer conocerla, Elizabeth –se despide de mano- nos estamos viendo –le da la espalda y me abre los ojos en señal de que haga algo – Te espero abajo –me susurra y sale de la instancia.

Miro a mis pies un momento. Y luego me enfoco en ese par de ojos miel.

-Señorita Evans –respiro profundo- le ofrezco una...-se me atora la bendita palabra en la garganta- una...una...

- ¿Disculpa? –me pregunta mirándome con una ceja enarcada.

-Sí, eso, es que no es mi mejor día y me descargue con quién no debía –menciono.

Sobreviviendo al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora