Capítulo 30

33 2 2
                                    

Blake

- Aumenten el flujo de la intravenosa -el doctor se dirige hacia un par de enfermeras- Vendré a chequearte más tarde.

Trago saliva.

- ¿Cuánto tiempo...me quedaré aquí? -pregunto mientras aprieto los ojos un poco ya que me siento algo ansioso y adolorido mientras trato de no moverme mucho.

- Para serte sincero, el tiempo que sea necesario Blake.

Me da una última mirada y sale junto con las enfermeras.

Me quedo con Oliver.

Está algo inquieto, lo conozco.

Analizo sus ojos y sé que lloró después de que habláramos, pero quería hacerse el fuerte delante de mí.

No soy estúpido.

- ¿Quién... -hago breves pausas cuando hablo, porque hasta esa mierda me cuesta- ¿Quién vino?

Él duda en responder, pero mi mirada es algo que siempre lo ha intimidado, por más débil que yo esté.

-El novio de Elizabeth -otra carga más que tengo que llevar.

-Bien -es lo único que digo mientras que dejo que los celos y la impotencia me carcoman en esta puta camilla de hospital.

Cierro mis párpados, ignorando por un momento que él está ahí parado como una estatua, mirándome con evidente lastima y pena

Y bueno...

Aquí estamos.

Todos sabrán mi nombre, pero no han tenido la oportunidad de conocerme, a decir verdad, tampoco creí que llegaría a estas alturas con vida.

Así que bienvenidos a esta introducción sobre "mi vida" mejor conocida como: infierno.

¿Alguna vez se han quemado? En caso de que sí, ¿recuerdan la sensación de que esa parte de su cuerpo arda o duela hasta cierta cantidad de tiempo, ya que posteriormente es curada o cicatrizada? Bueno, ahora imagínense ese ardor y dolor triplicado, se expanda por cada cavidad minúscula de tu cuerpo. Con la diferencia de que la herida se cierra, pero luego se abre una y otra vez, cuantas veces sea necesario, mientras cada molécula de tu cuerpo pide a gritos que acaben con ese maldito sufrimiento a punta de balas o golpes.

Así me siento la mayor parte del tiempo, aunque yazco conectado con unas máquinas que se suponen deberían aliviar el dolor, pero es como si me echaran un vaso de agua al clima.

No siento nada.

El primer año de cautiverio, tanto mi resiliencia como resistencia eran impenetrables. De mi boca a veces salía una que otra carcajada mientras me torturaban. Si algo tenía claro era que no iba a dejar que esas ratas me vieran vulnerable y sometido. Los desafiaba, los retaba y me les burlaba en la puta cara para que vieran que no estaban lidiando con cualquiera.

Pero las cosas no eran así cuando él estaba.

Aleksander Hasani siempre ha sido mi mayor enemigo.

Antes era un simple mafioso del que se me había encomendado su captura, pero con el paso del tiempo se fue convirtiendo cada vez en algo personal. Mató a muchos de mis amigos en varias redadas que se hacían. Mi equipo y yo en contraposición fuimos acabando de a poco con sus negocios y establecimientos.

Me puse en el campo de visión del águila, ambos en una lucha constante sobre quien iba a cazar a quien.

Mi fallo fue en subestimarlo, ya que no me percate de lo que estaba haciendo bajo las sombras...

Sobreviviendo al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora