Kakashi

264 77 35
                                    

«Tsunade estaba un poco enojada. Me tardé más de lo debido en mi misión, aunque la excusa de la lluvia pareció calmar su ánimo. Debo ser cuidadoso, esa mujer se irrita con facilidad. Natsuki acabó con todas las misiones D disponibles en los dos últimos días, según me informó lady Hokage, también se le ocurrieron un par de ideas muy útiles para la aldea. Definitivamente ha cambiado mucho. Lo supe ni bien percibí su aroma el día que regresó. La Natsuki que recordaba olía a niña, a manzana silvestre y mieles diluidas, también miedo y angustia; la mujer que volvió conservaba el aroma frutal  que la había caracterizado, pero sus notas salvajes se sentían más intensas y maduras, y el miedo apenas se advertía. De no ser por mi increíble olfato no hubiese creído que era la misma. Cuando la vi, inconsciente como estaba, en la cama del hospital, me pareció una desconocida. Se veía fuerte, aunque estaba herida, pude reconocer una fortaleza inimaginable.  Su cuerpo había cambiado, por supuesto; antes jamás la hubiese notado como mujer, ahora la encontraba atractiva y por un instante deseé con todas mis fuerzas que abriera los ojos y me viera de la misma forma. Su súbita aparición fue demasiado sospechosa. Se podía percibir la mano de Itachi detrás de todo. Me enfurecí, pero cuando despertó, me conmovió su dolor. Le creí. Y le creo. De todas formas, la Quinta quiere que tenga mis ojos bien abiertos, por eso me la asignó nuevamente, muy a mi pesar. Intenté persuadirla para que reviera la decisión... Ya se que era lo mas lógico, pero tenía la esperanza de... No importa. Sé lo que dirías, Obito, que no debería ser tan estricto con las reglas, pero tal vez sea mejor así. Además, la Hokage me reveló lo que descubrieron en su mente y es algo preocupante. Tuvo una relación con Itachi Uchiha. Duró poco y ya pasó bastante tiempo, si... Me molestó escucharlo, debo admitir, pero la entiendo, es lo más natural que dos jóvenes, en esa especie de paraíso terrenal en el que estaban... Ya sabes. Lo preocupante es que Itachi también la entrenó en las artes ninjas, pero el shinobi que acabó con todo su clan en una noche no precisaría demasiada ayuda para capturar a Naruto. Y menos hacer toda esta pantomima. Hay algo más. Necesito averiguar más. Debo verla luchar, ahí encontraré las pistas para resolver este misterio. El otro día, cuando entrenamos, note que no sólo me era difícil seguirle el paso, aún con tu Sharingan, Obito, sino que se estaba conteniendo. Parece que está tratando de no llamar la atención, pero ¿por qué?
En la oficina de lady Tsunade también escuché a Shizune y Raido hablar, según él, parece que Natsuki y Genma están saliendo... No se qué pensar de eso.
En fin... Por eso me tomé un día extra, necesitaba aclarar mi mente. No me había dado cuenta que estaba teniendo un comportamiento cambiante y la forma en la que a ella le afecta... El otro día en su casa... no puedo permitir que suceda eso. Después de todo soy su sensei y de alguna forma esta bajo mi cuidado.
Bien, creo que eso es todo lo que no te había contado hasta ahora. Espero que donde quiera que estés, te encuentres bien. Hasta luego, Obito»

En días como éste me gustaba sentarme en algún lugar tranquilo a leer un rato. Después de tres días de lluvia, por fin se podía ver el sol entre las nubes. Me costó bastante encontrar algún lugar vacío, ya que al parecer los shinobi de la Hoja estaban ansiosos por entrenar y casi todos los espacios verdes estaban ocupados. Por suerte conseguí un campo de entrenamiento junto a un curso de agua con grandes árboles frondosos, ideales para escapar de las miradas curiosas. Últimamente parecía que todo el mundo quería saber como estaba y era algo molesto.

«Veamos ¿por dónde iba?» Junko estaba por revelar su secreto, era la parte más tensa del libro y mi favorita. Claro que ya la había leído innumerables veces pero, tal vez tener constantemente a estos personajes en mi vida me hacía sentir menos solo. Yo era parte de sus vidas como un espectador y no había forma de que mis acciones les causaran daño alguno.

Unas voces conocidas interrumpieron mi concentración, era hora de irme pero me detuve un segundo para ver qué pasaba. Natsuki y Genma se habían puesto a entrenar, «Qué interesante». Me acerqué un poco, tratando de no hacer ruido y escondí mi chacra para que no me percibieran. Quedé algo decepcionado por lo que vi. Los dos tenían demasiado cuidado de no lastimarse y se estaban conteniendo. Genma era un gran luchador, no por nada fue uno de los guardianes del Cuarto Hokage. Y sabía que Natsuki podía ser mucho más veloz que lo que estaba demostrando. Al final se decidieron a usar tanbos, cosa que me pareció extraña, pero por fin el combate se volvió más intenso. Natsuki continuaba controlando su velocidad, tenía esa sonrisa que ponía cuando sabía que tenía la ventaja, pero no era igual, no estaba ese brillo en sus ojos que me había impactado la última vez que luché con ella. No había pasión en sus movimientos. Eran rítmicos y armónicos pero le faltaba electricidad. Por un momento sentí cierto orgullo por haber sido yo el contrincante que le inspiró a luchar con tanto fuego en su mirada y no Genma. Sacudí mi cabeza para alejar ese pensamiento. Genma estaba bien, era un buen shinobi; estable, maduro y puede darle todo lo que yo no. Las mujeres son complicadas, después va a querer un compromiso, tendría que haber una boda, una casa, de seguro Natsuki va a querer una familia, niños y una mascota también. Eso es mucha presión. Yo no pude proteger a mis amigos, no podría arriesgarlos a ellos a un padre y un esposo como yo... «¿En qué estoy pensando? Creo que me adelanté demasiado a las cosas», pensé poniendo los ojos en blanco. «Tal vez ella no quiera hijos... Agh, lo estoy haciendo de vuelta», suspiré. El entrenamiento ya había terminado. Guardé mi libro para marcharme pero la escena que vi me dejó inmóvil. De repente mis pies tenían voluntad propia, y lentamente comencé a acercarme a la pareja. Genma tenía el torso desnudo y Natsuki lo estaba tocando. «Lo está tocando ¿Por qué lo está tocando?» Sentí que había alguien dentro de mí que deseaba con locura desafiar a Genma y arracanrle ese senbon y esa sonrisa de la cara. «¿Qué diablos estoy haciendo? Hace un segundo decidí que Genma estaba bien ¿quién soy yo para entrometerme? No es como si fuese a pasar nada entre Natsuki y yo». Me obligué a mi mismo a detenerme pero ya era tarde, los ojos desorbitados de Genma al verme, me dieron a entender que había percibido mi hostilidad inicial. Natsuki giró su rostro pero no mostró ninguna emoción. Arqueó las cejas, clavandome aquellos ojos color miel oscura con tonalidades doradas. Me limité a sonreír y alcé mi mano en señal de saludo.

Relámpago Rojo Crónicas De KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora