Kakashi Y El Cazador

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—¿Cómo llegamos aquí? —preguntó Natsuki con voz trémula. Me había costado mucho sacarla de aquella carpa. Por fortuna había dejado de temblar y parecía estar volviendo en sí. No me enorgullecía pero había tenido que ponerla en un genjutsu para evitar que asesinara a esa adivina.

—Caminando —respondí con una sonrisa tratando de sonar tranquilo y trasmitirle algo de paz. Las palabras de la mujer la habían afectado demasiado, y aunque yo no creía en esas cosas, lo sucedido me dejó un sabor amargo.

—¿Qué pasó ahí? —Natsuki miraba hacia la feria. Temiendo que volviera al estado de antes, me aproximé y la tomé de los hombros para hacer que me enfrentara.

—Trataste de matar a la adivina, eso pasó —Los ojos miel de la pelirroja se abrieron con sorpresa.

—Sólo quería que se callara —masculló—. Tengo hambre.

Aún faltaban unos minutos para que se cumpliera el plazo que le había dado a Sakura y Naruto así que fuimos por algo de cenar. Natsuki no quería más dulces o comida de feria, sino que quería 'comida comida', según sus palabras. Estuve a punto de pedirle que esperase junto a la entrada pero me contuve, temía que quisiera volver a entrar a la feria a buscar a esa mujer. Para mi sorpresa Natsuki no se ofendió cuando le dije que fuera conmigo, por lo general era muy suceptible cuando percibía algo como una falta de confianza y ese día había visto la furia asesina de Natsuki; podía ser pequeña pero, vaya que daba miedo cuando se enojaba de esa forma.

La pelirroja bostezó mientras esperábamos la comida y luego yo también lo hice. Había sido un día agotador; no sólo estaba mal descansado, sino que la discusión con Natsuki me había puesto de mal humor. No por ella, sino porque parecía que nunca íbamos a poder entendernos. Cuando dijo que me había dado por vencido creí como un idiota que hablaba de los dos, y para evitar lanzarme sobre ella en ese instante para demostrarle cómo me sentía, tuve que salir de la habitación a esperar que se durmiera o que llegaran los demás. Luego, en la casa de los espejos, busqué una forma menos atropellada de expresarme pero resultó que Natsuki estaba hablando de lo que le había solicitado a Tsunade tiempo atrás. Por un lado sentí cierto alivio, me lo repetía a menudo pero al final era mejor así, además Natsuki ya tenía a alguien, aunque no parecía particularmente feliz y evitaba el tema cuando lo mencionaba, y yo tampoco estaba seguro de lo que ella sentía por mí. A veces me daba la impresión de que quería lo mismo, a veces, porque la mayoría del tiempo parecía querer poner distancia, y eso era algo que tenía que respetar. Después de todo era su superior, y aunque yo la veía más como una igual, había un desbalance de poder entre los dos, no sería ético de mi parte.

—¿Qué viste en la bola, Kakashi? —preguntó cuando volvíamos a la entrada del circo a esperar por Sakura y Naruto.

—Nada —mentí. En realidad no tenía idea de lo que había visto, eran escenas bastante confusas; un hombre y una mujer que luchaban hasta que uno de ellos mataba al otro, y así sucedía cada vez. Se notaba que aquellas batallas se daban en diferentes tiempos, pude darme cuenta por la ropa anticuada y los peinados pasados de moda. Suponía que la mujer trataba de mostrarme mis vidas pasadas o hacerme creer que eso era lo que veía. Tal vez habíamos sido enemigos en tantas vidas que por eso no podíamos entendernos al hablar, sólo cuando luchabamos. Pero no creía en esas cosas, si así fuera, debería creer que debía asesinarla, y jamás podría hacer eso.

—¿Pero qué querías ver? — «Qué pasaría entre tu y yo», pensé. Pero no podía responder eso.

—Hmm, quería saber si Jiraiya terminaría pronto la secuela de su último libro ¿y tú?

—Qué casualidad —comentó Natsuki con una pequeña sonrisa desafiante.

Los ninja de Suna nos acompañaron hasta la salida de la aldea. Naruto no paraba de hablarle al pobre de Gaara que parecía algo abrumado por sus atenciones. No pude evitar una sonrisa al ver la escena, Naruto había encontrado a alguien que había pasado por lo mismo que él, era normal que intentara ganarse su amistad, y lo hacía bastante bien, sólo que el otro niño era bastante más sombrío y taciturno. «Creo que éste chico va a demostrarnos que se puede llegar más lejos haciendo amigos que luchando», me dije a mi mismo invadido por el sentimentalismo. 

Relámpago Rojo Crónicas De KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora