Un Lugar Al Cual Volver

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Partieron al amanecer con una comitiva bastante importante. Era más que nada un detalle, porque por lo visto, la realeza de Shirukku se encontraba fuera de peligro. Pero de todas formas, los shinobi de Konoha, con su determinación y esfuerzo, se habían ganado un cliente valioso para la aldea. El País de las Mariposas era un reino pequeño, pero tenía amplias relaciones comerciales con el resto del mundo y eso abría muchas posibilidades para Konoha y el País del Fuego. Pronto se firmaría un tratado de comercio y colaboración entre el daimiyo, la Hokage y la realeza de Shirukku, y los reyes ya habían solicitado la conformación de una guardia ninja permanente.

El trayecto desde Shirukku a Kuroi-Tori a través del camino real que bordeaba el Monte Cho fue arduo e interminable. Por lo general una persona a pie a ritmo normal se tardaba medio día en recorrerlo, pero al rey se le había ocurrido viajar en carruaje con su esposa, y dadas las condiciones del estrecho camino rocoso y empinado, debían detenerse a cada rato a desatar los caballos y luego volver a atarlos al carruaje. En ocaciones el camino se volvía tan estrecho que sólo podían pasar de a dos personas y había que estar colocando tablones para que el carruaje pudiera pasar. A Natsuki le pareció una extravagancia llevar tremendo armatoste a través de la montaña. Las muestras de opulencia de la realeza se le hacían vanas e innecesarias.

Demoraron el doble de tiempo en llegar al valle, donde el camino se ensanchaba y el tránsito se volvía más fácil, porque tuvieron la suerte de no encontrarse con ningún viajero que fuese en la dirección contraria a ellos. Y para colmo de males, en vez de seguir, el rey decidió parar a pernoctar ahí, sin importarle que estuviese por estallar una tormenta. Natsuki ya estaba harta del viaje y encima, después de pasar por Kuroi-Tori, tenían por delante tres días más de trayecto hasta Konoha. Pero lo peor de todo era que a Tamura se le había ocurrido sumarse a la comitiva e ir con ellos hasta la ciudad vecina, según ella, debía llevar unas muestras al laboratorio de Kuroi-Tori, lo que a Natsuki le sonaba a excusa, ya que perfectamente le podía haber pedido eso a cualquier otra persona. La mujer no le caía mal, pero cuando la veía cerca de Kakashi le surgía una rabia que a duras penas podía controlar; por fortuna el shinobi parecía estar de poco humor para charlar con ella o con cualquier otra persona. No habían vuelto a hablar desde la discusión de la noche anterior, se evitaban mutuamente y los demás ninjas lo notaban. Kiba se había pasado haciendo chistes al respecto, hasta que en una ocasión, el jonin apareció junto a él y le lanzó una mirada que a Natsuki le hubiese helado la sangre. De ahí en más el muchacho se calmó y pasó a caminar en silencio o hablando con Lee ocacionalmente. Todos estaban cansados de andar a paso de tortuga por culpa del carromato, pero a Natsuki, que estaba sufriendo el segundo día de su período, más el calor sofocante previo a la tormenta y la presión atmosférica baja, le afectaba aún más. De todas formas les iban a pagar un buen monto por sus servicios, eso compensaba un poco su sufriemiento.

Le tocó hacer la primer guardia de la noche junto con Naruto. El rubio estaba demasiado insistente con aprender más sobre control de chakra, pero hasta que no dominara lo básico, Natsuki no podía hacer nada más por él. Kakashi estaba haciendo guardia junto a la tienda real y los observaba atento, lo que incrementaba el malestar de la chica, ni que fuera a enseñarle una técnica para inmolarse o para que se fuera con Akatsuki por su cuenta.

—Es imposible. No se puede activar los puntos de chakra a la vez y hacer que fluya en direcciones opuestas ¡De veras! —protestó el rubio. Estaban sentados al pie de un árbol vigilando el campamento dormido.

—No lo es — Natsuki estaba exasperada. Para peor, acababa de ver como Tamura salía de una de las tiendas y se aproximaba a Kakashi llevando dos tazas humeantes.

—¿Y por qué no intentas hacer tú un rasengan completo si no es imposible? —le recriminó el chico. Natsuki puso los ojos en blanco, extendió la mano y concentró su chakra en un punto. En la palma de su mano comenzó a formarse una pequeña pelota de energía concentrada que fluía a gran velocidad. Era algo más pequeña que la que podía producir Naruto, pero sirvió para cerrarle la boca.

Relámpago Rojo Crónicas De KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora