Sospechas

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A cada lugar que iba ahí estaba Tamura con su sonrisa insulsa. No sabía cómo librarse de aquella mujer. Agradecía que su sensei aún estuviese fuera de la aldea, estaba segura que andaría persiguiéndolo por todas partes.

Había algo raro en ella, todavía no sabía qué, aunque pronto lo iba a descubrir. En ocasiones pensaba que le tenía rechazo por la fijación que ésta tenía con Kakashi, pero recordaba que inicialmente la mujer le caía bien, no fue hasta el momento en el que se estaba despidiendo de ella en Kuroi-Tori que sintió algo inquietante.

—Mírala —le comentó por lo bajo a Genma. Estaban apretados en la barra de El Lugar junto a Shinko. En el extremo opuesto de la larga mesada de madera, Tamura se pavoneaba frente a Izumo y Kotetsu—. Ugh, es tan... desagradable.

—No lo sé, Natsuki. Parece una persona normal —respondió su amigo algo dudoso.

—Pero, ¿no te parece sospechosa? Se la pasa frecuentando lugares donde hay shinobi...

—Y supongo que debe tener curiosidad —comentó Genma mientras revolvía su trago—. De donde viene no tienen shinobi.

—Además está sola en la aldea —agregó Shinko. Natsuki puso los ojos en blanco.

—Ugh, ustedes son muy buenas personas. Es un fastidio.

—Hmm, ¿no será que te gusta uno de ellos y por eso te cae mal esa mujer? —preguntó la rubia alzando una ceja con picardia.

—No, Shinko. A Natsuki le gusta...

—GENMA —exclamó la pelirroja.

—¿Quién? Vamos, dime —dijo Shinko entre risas. Natsuki miraba a su amigo  con seriedad y el joven parecía querer huir.

—Ay, qué complicado estar entre dos mujeres... —se quejó.

Luego de un rato Shinko le susurró algo al oído a Genma y el shinobi le informó a Natsuki que se iban, se ofrecieron a acompañarla a su casa pero la pelirroja decidió quedarse un rato más. Guy-sensei y su equipo estaban de misión y no tenía ninguna obligación a la mañana.

Se acercó a Kotetsu e Izumo para tratar de escuchar qué hablaban con la mujer, aunque la música estaba tan alta que sólo pudo captar algunos fragmentos de la conversación. Por lo que entendió, Tamura parecía muy interesada en saber qué hacía un chunin y hasta qué nivel de información tenía acceso. Los dos shinobi se veían bastante halagados por el interés que demostraba la mujer y fanfarroneaban bastante.

Sí, era cierto que ellos en ocasiones estaban en contacto con documentos importantes, pero sólo cuando la Hokage les ordenaba archivarlos o moverlos de un lado a otro; eso no significaba que tuvieran las credenciales suficientes como para poder leer su contenido que por lo general estaba cifrado.

Eran chunin de la Hoja, estaban entrenados para detectar intrusos sospechosos, y después de pasar tantos años trabajando en la puerta de entrada de Konoha, deberían tener la experiencia suficiente. No entendía cómo los dos podían seguir tan campantes frente a esa mujer siniestra. Parecían algo ebrios, lo que era extraño considerando que estaban bebiendo la ligera cerveza de la casa y no los había visto tomar nada más.

Decidió meterse en la conversación, y para no despertar sospechas en Tamura, le pareció mejor actuar algo achispada. Se pidió otro trago y caminando un poco tambaleante, se estrujó entre los dos, abrazándolos por los hombros.

—¡Chicos! No los había visto —saludó—. ¿Hace mucho que llegaron? —Los dos shinobi parecían confundidos al verla.

—Hola, Natsuki —dijo Tamura con una sonrisa que a la chica le pareció desagradable. La pelirroja fingió su mejor sonrisa y le dio un abrazo.

Relámpago Rojo Crónicas De KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora