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Jungkook dejó escapar un pequeño suspiro mientras alguna melodía de su playlist aleatoria se reproducía en sus oídos a través de los auriculares blancos conectados a su teléfono, a la vez que jugaba con el cable de estos entre sus manos. Dio un pequeño vistazo por la ventanilla del Audi de su madre, negando con la cabeza y volviendo a cerrar los ojos.

Un puto internado.
A sus padres no se les había ocurrido mejor idea para deshacerse de su hijo adolescente con antecedentes de autolesión y problemas para relacionarse que un maldito internado. Un maldito internado donde, como siempre, Jungkook volvería a ser el bicho raro. 

Abrió los ojos cuando el vehículo se detuvo, observando de reojo un enorme edificio de aspecto antiguo, precedido de un camino de piedras y arbustos que llevaban a la entrada de este. Dirigió su vista de nuevo al frente, y sus ojos chocaron con los de su progenitora a través del espejo, pero el azabache apartó la mirada, rodando los ojos y agarrando la bolsa negra situada en el asiento a su derecha. Salió del choche, dirigiéndose al maletero de este para coger su maleta, bufando al ser consciente de como su madre había bajado del Audi también.

"Jungkook..." empezó la mujer con la voz triste, poniendo una mano sobre su hombro.

"Ahórratelo." la reprendió el azabache sin mirarla, cerrando a su vez el maletero.

"Jungkook entiéndeme... Yo no sé qué más hacer." le dijo, y el azabache alzó la mirada, topándose con los ojos desesperados de su madre.

Negó con la cabeza incrédulo. "Empezar por no tratarme como a un juguete roto del que quieres deshacerte estaría bien. Me lo esperaba de papá, ni siquiera ha venido a despedirse, pero no de ti, mamá. Esperaba que cuando dijiste que ibas a mejorar y ayudarme con esto lo dijeses en serio." le espetó, agarrando la maleta con una mano y  colgándose la bolsa en el hombro contrario.

"Cariño, yo... Lo siento mucho, Jungkook. No eres un juguete roto, ni estoy deshaciéndome de ti. Sabes que te quiero con mi vida. Pero yo no puedo con todo. Tu padre y yo estamos poco en casa, y tú necesitas que estén pendientes de ti, y..."

"Y me mandas a un puto internado donde si tengo un puto ataque de ansiedad seguramente lo único que hagan sea decirme que deje de exagerar." la interrumpió, riendo falsamente al terminar. "Nos vemos el viernes por la noche, mamá." se despidió, sin dejar hablar a la mujer y tomando el camino de piedras hasta llegar a los escalones de la entrada.

Caminó por el pasillo apretando el equipaje entre sus manos, con el pulso acelerado y la garganta seca, hasta que llegó al pequeño mostrador que parecía ser la recepción. Al otro lado de este, una mujer de cabello oscuro reparó en su presencia, y Jungkook supo que era su turno de hablar:

"Buenos días, soy Jeon Jungkook. Soy nuevo." le dijo, tratando de no cruzarse con los ojos contrarios, porque él de verdad odiaba hablar con personas extrañas.

La mujer revisó unos papeles, hasta que su dedo índice recayó sobre un nombre, asintiendo con la cabeza. "Jeon Jungkook... Ahora mismo la única habitación con cama libre es la 143, tercera planta. Bienvenido." le informó, tendiéndole un juego de llaves que Jeon tomó con las manos temblorosas. 

"Gracias" masculló, dirigiéndose al ascensor, pero cambiando de rumbo al ver a alguien más introducirse en este, sin darle tiempo de entrar y dirigiéndose entonces a las escaleras. Resopló y elevó la maleta sobre su hombro, comenzando a subir.

Minutos después, Jungkook se encontró a si mismo revisando los números de las habitaciones hasta dar con el suyo. Una vez frente a la puerta situada casi al final del pasillo, Jungkook se llevó la mano derecha a la frente, desordenando sus cabellos en un gesto nervioso.

Por favor, que mi compañero no esté dentro. Pidió, porque él ya tenia suficiente con tener que compartir habitación con algún adolescente tocapelotas como para encima tener que presentarse en el momento justo de su llegada, sin poder al menos familiarizarse un poco con el lugar.

Giró la llave  y abrió la puerta, cerrando tras él y soltando el equipaje, observando atentamente el lugar, que, a simple vista, parecía estar vacío a excepción del propio Jungkook.

Al lado izquierdo de la habitación había dos armarios idénticos, y justo enfrente una cama que parecía ser la ocupada por su compañero, a juzgar por los objetos esparcidos en la mesilla de noche y la almohada extra que yacía sobre el colchón. Jeon llevó entonces la vista a la otra cama, situada junto al baño y resopló, lanzándose sobre esta. Tras unos minutos en la misma posición el azabache decidió que era suficiente, levantándose perezosamente y caminando hacia los armarios, abriendo un al azar y arrugando la nariz cuando lo vio lleno, probando suerte con el otro y dejándolo abierto al verlo vacío, moviéndose hasta su maleta.

Apenas una hora y media después ya estaba instalado en la habitación, suspirando y sacándose la sudadera, listo para irse de cabeza a la ducha. Y, cuando estaba a punto de deshacerse de su camiseta, la puerta de la habitación se abrió, revelando a un rubio que hablaba animadamente con un pelirrosa unos centímetros más bajo que él. Jungkook soltó su camiseta y esta volvió a su sitio, mientras el azabache observaba a ambos chicos: el rubio vestía pantalones apretados negros y una extravagante camisa, sus hebras rubias caían despreocupadamente sobre sus ojos, que lo miraban con confusión. El pelirrosa en cambio lo miraba curioso, con las manos escondidas en la enorme sudadera azul que vestía, junto con los vaqueros del mismo color, que dejaban ver sus rodillas a través de los cortes intencionales que decoraban la tela.

"¿Quién eres y qué haces en mi habitación?" exigió saber el rubio, con una ceja alzada y los brazos cruzados sobre su pecho.

Jeon bufó sin mirarlo, cogiendo unos pantalones de chándal y una camiseta básica. "Me llamo Jungkook. Soy tu compañero de cuarto." le informó, dirigiendo entonces su mirada al cuarto de baño. "Iba a ducharme, así que si me disculpas..." le dijo, dirigiéndose hacia la puerta.

"Espera." lo detuvo el rubio, para después girarse  hacia el pelirrosa. "Minnie, te veo mañana. Tengo algo que resolver ahora." le dijo, y el contario asintió.

"Está bien, Tae. Nos vemos mañana." le hizo saber. "Un placer." sonrió, dirigiéndose al azabache, que solo asintió.

Una vez que ambos estuvieron solos el rubio se acercó a él. "Así que mi compañero de habitación." cuestionó, mirándolo de arriba a abajo. Jeon solo asintió. "Hace mucho tiempo que no tenía uno." le hizo saber.

"No te preocupes, no voy a causarte muchas molestias." le tranquilizó, con un deje de ironía en su voz.

El rubio sonrió. "Creo  que a ambos nos conviene eso." le hizo saber, mirándolo de forma inocente.

El azabache soltó una risa nasal. "Bueno, pues si no quieres nada más, me voy a la ducha." habló, dándose la vuelta y caminando hacia la puerta sin darle la opción de contestar.

Pero el rubio habló de todas formas. "Me llamo Taehyung, por cierto." le hizo saber, y el azabache apretó el pomo de la puerta entre sus dedos, antes de introducirse en el cuarto, cerrando la puerta tras él.

 Taehyung.

Jungkook no era consciente todavía, pero ese nombre iba a quedarse grabado en su mente para siempre, haciendo juego con la tinta de sus tatuajes.

 Butterfly [kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora