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Jungkook bufó, terminando de cerrar su bolsa negra, dando un pequeño vistazo a Taehyung, que terminaba de colocarse el abrigo frente al espejo.

"¿Viene alguien a buscarte?" preguntó, y el rubio se sorprendió de que fuese el azabache quien iniciase la conversación.

"Nop. El padre de Jimin me acercará a casa." contestó. "¿A ti?" fue su turno de preguntar.

Jungkook asintió. "Mi madre."

Kim alzó una ceja, mirándolo con burla cuando sus ojos se cruzaron a través del espejo, y Jeon se cruzó de brazos, con el ceño fruncido:

"¿Qué?" cuestionó.

"Nada, nada." negó el rubio con inocencia fingida. "Solo no me esperaba que un tipo duro como tú tuviese como chófer a su madre." se burló, girándose hacia el pelinegro.

"Este tipo duro no tiene coche, Kim." le dijo. "Igual puedes prestarme alguno de tu colección." le dijo con una sonrisa burlona.

"La única colección que tengo es la de camisas Gucci." le dijo el menor, con los brazos en jarra.

Jeon soltó una risa, y miró la pantalla de su teléfono. "Mi chófer está abajo, nos vemos el domingo, Taehyung." se despidió, desplazándose hasta el umbral de la puerta.

"¡No me extrañes demasiado!" exclamó el contario.

Jeon habló desde el pasillo. "Creo que podré soportarlo" le aseguró, y no alcanzó a oír el reclamo de Taehyung desde la escalera.

Bajó a ritmo rápido, y divisó a  lo lejos una cabellera rosa. Cuando estuvo a escasos pasos del chico, este habló:

"¡Jungkook hyung! ¿Sabes si Tae ha bajado ya?" preguntó, con las manos escondidas en su sudadera.

"Todavía estaba en la habitación cuando he salido, estará a punto de bajar." le hizo saber, recolocándose la bolsa sobre el hombro.

Park asintio. "Vale. Gracias, hyung."

"No es nada." murmuró el azabache. "Nos vemos, Jimin." se despidió, retomando su camino.

"Adiós, Jungkook hyung." se despidió el menor, viendo como el contrario bajaba la escalera.

El azabache visualizó el coche de su madre desde la entrada del edificio, aparcado al otro lado de la acera. Avanzó hacia este a la par que desenredaba el cable de sus auriculares, para tratar de evitar una conversación que sinceramente, no tenía ganas de establecer.

Cerró la puerta del vehículo y se acomodó en el asiento, sin decir ni una palabra. Su madre lo miraba a través del espejo, acababa de salir de trabajar, Jungkook pudo notarlo por su atuendo.

"Kook, ¿qué tal la primera semana, cariño?" quiso saber, a la vez que arrancaba, y el edificio quedaba atrás.

"Bien." fue lo único que respondió el pelinegro, colocándose los auriculares y cerrando los ojos. Ya iba a tener suficiente con la cena familiar.

Cuando ambos llegaron a la casa familiar Jungkook se bajó del coche de forma desinteresada, caminando hasta la puerta principal, esperando a que su madre se reuniese con él.
Pasó por el salón, dirigiéndose a la escalera, y subiendo hasta su cuarto rápidamente. Se movió hasta el armario y sacó algunas prendas que había echado en falta, sacando de su bolsa las prendas que necesitaba lavar, volviendo a la planta de abajo; no sin antes sacarse la chaqueta y los zapatos.

Caminó hasta el cuarto de la lavadora, dejando las prendas allí y volviendo al salón, donde su dos progenitores estaban ya reunidos. Jeon rodó los ojos cuando los vio allí sentados, esperándolo para cenar, y caminó hacia la mesa con desgana.

"Eh, campeón ¿Qué tal la semana?" preguntó su padre, y el azabache bufó.

"Bien." fue de nuevo lo único que respondió de nuevo, fijando la vista en su plato.

"Pero cuéntanos, ¿qué has hecho?" insistió el hombre, y Jungkook soltó el tenedor, alzando la vista y topándose con los dos pares de ojos que lo observaban.

"Me he peleado con el mismo tipo tres veces porque al parecer tiene una especie de fijación conmigo, he conversado con mi compañero de habitación, que no es tan desagradable como pensaba, y he encontrado un lugar tranquilo para comer." relató, viendo como las sonrisas contrarias flaqueaban. "Pero no os preocupéis, no he tenido ningún ataque, ni me he hecho nada, llevo limpio casi un año y medio y eso no ha cambiado." espetó, sosteniendo la mirada durante unos segundos más, antes de sonreír. "Ahora vamos a cenar."

Sus padres se miraron, y fue su madre quien habló. "Jungkook... Sabemos que hemos hecho muchas cosas mal... Pero no tienes que tratarnos así. No teníamos ni idea de qué hacer. No es fácil que un día te llamen porque tu hijo ha tenido un ataque de pánico en mitad de la clase y se ha desmayado, y que cuando vayas a verle al hospital, le veas el brazo lleno de cortes. No es fácil saber que tu hijo no confía en ti, que piensa que no harías nada para ayudarlo." habló, notando cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

"Tampoco es fácil ser tan débil como para que tú única forma de conseguir algo de consuelo sea pasarte una cuchilla por el brazo. No es fácil tener que fingir que todo está bien cuando estás al borde del colapso." contraatacó el azabache, mirándola a los ojos. "Lo siento mucho, mamá. Siento mucho ser un impertinente, siento mucho pagar mi frustración contigo." se dirigió a la mujer, que lo observaba con ojos tristes. Se giró entonces hacia el hombre sentado a su izquierda. "Lo siento mucho, papá. Siento mucho ser una vergüenza de hijo y no saber guardar la compostura como a ti te gustaría." le dijo, con los ojos duros.

"Jungkook..." empezó el hombre, frotándose la sien. "No eres una vergüenza, no lo has sido ni lo serás nunca. Eres mi hijo, lo que más quiero en el mundo. Sé que no me crees, sé que te dije cosas horribles Kook, y no hay día que no me arrepienta." le aseguró, alargando la mano sobre la mesa hasta rozar la de su hijo.

Pero Jungkook se levantó de la mesa, con los ojos hinchados y las manos temblando. "No puedo. Lo siento mucho. No todavía." les dijo, antes de darse la vuelta y andar hasta la escalera.

La mujer hizo el amago de levantarse tras él, pero su marido la detuvo. "Déjale. Necesita su tiempo y nosotros vamos a dárselo." le dijo.

Jungkook se tumbó sobre la cama, limpiándose los ojos con furia. Entonces, recordó las últimas palabras que Taehyung le había dicho esa misma tarde:

¡No me extrañes demasiado!

En apenas una semana ya se había acostumbrado a la personalidad extravagante del castaño. Se había acostumbrado a todo lo que conllevaba ese edificio, porque le hacia olvidarse de todo lo que tenía en casa.

Quizá algún día todo vuelva a ser como antes. 

Pensó, justo antes de cerrar los ojos y luchar por quedarse dormido.

 Butterfly [kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora