Aparecen giros inesperados en la vida de Iván, un joven escritor muy famoso y talentoso. Él recuerda mucho su estadía en la universidad y fue entonces dónde se enamoró de Jéssica, la profesora más joven de su facultad. Años después se reencuentra y...
7:00 AM a esa hora estuve en la puerta del estudio de Jake y tuve la ocurrencia de tocar la puerta, cuando la verdad nunca lo hacía. -¿Te levantaste con el pie derecho?.-dice Jake abriéndome la puerta. -No diría eso. -¿No cuidabas a tu hermano menor? -Ayer se quedó en casa de su compañero de clase.-dije algo soñoliento. -¿No dormiste bien?.-dice Jake.
Jake se ausenta por unos minutos y me trae una taza de té muy caliente, el aroma a jazmin me tranquilizaba y en estos días lo necesitaba. JAKE era un tipo que se trasnochaba hasta acabar una melodía pero hoy estaba fresco como una lechuga. -¿Te duchaste?-pregunté. -Debo mantenerme anergético.-dice Jake.-Por cierto debería visitar a Renata. -¿En urgencias?-dije riendo. -No sería malo.-dice Jake algo serio. -No puedo.-dije.-¿Qué haces cuando te sientes angustiado? -Mmmmmm suelo llamarte.-dice Jake.-por eso a veces salimos a divertirnos. -¿y si nadamos?.-dije finalmente. Después de tiempo nos fuimos a una piscina pública, la verdad era que detestaba los lugares públicos, pero Jake decía que deberíamos salir fuera de nuestro confort. Al regresar a casa me topo con la mirada de Jéssica, la cual quedé helado.
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-¿Recién llegas?-dice Federico.
-¿Te fuiste a nadar?-pregunta Rafael justo cuando dejé caer mis lentes acuáticos. -Puede que sí...-dije -¿Con quién?-pregunta Federico. -Seguro tienes novia.-dice Rafael. -Mi hermano rechaza a muchas.-dice Federico riendo.-habrá salido con Jake.
Al entrar a casa me sentí más a salvo y eso que Jéssica estaba atrás mío. Jake y Federico tenían que terminar el proyecto de ciencias para presentarlo el viernes, así que como hermano responsable que soy traté de ayudarlos mientras Jéssica se ocupaba del almuerzo. -Deberías ayudar a la mamá de Rafa.-dice Federico. -"Hay palabras que matan".-pensé.
Bajé y Jéssica estaba en una llamada, así que me quedé escuchándola desde la escalera. Al parecer era una videollamada con su mejor amiga y cuando lo descubrí entré a la cocina inmediatamente. -¿Te ayudo en algo? -Yo me encargo.-dice Jéssica. -Déjalo que te ayude.-dice su amiga de la videollamada. -Ya está todo solo falta...-dice Jéssica. -Haré el refresco.-dije acercándome a las gabetas superiores. -Hola me llamo Rosie.-dice la mejor amiga de Jéssica. -Un gusto, soy Iván.-dije. -¿Estás soltero?-dice Rosie. -¿Cómo le vas a preguntar eso?.-dice Jéssica algo avergonzada. -Sí, estoy soltero.-dije riendo mientras preparaba el refrezco en una jarra. -¿y por qué?-dice Rosie. -Una más y te cuelgo.-dice Jéssica. -No te preocupes.-dije.- se ve que tu amiga es muy divertida. -La verdad que sí, Jéssica constantemente es malhumorada.-dice Rosie. -Creo que sí.-dije sin pensarlo. -No soy malhumorada.-dice Jéssica amenazándome con un cucharón de madera. -Oye no lo amenaces con el cucharón.-dice Rosie. -No lo hago.-dice Jéssica ocultando el cucharón. Terminé de endulzar y llevé la jarra al comedor. -¿Quieres morir?.-dice Jéssica a su amiga. -No sabía que era tan guapo.-dice Rosie. -Aún te puede escuchar.-dice Jéssica.
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Al terminar de almorzar los chicos subieron para dar unos retoques a su proyecto. En mis tiempos no participaba de esas ferias, la verdad no me interesaba, pero ellos estaban diseñando una app, a mi edad no tenía ni idea de como se hacían esas apps.
Jéssica estaba en la sala, mientras yo lavaba los platos cómodamente y es que hacer eso, me desestresaba. Era muy raro a experiencias placenteras, normalmente me gustaba lo cotidiano de este mundo. Al culminar me uní a Jéssica y fue ella quién rompió el hielo esta vez.
-Mi amiga y sus preguntas.-dice Jéssica algo nerviosa. -Me cae muy bien.-dije. -Ella no es tan reservada, es de mi edad y es muy liberal.-dice Jéssica. -Debería conocerla.-dije riendo. -¿Te siguen gustando las mayores?.-dice Jéssica siendo sarcástica. En ese momento me sentí avergonzado, pero no me incómodo y traté de simularlo. -No lo sé.-dije seriamente. Los chicos bajaron de repente y expusieron su proyecto a nosotros. Realmente fue genial verlos muy apasionados en su proyecto, realmente eran unos genios.
Cuando Jéssica y Rafael se despedian desde el auto, mi corazón poco a poco se debilitaba y es que la sonrisa de Jéssica hizo que este joven se emocionara. Cada vez que eso sucedía mis acciones se volvian lerdos.
