Capítulo 31: Hola de nuevo

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 Las dos semanas han pasado a un ritmo frenético porque he intentado estar ocupada gran parte del tiempo, pero esta noche no puedo dormir, me siento impaciente. Mañana volverá Diego. Estoy contenta como nunca, jamás me había alegrado tanto de ver a una persona, pero los días que he estado sin él el vacío no ha desaparecido.

He estado mucho rato escribiendo todo lo que sentía. Había esperado tanto este día... En unas horas volveré a verle. No quiero volver a estar alejada de él.

Entre todos mis pensamientos, al estar terriblemente cansada a causa de la rehabilitación, reparo en el silencio de la habitación por un tiempo indefinido, y finalmente me quedo dormida.

Al despertar, mi primer pensamiento es para Diego. Ha vuelto, aún no lo creo. Me visto y estoy más animada que en los últimos días, verle de nuevo me ha devuelto la fuerza que en estos días no sentía en mí.

Escucho música hasta que es la hora de rehabilitación, pero decido ir antes de tiempo porque necesito hablar con él y no puedo esperar ni un segundo más. Justo en el momento en el que salgo de la habitación veo llegar a mi madre.

—¿Estás tan contenta porque dentro de tres días volverás a casa? —pregunta con una sonrisa que hacía días que no veía.

—¿Qué? Ahora no me importa. Solo quiero verle. —La ignoro y creo que se molesta un poco, pero esta mañana estoy concentrada en una persona y no escucho a mi alrededor.

—¿A quién? ¿De qué hablas? —cuestiona, ajena al verdadero motivo de mi felicidad.

—De Diego, mi fisioterapeuta —me apresuro a responder.

—Es muy importante para ti, ¿verdad, cariño? —dice, suavizando su expresión.

—Más que lo que pasa a mi alrededor. —Parece que el tiempo me apremia y siento una urgente necesidad de llegar a rehabilitación, no soporto las esperas.

Recorro todo el camino que me sé de memoria, pero no veo gente a mi alrededor, no puedo dejar de sonreír. Cuando llego a rehabilitación aún es temprano y no hay nadie en el gimnasio. Pero detrás de mí alguien me abraza.

Me giro, y Diego está a mi lado. Le abrazo con toda la fuerza que tengo. Nos quedamos así un tiempo, ya que no me importa nada que no sea él. Le he echado más de menos de lo que las palabras pueden expresar. Cuando nos separamos, me escuecen los ojos porque he llorado.

Me seca las lágrimas que aún no han abandonado mi rostro y me esfuerzo por hablar.

—Te he echado tanto de menos... No te he podido olvidar, no lo podría haber hecho ni aunque quisiera.

—No lo tienes que hacer. Estoy aquí para quedarme, ¿vale? —dice y siento que todo es un sueño del que aún no he despertado.

—Parece tan irreal, como si fuera un espejismo...

—No lo es, Elise, he vuelto, y es una realidad el estar juntos —me dice con una sonrisa.

—Te quiero tanto que estos meses solo han servido para hacerme daño —digo en voz baja.

—Puede que sea eso lo que pienses, pero lo que te hace daño también te hace más fuerte, aunque no lo creas. Olvida todo lo pasado, piensa que ahora estaremos juntos por fin. Te quiero, Elise.

Cuando lo acaba de decir me besa, y es el mejor beso de mi vida. Un beso que demuestra tanto amor en un gesto y que a la vez me dice mucho más que eso. Después del que quizá haya sido un gran momento en mi vida, vuelvo al presente, y me siento tan feliz de ver que ha vuelto.

Puedo escuchar su voz otra vez, puedo verle de nuevo. Vuelve a estar conmigo y no me importa nada más.

—Te he echado de menos, Elise. He pensado mucho en ti.

365 días para cambiar (Vuelta a Wattpad por tiempo indefinido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora