Capítulo 35: Tiempo

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—¿Estás lista, Elise? —me pregunta mi madre desde la cocina. Es lunes y voy a volver a hacer rehabilitación. Mientras voy en el coche, pienso en que en vez de haberme enamorado de Diego perfectamente podría haber ocupado mi corazón Drew, porque es un chico sensible, simpático, que sé que siempre estará conmigo, y que además siente algo por mí. Me hubiera podido enamorar de él en primer lugar, pero sin saber por qué desde el primer segundo en que vi a Diego no pude parar de pensar en él. En cambio, al conocer a Drew supe que tenía a un gran amigo y con Diego supe que había encontrado el amor.

—¿Por qué estás tan callada esta mañana? —me pregunta mi madre cuando hasta ahora lo único que se escucha es el sonido del motor y las ruedas por la carretera.

—Estoy cansada —pongo una excusa cualquiera porque no quiero decirle qué estoy pensando.

—¿Seguro que no pensabas en Diego? —¿Desde cuándo me lee la mente? Decido no responder porque no quiero hablar con ella sobre Diego y mis dudas respecto a su hermano. Así que decido ignorarla y escucho música para distraer mi atención de todos los pensamientos confusos.

—¿Ha pasado algo, cariño? —me pregunta cuando me ve tan callada. Levanto sospechas cuando después de una hora en el más absoluto silencio me muestro con pocas, o más bien nulas, ganas de hablar.

—Todo está bien. Solo que aún no me he acostumbrado a mi nueva vida —repongo, tajante.

—Es normal, ahora te enfrentas a muchos obstáculos nuevos... —me vuelvo a poner los auriculares y durante todo el trayecto no hablamos más. La relación que tengo con mi madre no demuestra demasiado afecto, aunque siempre me quiere ayudar, pero en comparación hablo más con mi padre.

—Ya hemos llegado —dice mientras aparca el coche una calle antes de llegar al hospital. Me ayuda a salir del coche y recorro los pasillos hacia el gimnasio.

—¿Quieres que me quede contigo? —pregunta, porque sé que no tiene nada que hacer, ya que ahora está de vacaciones y me debe acompañar de vuelta a casa.

—No es necesario, puedes quedarte en la sala de espera —respondo bastante cortante—. Pero si quieres venir... —añado para suavizarlo un poco.

—Estaré en la cafetería. —Le doy la espalda y me alejo hacia el gimnasio.

—¿Cómo llevas el regreso a casa? —me pregunta Diego una vez me ve llegar. Me abraza y decido que no hablaré de que hace apenas unas horas he ido con Drew al cine y no con él. En realidad, sabe que soy la amiga de su hermano, así que no le molestaría, pero tampoco tengo que contarle mi vida en todo momento.

—Aún me estoy acostumbrando, el hospital ha sido mi hogar por unos meses...

—Te he echado de menos.

—Solo hemos estado separados durante el fin de semana. —No sé desde cuándo está tan atento conmigo, es extraño, e inconscientemente me empuja a desconfiar un poco. Nos besamos y me doy cuenta de que yo también le he echado de menos, he estado tan ocupada que me he olvidado un poco de él, pero hoy es lunes y durante los días que quedan le veré cada día.

—Esta tarde no tengo nada que hacer... ¿Podemos quedar? —me dice, inseguro de sí mismo, y la inseguridad con la que habla aún me genera más dudas.

—Claro, donde quieras.

—Tengo algo que decirte... —sabía que debía desconfiar, algo me lo decía, quizás el tono de sus palabras o el hecho de mostrarse cariñoso conmigo, como si intentara suavizar lo que vendrá después.

—¿Qué es? —me muestro impaciente porque no quiero que me oculte nada y necesito saber qué es lo que me debe decir. Y aunque cada vez que habla en ese tono intuyo que no será algo precisamente alegre, es peor la inseguridad que tengo estos instantes ante la expectación a lo que me dirá.

365 días para cambiar (Vuelta a Wattpad por tiempo indefinido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora