Capítulo 28: Semanas

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Después de la visita del señor Ruiz he seguido pensando sobre cuál era mi sueño. Tengo muchas dudas, y por el momento todo es incierto y la única certeza que tengo es que siempre habrá gente a la que no le gustará lo que hago, pero también habrá quien me ayudará, y pienso que debería escuchar más a las personas que solo quieren ayudarme y que con sus críticas y observaciones hacen que mejore y no a aquellas que me quieren destruir para que abandone mis sueños. Muchos sueños han sido abandonados porque alguien ha venido para hacerme daño, pero ahora veo que no me debería afectar. No entiendo por qué abandoné cosas que me gustaban solo porque no eran del agrado de otra persona.

Quizás podría ser compositora, combinaría mis dos aficiones, la de escribir junto con la música. Una canción no deja de ser un poema con música.

Paso gran parte de lo que queda de día escuchando música, porque a veces me siento identificada con las canciones que escucho, los mensajes que transmiten las letras acostumbro a relacionarlos con muchos sentimientos.

El móvil suena, y cuando veo quién es, se me ilumina la cara y una sonrisa aparece en mi rostro.

—¡Hola, Elise! —dice una voz animada al otro lado de la línea—. ¿Te olvidaste de mí?

—¡Drew! No, desde luego que no me he olvidado de ti, pero estos días he estado un poco ocupada con mi compañera de habitación. —Recuerdo los ratos que he pasado al lado de Sarah.

—¿Mi sustituta no te caía mal? —pregunta como si no encajara algo de lo que le estoy diciendo.

—No es tu sustituta, nadie lo podrá ser. Y tampoco he dicho que seamos mejores amigas, pero si puedo ayudarla, lo intento.

—Está muy bien, Elise. Pensé que no la podías ni ver, ¿a qué se debe el cambio de actitud? —una vez más siento que Drew está de mi lado y que puedo hablar con él sin importarme nada más.

—Todo el mundo se sorprende porque al principio cada vez que la veía estirada en la cama salía de la habitación de forma automática, solo estaba con ella por las noches, pero la evitaba siempre que podía. Entonces llegó el día en que fuimos al bosque y todo cambió, empecé a verla de distinta manera, y me di cuenta de que las apariencias muchas veces engañan.

—¿Fuiste al bosque que hay al lado del hospital? —pregunta sorprendido.

—Es un lugar muy bonito donde ahora que hace buen tiempo me gustaría volver a estar, por ejemplo, para pasar un rato escribiendo.

—Si me hubiera quedado más tiempo, habríamos ido juntos. —Cada vez que hablo con él siento melancolía. Le echo de menos, a pesar de que ya no está tan presente en mi mente.

—Y tú, ¿cómo estás? —quiero dejar de ser el centro de atención, así que hablo de él.

—Me he recuperado bien de la operación.

—De verdad que me alegro que todo haya salido bien. ¿Sabes cuando te dije que me iría pronto? Pues resulta que un mes después sigo esperando. Ya no sé cuánta esperanza de irme queda en mí.

—Si no te dejan ir a casa es porque no quieren que empeores, han conseguido mucho, y aparte de eso deben tener algún motivo más.

—Hace unos días tuve un gran dolor cuando llegué a rehabilitación —relato—. Y los días que siguieron tuve que estar medicada.

—¿Te causaba dolor que mi hermano no estuviera aquí? —dice riendo, pero después de recordar lo que pasó no le veo la gracia.

—Ese dolor es diferente, no hablamos del mismo tipo de sufrimiento —respondo sabiendo que en la vida a veces es difícil determinar qué dolor es más fuerte, si el físico o el emocional.

365 días para cambiar (Vuelta a Wattpad por tiempo indefinido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora