20 (Final)

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Capítulo 20

Después de cinco días de búsqueda, Sang-ho encontró a Kim cerca del lago principal de las laderas del sur. Namjoon seguía la pista que un pulpero le había vendido.

El grupo acampaba a la orilla del río. Habían decidido pasar la noche allí y seguir al día siguiente rumbo al próximo poblado.

Tres meses atrás, Kim había abandonado La Solar en busca de su omega, jurándose que, hasta que no lo hallará, no regresaría a su hogar. Volvería con Taehyung o no volvería. Cada día que pasaba, la desesperanza lo agobiaba. Ni una pista certera, nada que le indicara que realmente se trataba de él. Siempre iba acompañado de un grupo de cinco hombres que rotaban cada quince días, lapso después del cual regresaban a La Solar, para dejar su lugar a otros peones que se le unían en la búsqueda. Sus hombres estaban desconcertados con el comportamiento del patrón. Había renunciado a la administración de las estancias de Choi, y había dejado La Solar y los otros campos en manos de Dowoon. El saladero estaba a cargo del segundo de Kim en ese sitio, un hombre de su confianza.

Sang-ho llegó al campamento ese atardecer, pero no encontró a Namjoon. Uno de los peones le indicó que galopaba por algún lugar no muy lejano.

-Siempre hace lo mismo antes de cenar. Se monta al padrillo y desaparece horas. Después llega, tan callado como se fue, cena, y se pierde por ahí, caminando - explicó el hombre a Sang-ho-. Está enloqueciendo con el asunto de su omega.

Sang-ho decidió esperarlo en el campamento. El peón le ofreció un refrigerio que engulló gustoso. Estaba famélico; hacía más de un día que no comía. Había abandonado tan de prisa la casa de los Jeon que no tuvo tiempo de preparar las reservas suficientes para un viaje tan largo. Además, pensó que hallaría a Kim antes; jamás lo imaginó tan alejado. Según el último mensajero, se encontraba al norte de Bellafire, cerca de Sannia.

Cuando oscureció, los hombres se acercaron al fogón para devorar el guiso. Comían callados, sólo se escuchaba el chasquido de las cucharas sobre los platos de hojalata. De vez en cuando, uno de ellos lanzaba un comentario corto al que nadie prestaba atención.

Se dieron vuelta cuando escucharon los cascos del padrillo de Kim. La oscuridad les impedía verlo, pero al poco rato la imponente figura de Namjoon sobre el caballo se presentó ante el grupo. Frenó el animal cerca de la rueda de hombres y, sin apearse, preguntó:

-¿Llegó el mensajero?

Nadie le respondió. Entonces, Sang-ho se incorporó y, quitándose la boina, lo saludó.

-Viva Bellafire. Buenas noches, patrón.

Namjoon aguzó la mirada y reconoció al hombre. Se apeó del caballo y se encaminó hacia él, entre sorprendido y preocupado.

-¿Sang-ho? ¿Qué haces aquí? ¿Sucedió algo?

Namjoon se puso pálido, aunque nadie lo notó en la penumbra nocturna. El pulso se le aceleró; presentía algo malo.

-¿Puedo hablar con usted, patrón? -le preguntó Sang-ho, alejándose un poco del grupo de hombres.

Se encaminaron a la única carpa del campamento, que era la de Kim. Entraron. Un jergón, una mesita pequeña con algunos papeles y una banqueta de lona eran todo el mobiliario. Namjoon encendió la lámpara de aceite y desplegó una sillita.

-Siéntate, Sang-ho. Vamos... Dime qué sucede.

-El niño Taehyung ha regresado.

Kim se puso de pie de un salto y se llevó las manos a la cara.

-¡Gracias, Dios mío! -exclamó-. ¿Está bien, Sang-ho? ¿Él está bien? El bebé... ¡Dime lo que sea, Sang-ho, lo que sea!

Namjoon lo tomó por los hombros con tal ímpetu que lo obligó a ponerse de pie. Comenzó a sacudirlo. El peón lo miraba atónito; nunca lo había visto tan descontrolado.

COMO LA MARIPOSA - [NamTae] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora