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Capítulo 14

Había pasado más de un mes desde la muerte de Jimin, y Taehyung no lograba sobreponerse al dolor y a la tristeza de lo que para él no había sido otra cosa que un crimen. Callado y taciturno, resultaba difícil arrancarle una sonrisa.

Kim no podía quitarse de la cabeza esa mañana. Sang-ho había sido enviado a Santos Lugares para traer noticias y cuando llegó con el anuncio de que Jimin y SeokJin habían sido fusilados, Taehyung empezó a temblar. No lloraba, tan sólo temblaba. Kim lo abrazaba muy fuerte, pero el cuerpo de Taehyung continuaba estremeciéndose.

Con dificultad, le hicieron beber un poco de láudano. Una hora más tarde descansaba en cama, con un sueño intranquilo, desasosegado, murmurando incongruencias.

Taehyung jamás lloró. Después de aquel día, se abismó en un largo y profundo silencio. Namjoon habría preferido que gritara y pataleara, que lo culpara a él de esa desgracia si era necesario. Su deseo no se cumplió.

Estaba abatido; no soportaba ver a Taehyung en aquel estado. Llegó a detestar a Jimin; estaba celoso de él. No podía dejar de preguntarse si Taehyung sería capaz de sufrir por él tanto como por Park. Y la idea de que él no era motivo suficiente para que Taehyung recuperase la alegría de vivir lo lastimaba como nada.

****

Catusha visitaba la casa grande casi todos los días. Era una excelente compañía para Taehyung; solía hablarle de tonterías y, por momentos, le hacía olvidar su pena. Además, leían juntos y, a veces, hasta tocaban el piano.

Una de las tantas mañanas en que Taehyung, sin ánimos para salir de la cama, había pedido que le llevaran el desayuno a su dormitorio, Catusha se apareció por allí con la bandeja del té. Al principio, Taehyung se sintió incómodo; no era ése el lugar ni eran ésas las circunstancias en que solían encontrarse. Sin embargo, la naturalidad con que Catusha arrimó una silla al borde de la cama y se sentó frente a él, con las manos cruzadas sobre el regazo, hizo que pronto su malestar se disipara.

—Nadie mejor que yo puede comprenderte en este momento —dijo Catusha con sencillez.

Era la primera vez, desde la muerte de Jimin, que le hablaba en ese tono. Hasta ese día había actuado como si no estuviera enterada de la tragedia. Taehyung la miró expectante.

—Yo conozco tanto tu dolor, querido, tanto… —continuó la mujer—. Es como si te hubiesen clavado un puñal aquí, en el corazón, y lo revolviesen dentro, una y otra vez. Duele tanto… Tanto que sientes que enloquecerás del sufrimiento. Tal vez por eso no estoy del todo cuerda… —Sonrió, con amargura—. Cuando fusilaron a mi Ken, yo… —Por un momento, la voz de Catusha se quebró, pero no tardó en sobreponerse—. Yo sé, Taehyung, por qué mi hijo me odia. Él piensa que yo enloquecí cuando quedé embarazada de él. No… Yo estaba feliz llevándolo en mi vientre. Era tan feliz… ¡Pobre angelito mío! ¡Cuánto lo he hecho sufrir! Querido, no cometas el mismo error que yo. No pierdas lo mejor de tu vida por alguien que ya nunca más estará a tu lado. No lo hagas, Taehyung. Debes reponerte y volver a ser el mismo joven lleno de vitalidad que siempre has sido. Hazlo por él, no le hagas más daño del que yo le hice. Te lo suplico.

—¡Mamá!

Las mujeres se sobresaltaron. La figura imponente de Kim en la puerta las sobrecogió.

—Vamos, mamá; Taehyung debe descansar—dijo Namjoon, con auténtica preocupación.

Catusha y Taehyung cruzaron una mirada cómplice.

****

Desde aquel día en que Catusha se mostrara tan sensata, Taehyung comenzó a sentirse mejor y, poco a poco, recuperó sus ganas de vivir. Volvió a sus paseos por la estancia, a visitar las casas de los peones, a remojar los pies en la fuente de las macetas. En fin, se sentía otra vez él mismo.

COMO LA MARIPOSA - [NamTae] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora