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Capítulo 5.1

Namjoon cerró los ojos. No deseaba dormitar: necesitaba pensar. Taehyung, sentado frente a él en la volanta, continuaba leyendo su libro de tapas rojas, aunque sabía que hacía media hora su mirada se perdía en la misma página.

Se había casado con el omega porque quería unirse a alguien de alcurnia que le quitara el último vestigio de su pasado. El dinero había hecho mucho. Su estrecha relación con Choi había hecho otro tanto. De todas maneras, él sabía que la gente lo miraba con desprecio y arrogancia por su origen incierto, por ser un bastardo. A veces deseaba gritar a los cuatro vientos su verdad; pero no podía, había hecho una promesa.

No era la mirada altiva de las personas lo que le molestaba; simplemente necesitaba blanquear su apellido para que los negocios se le facilitaran. Además, deseaba un heredero que continuara lo que él había construido. Por eso había elegido a ese omega. Tae era de la más alta sociedad, su abuelo era alguien muy reconocido, y sus tíos y familiares vivían la buena vida en el extranjero.

Pero, ¿por qué insistía en ese razonamiento? Él jamás se había engañado. ¿Por qué lo estaba haciendo ahora? ¿O acaso no recordaba el primer día en que lo vio? En la iglesia, después de la misa del domingo, con unos ropajes blancos que lo hacían lucir como un ángel.

—Ni lo piense, señor Kim —le había susurrado al oído Park Shin-hye en esa ocasión—. Es inalcanzable.

Park no sabía que para Namjoon nada era inalcanzable. Sin embargo, debía reconocer que por aquellos días Jeon Taehyung se le había convertido en una obsesión. Era difícil encontrarlo en las fiestas, casi nunca iba. Más raro aún era hallarlo paseándose por ahí, aunque en contadas ocasiones lo había visto montar su caballo, alejado de todos y sin dirigir una mirada al grupo de gente; jamás asistía a tomar el té a lo de Anya los miércoles. La obsesión lo llevó a averiguar acerca de su familia. Park Shin-hye lo puso al tanto de la situación económica en la que se encontraba su abuelo...

Namjoon entreabrió los ojos al escucharlo estornudar. Había sido un sonido corto, un tanto potente, y hasta divertido. Observó al omega repasar su nariz con un pañuelo y sus modos le resultaron tan atrayentes que no pudo evitar que su pecho se llenara de una sensación de orgullo. Taehyung era distinto a todos. Su rebeldía, su inteligencia, su libertad, lo hacían diferente. Sus arrebatos e ímpetus eran definitivamente divertidos.

¿Debería importarle al alfa los sueños románticos de un omega que nada entendía de la vida, que siempre había tenido todo en bandeja de plata, que jamás había pasado hambre o frío? Su inflexibilidad, su extrema severidad, incluso su crueldad, le habían merecido a Kim el famoso apodo: el diablo. Pero ser así le había servido, y mucho. Su mundo era distinto, al cuento de hadas en el que parecían estar los niños y niñas bien de la ciudad. Vivir en medio del campo, entre gente ignorante, teniendo que llagarse las manos hasta verlas sangrar nada más que por unos centavos para comer, y defendiendo lo poco que tenía con uñas y dientes, eso no era un cuento de hadas. Manejaba las armas como nadie y era famoso por sus puñaladas certeras y mortales, con lo  que se había ganado, desde muy joven el temor y el respeto de los alfas, y betas de esas regiones e incluso, traspasando fronteras.

—¡Señor Kim, estamos llegando!

La voz del lacayo resonó dentro de la volanta y sobresaltó a Tae y Dahyun. Namjoon no tardó en salir de su ensimismamiento.

COMO LA MARIPOSA - [NamTae] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora