COMO LA MARIPOSA - [NamTae]

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Capítulo 8

—Taehyung… Taehyung… —murmuró con voz grave.

La mujer se estremeció junto al cuerpo de Namjoon cuando lo escuchó musitar ese nombre. Pero no dijo nada, no hizo nada, se limitó a mantenerse quieta en su sitio.

Kwon Mei era una omega que había sido amante de Kim desde hacía más de cinco años. Bastante mayor que él, todavía conservaba algo de la despampanante belleza de sus años mozos, y toda su maestría en la cama. En eso nadie la superaba.

Mei había llegado a Bellafire muchos años atrás, escapando de un amante que había amenazado con matarla si volvía a verla.

Pronto se convirtió en la madame de uno de los burdeles más famosos de la ciudad, a punto tal que su renombre llegó hasta las más altas esferas del gobierno de Bellafire.

Años atrás, cuando el ministro decretó el destierro de las protitutas, ella se valió de sus contactos y pudo permanecer en la ciudad escondida en una casa que le alquiló su nuevo amante, un joven y apuesto militar.

Namjoon tenía dieciséis años en aquel entonces y solía frecuentar la casa de señoritas cada vez que Choi lo enviaba a la ciudad con algún encargo. Las meretrices se peleaban por atenderlo: la potencia y el tamaño de su miembro eran cosas que ya todas conocían. Y,  a pesar de que Namjoon sólo quería acostarse con ella, la madame del local le sonreía sardónicamente, le palmeaba la cabeza y le decía:

—Ya hablaremos cuando dejes de ser niño.

Un día en que Mei estaba en la casa que le alquilaba uno de sus nuevos amigos, Namjoon llamó a la puerta.

—Ya dejé de ser un niño. Hablemos.

La mujer quedó estupefacta y boquiabierta. Kim tenía para entonces más de veinte años, y ciertamente había dejado de ser un chiquillo. Se había convertido en un hombre que destilaba virilidad por los poros. Su rostro, era tan atractivo que deseó besarlo en ese mismo momento. Y así lo hizo.

Abandonó a su amante de turno y la casa donde vivía, y se instaló en la que le alquiló Namjoon, lejos de la ciudad, cerca de las barracas del puerto, donde acababa de abrir su saladero.

La relación fue explosiva desde un primer momento, desde el preciso día en que él llamó a su puerta. La arrojó al suelo del hall de entrada, pateó la cancela para cerrarla y tuvieron sexo ahí mismo. Lo hizo casi con rabia, sin interesarle siquiera si había alguien dando vueltas por la casa. A Mei pareció importarle; sintió que por primera vez en su vida tocaba el cielo con las manos.

—Me casaré con él por su apellido —dijo un día Namjoon mientras encendía su acostumbrado cigarro, después de haberse acostado.

—A pesar de mi dinero y la amistad con el rey Siwon, para ellos sigo siendo un bastardo. Necesito que mi descendencia se libere de esta carga.

Mei sintió que la traspasaba con la mirada. Los ojos de Namjoon siempre la habían estremecido; algo de temor, algo de pasión… algo de amor. Kim no era hombre con el que se pudiera jugar. Ella conocía muy bien su historia y sabía que no era ningún santo. Más aún, sabía que era capaz de cualquier cosa con tal de cumplir sus objetivos y defender lo suyo. Era imprevisible. Sí que lo era.

El alquiler de la casa no le importaba, ni tampoco los vestidos que le compraba, ni los alimentos que comía, ni los sirvientes que la atendían. Lo único que contaba era que se había enamorado profundamente de él.

—Taehyung… —volvió a susurrar Kim en sueños. Mei sintió que el corazón se le contraía.

Cuando volteó hacia él. Pudo ver el cómo una lágrima rodaba por su mejilla.