NO RECORDABA CON EXACTITUD LA última vez que me habían apuñalado en el estómago de esa forma y lo habían hecho pocas veces las cuales ya me había acostumbrado, arriesgar mi vida por la de mis compañeros, rehenes o jefes era más un deber que hacer al tener el trabajo de agente. Tu vida no importaba si te arriesgabas o no, aún así ya tenías precio por tu cabeza una vez que trabajabas luchando contra mafias y esa mierda.
Pero después de arriesgar la vida por mis compañeros, aún así seguía viva y con un precio alto por mi cabeza. La muerte para mí no significaba mucho, todos moriremos alguna vez en nuestras vidas y nunca será inevitable hacerlo.
—Llama a la enfermera, ya está despertando.— Una voz conocía había hablado en un lado mío en un tono preocupado.
Gruñí a lo bajo tratando de abrir mis ojos pero la luz blanca de la habitación me había cegado por completo. En pocos segundos, había notado el olor a medicina y morfina en la habitación mientras escuchaba los pitidos de la máquina en donde diagnosticaban mis latidos.
Intenté enderezarme bien en la incómoda cama pero un dolor en el estómago había hecho que volviera en la antigua posición en la que estaba.
—Intenta no moverte mucho, la herida aún sigue sanando.
Exhalé con pesadez y abrí mis ojos con lentitud, miré a mi lado para así encontrarme al hombre que pensé que no vería en meses.
—¿Gavin?— Pronuncié con dificultad, ya que mi garganta se sentía como el maldito desierto de Sahara.
El de ojos grises desvió con rapidez su mirada esbozando una sonrisa, dejando que sus hoyuelos se hicieran notar para después abrazarme pero siendo cuidadoso en el intento. Mi cuerpo ya no se sentía frío ni tenso, sino que ahora era cálido y cómodo con los brazos del castaño rodeándome.
—Es bueno escuchar tu irritante voz, Heather.— Murmuró en mi oído con voz quebradiza.
—Pensé que por fin había escapado de ti, Anderson.— Solté con sarcasmo cuando se había separado de mí.
—Siempre estaré conectado contigo, Reed.— Me miró con una pequeña sonrisa sincera, algo raro en él.— Pase lo que pase.
La mano de Gavin se dirigió hacia la pequeña mesita que se encontraba en un lado de la cama para después extenderme un vaso de plástico cristalino con agua.
—¿Cuántas horas han pasado?— Tomé un poco del vaso mientras miraba la puerta de la habitación.
—Setenta y cinco horas desde el intento de secuestro.
Dejé el vaso en un lado mientras soltaba un suspiro de frustración.
Casi más de tres diras inconsciente en un maldito hospital, eso significaba que mi investigación no estaba progresando nada.
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𝐇𝐄𝐀𝐓𝐇𝐄𝐑; JACK CONWAY
FanfictionNadie puede romperme ahora. Nadie puede enamorarme. Nadie volverá a hacerme daño. Nadie sabe lo que pasé. ¿Entonces por qué me siento así? El miedo y los nervios vuelven. Prometí no volverme a sentir así. El trabajo es más importante. La misi...