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MIENTRAS LOS DÍAS PASABAN, LAS dudas seguían en mi cabeza y seguían creciendo cada vez más y más

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MIENTRAS LOS DÍAS PASABAN, LAS dudas seguían en mi cabeza y seguían creciendo cada vez más y más. Por ahora nadie había notado mi comportamiento extraño y lo agradecía, no es como si quisiera que se preocuparan o algo parecido, sino que prefería quedarme en silencio.

Hoy sería el día de la manifestación y solamente faltaban tres horas para que se llevara a cabo, por lo que estaba alistándome con ropa de civil para pasar desapercibido y que ninguno de los policías me notara, sin embargo los otros arcángeles llevarían su traje blanco y estarían en algunos puntos para guiar la marcha.

El nombre de Jack Conway seguía en mi mente, por lo que me había tomado el tiempo para investigar quien era esa persona y se trataba de nada más y menos que el superintendente de la CNP. Anteriormente, en las juntas anteriores, no había escuchado el nombre por parte de Miguel ni los demás, era como si su nombre estuviese prohibido.

Me dirigí al baño y fui directamente hacia el espejo cuadrado, mi reflejo estaba ahí, con esa cicatriz en medio de sus clavículas; recordaba aún el dolor cuando me habían hecho la cruz que Jesucristo había cargado antes de morir.

Escuché la puerta de mi habitación siendo abierta, así que supuse que se trataba de Gavin ya que la mayoría de veces no tocaba o avisaba que entraría, aunque no es como si me importara.

Salí del baño y cuando creí que me encontraría a Anderson, la persona que vi sentada en mi cama era el hombre que había investigado anteriormente.

Una oleada de sentimientos me había atravesado cuando vi al hombre de camisa blanca dándome la espalda.

Me sentía vulnerable ante su presencia, realmente extraña y sumisa. No conocía el hombre pero había algo que me decía que lo había visto antes, que él y yo habíamos formado un lazo pero no recordaba exactamente lo que era.

El superintendente de la CNP era atractivo. Sus ojos mostraban lo cansado que estaba con la vida y su cabello gris lo hacía ver cautivador, atraía a cualquier persona que lo viera.

—¿Jack?— Solté jadeante, aunque no había razón para que mi voz saliera débil y temblorosa.

Justo cuando parpadeé, el hombre ya no se encontraba en mi campo de visión sino que se trataba de Gabriel, con su traje blanco puro ya colocado al igual que su antifaz.

—¿Dijiste algo?

Negué ante su pregunta rápidamente. Los sentimientos que tenía se habían desvanecido cuando me había dado cuenta que solamente fue una ilusión que mi mente había creado.

—¿Qué haces aquí?— Cambié de tema rápidamente para que éste no preguntara otra cosa que no quisiera responder.

—Quería ver si estabas preparada.— Se levantó y se dirigió a mí, teniendo sus ojos grises mirándome.— Pero veo que ya lo estás.

𝐇𝐄𝐀𝐓𝐇𝐄𝐑; JACK CONWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora