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CALAVERA Y EL SISTEMA ESTABA comenzando a debilitarse, cabe destacar que los que eran sus perros fieles no lo eran ya más, habían decidido traicionar a esa mafia y buscar refugio en el Ejército Celestial, los cuales también traicionaron a Calavera

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CALAVERA Y EL SISTEMA ESTABA comenzando a debilitarse, cabe destacar que los que eran sus perros fieles no lo eran ya más, habían decidido traicionar a esa mafia y buscar refugio en el Ejército Celestial, los cuales también traicionaron a Calavera.

La mafia de los arcángeles estaba comenzando a hacerse más fuerte y suponía que la CNI, FBI, CNP y principalmente la DPD lo sabía.

Según lo que Miguel nos estaba informando, haríamos otro ataque y esta vez directamente a la CNP pero aún no era tiempo para hacerlo, era pronto.

Otra noticia es que tenían capturados a dos policías pertenecientes a la CNP, los cuales se les tenía mucho cariño en la estación de policía.

Tenía un mal presentimiento sobre lo que ocurriría ya que no estaba segura de lo que pasaría.

Por ahora nos encontrábamos n la junta habitual, en donde Miguel y Gabriel... No, más bien Bella y Gavin. Sus verdaderos nombres y no la faceta esa de "arcángeles" que tenían. Los dos eran unos bastardos enfermos al igual que los demás, no se arrepentían de ningún asesinato.

—Azrael.— Inmediatamente a mi llamado, levanté mi mirada encontrándome con los ojos grises de Anderson.— Tú serás la encargada de la ejecución.

Otro asunto con mis sentimientos de mierda que ahora tendría que resolver, no quería hacerlo.

Asentí ante su orden.

—¿Dónde se realizará?

—En el árbol Bennington.— El lugar donde la mayoría de veces me encuentro con Jack.— A las 8:30 de la noche, no llegues tarde.

No sabía a quien asesinaría esa noche ya que no presté atención ante la "conferencia" que daban los tres arcángeles principales.

Me hubiese encantado visitar en aquellos momentos a aquel paciente de malhumor, pero tenía planes que lamentablemente cumpliría.

—Por cierto.— Habló Elizabeth con su habitual serenidad.— El 3 de Diciembre se llevará a cabo el baile de navidad así que si piensan que el tiroteo será ese día, no lo habrá ya que no quiero ningún cambio de planes en últimos momentos.— Miró a Bella, la cual sonrió ante su petición.

—Trataremos de no hacer algún cambio.

Ahora sabía que momento dar el golpe.

Ahora nos estábamos dirigiendo al lugar en donde nadie pisaba y ni se atrevería a pisar por las historias que se habían contado en ese lugar, cada una más absurda que la otra

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Ahora nos estábamos dirigiendo al lugar en donde nadie pisaba y ni se atrevería a pisar por las historias que se habían contado en ese lugar, cada una más absurda que la otra.

A lo lejos pude divisar a dos hombres arrodillados con las manos detrás de la cabeza, siendo apuntados por dos enfermeros portando la AK-47.

Los dos hombres alzaron su mirada cuando se dieron cuenta de la nueva presencia y su expresión fue de sorpresa al verme.

—Heather...— Murmuró uno con una voz realmente profunda y atractiva, casi como la de un locutor.

Fruncí el ceño cuando dijo mi verdadero nombre pero cuando éste lo pronunció, el más joven alzó la mirada triste y preocupada.

—¿Q-qué haces aquí, Heather? T-tú estabas...

El pobre chico rubio tenía un aspecto vulnerable por sus evidentes hematomas y la sangre en su nariz y labios. Su mirada sin brillo era deprimente y desamparado.

Había algo en ellos que me decía que me parecían familiares, qué tal vez habían formado parte en mi pasado.

—Silencio.— Espetó Gabriel en tono arisco y serio.— Haz de una vez esta mierda, no quiero perder mi tiempo ver morir a dos imbéciles.— Susurró eso cerca mío para después alejarse de donde yo estaba.

Había algo que me decía que no matara a los dos hombres que estaban frente mío pero tenía que hacer todo de acuerdo al plan que estaba llevando. Obedecer y callar.

Remiel se colocó en mi lado derecho y me tendió una Colt Python que me resultaba familiar, por lo que la tomé y examiné con exactitud y disimulo, hasta que apunté hacia el hombre mayor.

Si asesinaba a ambos hombres significaba que confiarían más en mí y eso probaría que la lobotomía había "funcionado", pero arrebataría ambas vidas por algo egoísta.

¿Qué era más importante? ¿La libertad mía o la vida de estos hombres? ¿Cargar con la culpabilidad teniendo mi libertad o estar dos negros bajo tierra sin haberle disparado a ambos oficiales? Una decisión tan difícil que causaría diferentes consecuencias.

Sentía más pena por el chico rubio, no quería asesinar a una persona tan joven que le esperaba más en la vida.

El hombre semi calvo me miró y asintió, como si supiera cual era el destino y que no importaba.
Dos vidas inocentes a cambio de libertad.

—Hazlo, Heather...— Murmuró el mayor.— Nos veremos en la próxima vida.

Torrente...
José Luis Torrente: el hombre que me aconsejó y que fue una figura paterna cuando era una simple novata.
Todos los recuerdos junto a él habían regresado de la nada, golpeándome

—Perdóname, papá...— Susurré jadeante y cerrando mis ojos cuando mi mano apretó el gatillo, escuchando el disparo y el cuerpo caer al suelo.

El alumno soltó un sollozo cuando la sangre del hombre mayor había salpicado su mejilla.

Mordí mi labio inferior, las lagrimas estaban apunto de derramarse y deslizarse por mis mejillas pero me mantuve en mi posición.

El chico se mantenía firme pero sus ojos estaban cerrados con fuerza, sabiendo lo que le esperaba y que recibiría a la muerte.

Por unos segundos abrió sus ojos y se toparon con los míos, no quería hacerlo pero no había otra opción.

—Nos veremos en la siguiente vida, agente Reed. Estaremos con Torrente.

Un nudo se formó en mi garganta y automáticamente jalé el gatillo, sin responder otra cosa.

Ahora los dos cuerpos inmóviles estaban tendidos en el suelo, sin vida por mi egoísmo de querer salir de ahí y ganar la confianza de unos hijos de puta que asesinaría.

Ahora los dos cuerpos inmóviles estaban tendidos en el suelo, sin vida por mi egoísmo de querer salir de ahí y ganar la confianza de unos hijos de puta que asesinaría

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𝐇𝐄𝐀𝐓𝐇𝐄𝐑; JACK CONWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora