ix.

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LAS PALABRAS DE LA NIÑA seguían atormentando mi mente desde hace dos horas

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LAS PALABRAS DE LA NIÑA seguían atormentando mi mente desde hace dos horas. Por ahora me encontraba en la oficina de Jack, con un café en mis manos teniendo al mencionado enfrente mío.

—¿Sigues pensando en lo qué pasó?— Asentí ante su pregunta mientras miraba el café intacto y frío.— Heather...

—Asesiné a personas sin dudarlo, sin importar sus familias y lo que pasaría en un futuro con ellas.— Dejé el café en el escritorio para así mirarlo con mi ceño fruncido.— ¿Por qué justo ahora me siento culpable? Era un delincuente pero de cierta forma, la manera en la que la niña me había mirado fue... doloroso, me sentí herida.

—Eres joven como para atormentarte con lo qué pasó. No será la última vez que harás eso, pudo ser doloroso pero aún así tenía que ser eliminado.— Se levantó de su silla y se dirigió hacia a mí, agachándose y tomándome de las manos las cuales estaban ocultas en mi rostro.— No fue tu culpa lo qué pasó, lo único que hiciste fue acatar órdenes y eliminar a los corderos de el sistema.

Cuando sus manos grandes y delgadas habían entrado en contacto con las mías, sentí una sensación de tranquilidad que no había tenido desde hace tiempo. Sus manos acariciaban con lentitud mis nudillos y juraba que en esos momentos quería soltar un suspiro de alivio, mi postura se había relajado desde hace que había entrado en contacto con él. No quería apartar mis manos de las suyas y sabía que él tampoco quería apartarlas, tenía la sensación que ninguno de los dos nos queríamos separar. Si era sincera, había extrañado tanto sus manos como su perfume cerca de mí, el olor a cigarrillos inundaba mis fosas nasales y jamás había estado tan agradecida de oler de nuevo su aroma después de tantos años.

—Heather...— Su voz murmuró muy cerca mío.

Sentía como nuestras respiraciones chocaban y como empezaban a agitarse, sentía la adrenalina correr por mis venas.

Solamente éramos Jack y yo en una oficina, él acorralándome en una silla y yo apunto de explotar con mis nervios.

Era incorrecto hacer esto, tenía que enfocarme solamente en mi misión y terminarla lo más rápido posible. No quería involucrarme más en una relación fallida.

—No puedo hacer esto, Jack.— Miré hacia otro lado de la habitación para evitar la profunda mirada del mayor.

Sentí como su respiración paraba por unos segundos hasta que volvió a la normalidad, se alejó de mí regresando a su silla con un rostro más sereno de lo habitual.

—Tengo que irme.— Me levanté abruptamente de la silla tomando mi gabardina metiendo solamente un brazo mientras que en el otro lado dejaba que se apoyara en mi hombro.— Si hay más noticias de ellos, no dudes en decirme.

Salí de la oficina de Jack a paso apresurado, no quería estar más ahí en esos momentos.

Pensaba que mis sentimientos hacia Jack habían terminado desde hace tiempo, pero con la situación que pasé hace unos minutos sabía muy bien que aún no lograba superar a ese maldito hijo de puta llamado Jack Conway.

Habían muchas canciones que me recordaban profundamente a Jack, tal como Last Christmas, que era la canción que se estaba reproduciendo en el radio de mi antiguo auto cuando había descubierto su verdad

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Habían muchas canciones que me recordaban profundamente a Jack, tal como Last Christmas, que era la canción que se estaba reproduciendo en el radio de mi antiguo auto cuando había descubierto su verdad. Barbie Girl fue una de las canciones más icónicas de él ya que siempre reproducía esa canción cada que podía, fue una de sus favoritas; la canción que más me había dejado marcada era Love of My Life de Queen, cliché, pero esa canción la bailaba cada que se escuchaba en la radio.
Tan triste y lamentable.

Solté un suspiro pesado cuando había estacionado mi auto en el estacionamiento de la playa de Los Santos. El sol estaba apunto de ocultarse y muy pocas personas estaban ahí, por lo cual tendría un poco de tranquilidad.

Tomé la bolsa de cartón, haciendo que la botella de vodka y ron chocaran entre sí y provocaran un ruido Salí del auto cerrando la puerta detrás mío con mi otra mano desocupada para que después se bloqueara automáticamente. Mis pies ahora se encontraban descalzos y como el atardecer estaba haciéndose presente, no me preocupé.

Caminé cerca de la orilla de la playa y me senté sobre la arena mientras sacaba una de las botellas de cartón sin ver lo que era, no lo veía realmente necesario.

Los recuerdos empezaban a invadir mi mente mientras empezaba a tomar de la botella que estaba en mi mano. Mi mirada estaba perdida en el mar como si reflejaran mis recuerdos con Jack, como si se tratase de una película. Sentía que mis ojos empezaban a cristalizarse cuando recordaba sus labios uniéndose con los míos, las grandes carcajadas que soltaba con él cuando platicábamos anécdotas entre los dos, mis brazos rodeando su cintura cuando preparaba el desayuno mientras recargaba mi cabeza en su espalda ancha, cuando tomaba mi nuca y profundizaba mucho más los besos.

No me había dado cuenta que por fin había estallado en lágrimas, éstas descendían lentamente y después de tanto no podía ocultar mis sollozos, los sollozos que había ocultado desde hace tanto tiempo y que jamás dejé salir.

Oculté mi rostro entre mis manos tratando de silenciar mis sollozos pero era inevitable, tantos años ocultando lo que verdaderamente sentía y desviándome hasta que por fin me había roto.

De repente, sentí una presencia detrás mío por lo cual miré rápidamente pensando que era algún imbécil pero no, se trataba de Gavin.

Ciertamente era lamentable que me viera en este estado.

—Gavin...

El mencionado rápidamente se acercó a mí y se sentó en un lado mío para después abrazarme con fuerza.

—No digas ninguna palabra, estoy aquí para ti. Siempre lo estaré.

Ni siquiera quería preguntar el cómo me había encontrado, lo único que hice fue algo que jamás pensé que haría en toda mi vida.

Lloré como nunca lo había hecho antes y sabía que no pararía en un buen rato.

Al menos tenía a alguien confiable conmigo.

𝐇𝐄𝐀𝐓𝐇𝐄𝐑; JACK CONWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora