Purified heart.

II

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“Dicen que si sueñas algo más de una vez, seguro se hará realidad.”
«LBD»

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Hogwarts
En el despacho del directo Snape le contaba sobre la nueva actitud del señor oscuro. Dumbledore comprendió lo que había ocurrido en el primer instante en el que escuchó a su infiltrado.

— ¿Así que Tom no se comporta como antes?

— Si. Es demasiado raro, no parece tener ganas en seguir con su cometido.

— Parece ser que la sangre de nuestro querido Harry ha afectado al pequeño Tom. Seguro que él no tenía esto entre sus planes.

— ¿Qué quiere decir?

El director le ignoró y sonrió ampliamente.

— Si ves algo poco común en él de nuevo, no dudes en comunicármelo.

Alguien toca a la puerta interrumpiendo la conversación. Harry Potter entra por la puerta y Snape sale despidiéndose del director.

— Harry.

Dumbledore lo recibe felizmente y lo invita a sentarse en una silla frente a su escritorio.

— Profesor, ¿por qué quería verme?

— Harry. Desde la vuelta de Tom, ¿sientes algo distinto en tí?

— ¿Algo distinto? No le comprendo señor.

En aquella conversación Dumbledore salió de dudas. Podría ser que no se tuvieran que enfrentar al Voldermort tal y como lo conocían antes.

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Hermione estaba en la biblioteca haciendo el trabajo que recientemente le habían mandado en la clase de pociones. Este trataba sobre un trabajo escrito de la poción del amor, más conocida como amortentia.

— Herms, menos mal que estás aquí.

— ¿Harry? ¿Dónde iba a estar si no? Para ser el primer día tenemos un montón de trabajos y no debemos confiarnos u olvidarnos de ellos por el regreso de Voldermort.

— Lo sé, Herms. Gracias por preocuparte por mí.

— Harry. Por supuesto que me preocupo por ti, eres mi mejor amigo.

Ahí estaban esas dos palabras que tanto molestaban a Harry. Él no sabría decir con exactitud desde cuándo se sentía de aquella forma respecto a ella pero eso daba igual, debía reprimir sus sentimientos ya que su mejor amigo también sentía lo mismo. Aunque él fuese más cabezón para no admitir sus sentimientos.

Harry le contó lo raro que Dumbledore estaba y la reunión que había tenido con él.

— Después me dijo que si sentía algo raro en mi, le avisará. No sé a qué se refiere. Yo me siento como siempre y está conversación me ha puesto nervioso.

— No pasa nada, Harry. Ya sabes como es el profesor. Seguro que solo se preocupaba por ti tras el torneo.

— Si, seguro que es eso.

Harry puso una cara de molestia al sentir un dolor en su cabeza. No podía ser. Aquel dolor que sintió por primera vez en su primer curso y que volvió a sentir en el cementerio.

— ¿Harry estás bien?

Hermione se puso de pie y se acercó a él agarrándolo de las manos preocupada por su estado.

Mansión Malfoy
Entre los mortifagos se corría la voz cada vez más de que a su amo y señor le ocurría algo raro.

— ¿En serio? Nunca lo he visto negarse a una tortura de muggles. Aunque su diversión siempre es contra los traidores a la sangre.

Antonin y Rodolphus hablaban en voz baja con temor de que su señor o su serpiente les escucharán.

— Eso le escuché a Bella en una conversación con su hermana.

— Quizás se sintiera mal.

— El señor oscuro nunca se ha sentido mal. Al menos de que se esté volviendo débil.

Una serpiente que había escuchado todo se escabulló entre los inmuebles volviendo a la habitación donde su amo descansaba.

Voldermort se encontraba durmiendo cómodamente en su cama pero aún soñando no se libraba de la chica. De forma descontrolada se había metido en la mente de su mayor enemigo al dormirse y estaban en la biblioteca de la escuela, frente a la chica que le hacía perder la cabeza.

— ¿Harry estás bien?

Escuchó su dulce voz y se quedó mirándola, sentía sus manos contra las suyas. No pudo evitar agarrarle las manos de vuelta y levantarse para estar a su altura.

— Chica de cabello rizado.

Hermione se llevó las manos a su cabello y le miró como si le hubiesen salido tres ojos.

— ¿De qué hablas? ¿Harry?

La chica lo observó de cerca y miró directamente a sus ojos. Él le devolvió la mirada aguantandose las ganas de tirarse sobre ella y devorarle sus labios. El deseo era mayor en él y la abrazó fuertemente hundiendo la nariz en su cuello. Olía a libros y a un suave olor a café, por lo que supuso que ella había estado desde muy temprano encerrada en la biblioteca estudiando y trabajando. Eso no hizo nada más que aumentar su deseo por ella.

Hermione le devolvió el abrazo sin entender que ocurría, cuando sintió una serie de besos subir desde la clavícula, por su cuello hasta sus mejillas donde rozó sus labios.

En ese momento Voldemort perdió la fuerza de su cuerpo y todo se volvió negro. Cuando la luz volvió se encontró con su habitación en la mansión.

— ¡Mierda!

Le dio un puñetazo al colchón levantándose rápidamente. No aguantaba los latidos de su corazón. No lo sentía así desde que dividió su alma la última vez. Sentía que se iba a salir de su pecho.

— Amo, debe escucharme.

Escuchó a su serpiente y dirigió la mirada hacia la ventana, por dónde entraba su querida compañera.

— ¿Qué ocurre, Nagini?

— Son sus mortifagos, amo. Empiezan a dudar sobre algunas de sus decisiones.

— ¿Quiénes de ellos?

— Dolohov y el matrimonio Lestrange.

— Está bien, gracias por avisarme. Les haré una visita a los dudosos y después nos mudaremos de aquí.

— ¿Adónde nos iremos ahora?

— A mi casa, tengo que disfrutar de mi herencia de alguna forma.

Voldemort salió con una sonrisa en el rostro intentando aparentar normalidad. Tenia que castigar a quienes hablarán de más, porque si permitía que hablaran perderían el respeto que se había ganado todo ese tiempo de sus mortifagos.

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