Purified heart.

XI

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“La flor que florece en la adversidad es la más rara y hermosa de todas.”
«MU»

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En las calles del pequeño Hangleton
Hermione miraba asombrada en la extraña situación en la que se había metido. A su lado iba nadie más que el mismísimo señor tenebroso. Lo que más la asombraba era la facilidad con la que él caminaba por allí y observaba a las familias que se encontraban de compras.
Un pequeño mercado se había levantado aquel día y lo más normal era el ruido, la felicidad de esas familias y sobretodo utensilios, ropa, comida y más cosas de origen muggle.

Voldermort se giró hacia ella y le señaló un puesto de ropa donde vendían sombreros. Sin esperar por una respuesta, la arrastró hacia el puesto con prisa.

— Mira, este te sentaría genial siempre.

Él dijo cogiendo el sombrero y poniéndoselos sobre la cabeza.
Ella rió negando con la cabeza, era un sombrero ridículo.

— No intentes jugar.

Entonces la chica agarró otro sombrero más horrendo y se lo puso a él en forma de venganza.

— ¿Y esto? ¿Para que vayamos a juego?

Ella asintió y ambos rieron. La broma llegó tan lejos que Voldermort compró ambos sombreros para seguir su cita con ellos puestos.

— Así somos distintos a todos.

Le dijo al comprar los sombreros y ella se sonrojó cuando al pasar por las siguientes calles todos se giraban a mirarlos.
No se quejó debido a que no vería a esa gente, no al menos muy pronto de nuevo. Así que lo siguió hasta el siguiente puesto, un puesto de comida donde vendían pastelitos de todo tipo junto con té.

— Vamos a sentarnos a probar algo.

Hermione se sentó frente a él en una pequeña mesa que había junto al puesto. Un chico muy guapo se acercó a ellos para atenderles.

— ¿Qué podría servirte?

El mesero preguntó mirando solamente a Hermione, cosa que no pasó desapercibido por Voldermort quien no tardó en molestarse.

— ¿Hay algo típico de la zona? Puedes traernos lo que sea más típico junto con un té verde.

Le respondió Hermione y sintió una mano sobre la suya, que apoyaba sobre la mesa. Ella subió la mirada a Voldermort que la miraba con una sonrisa.

— Mi amor y yo estamos de luna de miel y al parecer ya empezaron los antojos. No debimos pasar tanto tiempo en la cama.

Sí el chico solo había estado mirando a Hermione, ahora miró a Voldermort algo avergonzado y se fue tras apuntar sus pedidos.

Hermione le golpeó la mano.

— ¿Por qué le dijiste eso?

— ¿No viste como te miraba? No podía permitirme competencia.

— ¿Qué competencia? Tú eres mucho más guapo que él.

— ¿Sólo cuando estoy en esta forma, no?

— ¿Y por qué no estás siempre así?

Voldemort se calló sin poderle responder. La chica le había roto el corazón con una simple frase. Ya sabía que no era el que él era de joven pero creía estar hablando con una persona madura.

— Hermione, ¿sabes a cuántas personas he matado? ¿cuánto mal he hecho a familia por su simple sangre?

— ¿Te arrepientes de eso?

— Si no lo hiciera no estaría aquí contigo, una nacida de muggle. Además, mi aspecto es una consecuencia de todo el más que hice. Es un recuerdo de que recibes lo que das.

— Pero tú ya no eres malo.

— Si no te gusto, puedes volver a Hogwarts y ya está. No te estoy obligando.

Voldermort se levantó caminando dirección por donde habían venido, dirección su mansión.
Hermione se arrepintió de comportarse como una niña inexperta en el amor, y como una superficial. Pero solo quería verlo más humano, no estar con una serpiente.
Se levantó siguiéndole y en silencio llegaron a la mansión.

Hogwarts
Harry estaba en el campo de Quiditch con el equipo de Gryffindor. Hoy tocada entrenar debido a que pronto tendrían un partido contra Slytherin.
De un momento para otro sintió un dolor en la frente. Este era más exagerado que los anteriores dolores al comunicarse con el señor oscuro. Esta vez parecía que quería hacerle sufrir.

— Harry, ¿estás bien?

Escuchó una voz femenina de fondo.

Cerró los ojos pero esta vez no vio oscuridad como las otras veces. Esta vez vio a su padrino, Sirius Black, siendo torturado por Voldermort en el ministerio.
Los gritos eran insoportables para su oído y no podía hacer nada para ayudarlo. Se sentía impotente. Debía ir allí para salvarlo.

Esta vez en lugar de volver en sí, todo se volvió negro y terminó desmayándose.

Mansión del señor oscuro
Al llegar a la mansión Voldermort subió las escaleras dejándola sola en la parte inferior de la casa.
Hermione quería hablar con él y disculparse pero no sabía cómo se lo tomaría. Sentía miedo pero como buena Gryffindor eso no la detuvo. Subió hacia la habitación de él y antes de entrar tocó dos veces en la puerta.

— Voldy, ¿estás?

La puerta se abrió sola y entró viéndolo tumbado en su cama.

— ¿Cómo me has llamado?

— Voldy.

Dijo avergonzada a la vez que caminaba más cerca de su cama. Se quedó parada al lado de la cama y lo vio allí tumbado, todavía con el glamour puesto.

— Vuelve a ser como antes. Por favor.

— No. No quiero verme mal a tu alrededor. No te lo mereces.

— ¡Eso me da igual!

La chica gritó tirándose a la cama, quedó con las piernas a cada lado de la cadera de Voldermort quedando sentada sobre él. Colocó las manos sobre su pecho empezando una caricia sobre la ropa.

— Si tú quieres verte así, es tu decisión.

— ¿No entiendes que quiero gustarte? Tú eres un ángel en mi vida, y yo soy un demonio gris en la tuya.

Hermione iba a corregirlo pero una lechuza entró por la ventana de la habitación haciendo caer una carta sobre ella. La agarró y miró al chico bajo sí.

— ¿Me vas a esperar? Tengo que leerla.

Él simplemente asintió y ella se levantó dirigiéndose a la habitación que él le había otorgado.

Sentándose sobre la cama leyó la carta.

“Herms, ¿cómo estás? Lo siento muchísimo. Todo es por mi culpa. Sí él no hubiese visto dentro de mi, él no te habría conocido y no se habría obsesionado contigo. Ojalá pudiese volver al pasado y evitarlo. Dime al menos que él te trata bien. Yo estoy algo sólo sin ti. Y una noticia de Sirius me ha preocupado, no ha vuelto a casa desde anoche. Le dije a Dumbledore que él necesitaría estar solo pero era para no preocuparlo. Temo por él. Ojalá estuvieras aquí conmigo. Te necesito. Por favor, cuídate de Voldermort y regresa pronto. Adiós, Harry.”

«Harry, si tú supieras. He roto el corazón de alguien que no creía que tuviera uno en primer lugar. Él debería cuidarse de mi.»

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