Purified heart.

III

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“Si todo lo que vas a hacer es mirar, entonces vas a ver toda tu vida pasar sin ti.”
«EJDND»

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Hogwarts
Hermione no de atrevía a hablar con Harry. Intentaba evitarlo siempre que lo veía a lo lejos. Y todo por aquel acontecimiento en la biblioteca.
Nunca se habían acercado tanto, y no comprendía aquella nueva actitud hacia ella de su amigo. Ella empezaba a descubrir un sentimiento por Ron y Harry parecía siempre apoyarla con ese nuevo descubrimiento. Pero ahora estaba confundida.

Cuando se acercó a ella pudo ver que sus ojos cambiaron de color e incluso cambiaron de la forma en la que la miraban. La miraban con amor, ¿y deseo? ¿Qué había ocurrido?
Tenía tantas preguntas por hacerle y él en un momento se alejó de ella y salió corriendo como si algo le atacará. Se había preocupado mucho pero no tanto como para acercarse y preguntarle como estaba. Necesitaba tiempo para que aquel sentimiento de incomodidad se evaporara.

— Granger, ¿qué haces ahí escondida?

Draco Malfoy. Su enemigo número uno desde el primer momento en el que piso la escuela. Él era su compañero para el trabajo de herbología, lo había hecho esperar durante más de quince minutos.

— Lo siento. He estado ocupada con...

¿Con qué había estado ocupada?

— Con un trabajo de pociones.

Inventó en el último momento. No tenía ganas de darle explicaciones al slytherin.

— ¿De pociones? Si necesitas ayuda, no dudes en pedirle ayuda a un experto.

Se señaló a si mismo sonriendo de medio lado.

¿Draco Malfoy... acababa de ofrecerle su ayuda?

Mansión Malfoy
En la mansión se escuchaba los gritos de dolor de los tres magos.
Voldermort se había enfadado mucho al escuchar los rumores que habían nacido en apenas unas horas y sus mortifagos debían escuchar lo que les ocurriría si hablaban de él de aquella manera.

— Señor, mi amo. Yo nunca dudaría de usted. Sólo estaba preocupada por su salud. Nun-nunca lo dejaría.

Una Bellatrix Lestrange se arrastraba por el suelo intentando llegar a su pies pero él le pateaba alejándola de sí.

— Vamos, Nagini. Hay que preparar la maleta.

Dejó a los mortifagos maltrechos tirados en el suelo retorciéndose de su dolor, y se terminaron desmayando segundos después.

— Mi señor, ¿adónde debo dirigirme cuando deba verlo?

Snape le preguntó una vez puso un pie fuera del salón. No se detuvo y le hizo un gesto con la mano para que lo siguiera.

— A mi mansión. Pero quiero que le comuniques a mis seguidores que no se comuniquen conmigo si no es estrictamente necesario. Necesito hacer algo con lo que necesito especial tranquilidad.

— Así será, señor.

Hogwarts
Hermione por fin tomó el valor de acercarse a su amigo. No tenían porque sacar aquella conversación sobre qué les pasó en la biblioteca y no quería tener que esconderse cada vez que lo viera.

— Harry.

— Herms.

La chica se sentó junto a él en la mesa, era la hora del desayuno y Ron no se veía por ninguna parte. Era la oportunidad perfecta.

— Quería disculparme contigo. La última vez que nos vimos perdí el control.

— ¿Perdiste el control?

— Creo que eso es a lo que se refería Dumbledore. Perdí el control sobre mi, literalmente.

— ¿Qué quieres decir? ¿Quién tomó control de ti?

— Voldermort.

— ¿Para qué tomaría él control sobre ti? ¿Y cómo lo consigue?

— No lo sé y tampoco lo sé.

— Deberías contárselo a Dumbledore.

— ¡No! No quiero preocuparlo.

— Pero es peligroso. Es una forma de entrar en la escuela y dañar a los nacidos de muggles.

— Tú sabes lo que quiere hacer. Estuvo contigo cuando me controló. ¿Qué es lo que hizo exactamente?

— ¿Tú no recuerdas nada?

— Solo recuerdo el momento en el que salí corriendo. Bueno, y cuando te dejé allí sola.

En ese momento se sintió avergonzada. Había estado huyendo de él porque creía que le gustaba y ahora se había enterado de que quien le hizo todo aquello había sido el mago oscuro que todos temían.

— E-Él me abrazó.

Harry levantó una ceja sin creer lo que estaba escuchando.

— Y luego me besó en el cuello.

Se tocó el cuello hacia abajo y luego su mejilla que ahora estaba sonrojada.

— Y mis mejillas.

El chico salto enfadado de su silla.

— Hermione Jean Granger. ¿Cómo pudiste dejar que te hiciera todo eso?

— ¡Harry! Creía que eras tú.

Ambos se sonrojaron y se sumieron en un silencio incómodo. Apartaron la mirada incapaz de seguir mirándose hasta que ella se levantó dispuesta a irse pero una mano la detuvo.

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