Purified heart.

VIII

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“Amar es poner las necesidades del otro antes que las tuyas.”
“FROZ»

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Hogwarts
Snape habia dirigido a su alumna hacia sus aposentos donde tenía posesión de una chimenea.

— ¿Qué debo decir para llegar hasta él?

— Tiene que decir 'Mansión Riddle'.

— Creía que el señor tenebroso había abandonado su sangre muggle.

— Eso no quita que esa mansión sea reconocida como tal, el señor no puede cambiar su sangre aunque si pueda ponerse un mote.

Hermione asintió comprendiendo a su profesor y se metió en la chimenea cogiendo un puñado de polvos flu. Suspiró fuertemente y lo tiró a sus pies.

— Mansión Riddle.

Mansión del señor oscuro
Nagini se movía nerviosa por los jardines de la mansión esperando la llegada de su amo, quien se estaba entreteniendo de más en aquel pueblo muggle.

Moviendo su lengua olió un aroma desconocido, venía de dentro de la mansión. Se movió sigilosamente hacia dentro y con intención de atacar a cualquier desconocido, pero al ver a la recién llegada se sorprendió.

Hermione se vio envuelta en un gran salón que tenía unas escaleras enormes a lo que supuso darían hacia las habitaciones.

No se esperaba ser recibida por la serpiente de Voldermort por lo que se sintió algo insegura allí sola. No quería acercarse a ella, solo se fijaba en la enorme boca que esta tenía y pensaba que con su tamaño se la podría comer sin ningún problema.

Para su suerte el dueño de la casa entró por la puerta principal y se sorprendió al ver a su amiga con su amada.

La chica no se movió de su lugar acojonada por estar físicamente con el-que-no-debe-ser-nombrado y su serpiente. Temía moverse y ser devorada o ser apresada por otra. El señor oscuro se veía como una serpiente también, no hacia falta que se arrastrara por el suelo para notarlo. Vestía una bata más grande que él, en su rostro tenía dos agujeros estirados simulando la nariz de una serpiente y casi no tenía cabello. Hermione sabía que no debía juzgar por el aspecto físico que tuviera pero lo cierto es que su miedo en gran medida se debía al aspecto tan poco humano que ahora tenía Voldermort.

La chica pudo respirar un poco cuando él se comunicó con la serpiente en pársel haciendo que esta los dejara solos.

— No creía que te iba a ver tan pronto de nuevo.

Él le ofreció una mano para ayudarla a salir de la chimenea pero la chica se veía algo dudosa de salir. Él bajó su mano dándole espacio y señalando hacia afuera.

— No creo que hayas venido solo para estar ahí de pie.

La chica salió intentando mantener las distancias con él y con una mano cerca de su varita aún con miedo a lo explosivo que podía ser el señor oscuro.

— Tenemos que hablar, no estoy aquí de ocio.

— Yo creía que venías a verme a mí.

Ambos se sentaron en un sofá en lo que parecía una solita para el té que había en un lado del gran salón. Ella intentó no sentarse muy cerca de él.

— Vipsi.

Él llamó en el aire a alguien y en un segundo un elfo doméstico apareció frente a ellos.

— Por favor, prepara un té de miel para la señorita Granger y para mí.

El elfo desapareció tras asentir y ella se giró algo indignada hacia su acompañante.

— ¿Cómo puedes tener elfos exclavizados? Además, ¿qué ha pasado con rizada?

Él se inclinó quedando más cerca de su rostro y por algún motivo Hermione retuvo su respiración nerviosa.

— ¿Has intentado alguna vez liberar a un elfo? Se ponen a llorar y a despreciarse porque, según ellos, no han hecho su trabajo correctamente.

Le agarró una manoa a lo que ella se sorprendió. Su mano estaba fría y era más grande que la suya pero su tacto y su contacto no le pareció desagradable.
Sin soltar su mano, Voldermort agarró un mechón de su cabello que caía por su frente llevándoselo a sus labios y dándole un beso.

— Y sobre tu cabello, creí escuchar la última vez que no te gustaba que te llamara así.

— Si, pero creí que te daba igual que a mí no me gustara.

— A mi me importa todo lo que venga de ti.

Hermione se mordió el labio inferior nerviosamente, estaba perdiendo el rumbo de la conversación con todos sus detalles hacia ella. Por un momento olvidó a lo que había ido y le preguntó abiertamente, sin importarle que fuera el mismo señor tenebroso.

— ¿Por qué te ves así? Según había escuchado de Harry tú eras normal antes.

El elfo doméstico apareció dejándoles el té sobre la mesita y Hermione esperó más ansiosa de lo que esperaba por una respuesta.

— ¿No has escuchado que jugar con fuego es peligroso? Algunas decisiones de mi pasado me ha convertido en lo que soy hoy en día. Sé que soy horrendo para una chica tan hermosa como tú pero siento que este amor crece cada día más.

— Sabes que soy una hija de muggles, ¿no?

— Eso dejó de importarme, no sé cuando pero sé que ahora no me importa. Eres la bruja más magnífica y excepcional que he conocido nunca, y eso que he vivido mucho.

La chica entonces lo decidió. No le importaba su aspecto, ni siquiera pensaba en sus amigos, ni en la escuela, ni en Dumbledore, no pensaba en nadie. Sólo en ellos dos.
Se acercó cerrando los ojos y rompiendo el poco espacio que había quedado cuando él se le acercó. Así le dio el primer beso que tendrían en verdad.
Este beso no fue tan pasional como el anterior que tuvieron pero pudo sentir que ambos ponían su alma en el beso. Sin miedo ella se acercó rozando las rodillas con las de él y separó sus labios mirándole de cerca.

— He visto muchos Voldermorts desde que estoy en el mundo mágico. Pero ninguno tan hermoso como el que veo frente a mi, ahora.

Voldermort se iba a acercar para darle su segundo beso pero ella puso una mano en su pecho apartándolo.

— ¿Alguien puede escucharnos aquí?

Hermione preguntó seriamente y él se rió abrazándola y así pegarla en su pecho.

— ¿Qué quieres hacer, rizada?

Aquella acusación con segundas intenciones la hizo sonrojar pero se separó golpeándole el pecho.

— Esto es serio.

— No, nadie puede escucharnos.

— ¿Ni siquiera tu serpiente?

— ¿Nagini? Sé que no habéis empezado con buen pie pero es mi única amiga y confidente.

— Incluso Nagini. No quiero que nadie nos escuche.

— Mi querida amiga estará dando una vuelta por la mansión en busca de gatos o ratas para comer.

Hermione asintió y procedió a contarle todo lo que había escuchado de Snape y el director Dumbledore.

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