Purified heart.

IV

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“Como tantas otras cosas, no es lo que está fuera, sino el interior es lo que cuenta.”
«ALLAD»

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Hogwarts
Hermione estaba dispuesta a irse y contarle al director lo que le ocurria a su amigo pero una mano la detuvo al levantarse y volvió su mirada a su amigo que aún estaba sentado.

— ¿Harry?

Se fijó en sus ojos. Era el único punto de diferencia que había encontrado para saber si hablaba con su amigo o con el mago tenebroso viviente más temido.
Sus ojos estaban de un rojo ardiente y su forma de mirarla había cambiado. La miraba con deseo y angustia.

— ¿Voldermort?

Susurró algo asustada mirando hacia el resto de estudiantes, preocupada con que alguien más se diera cuenta que su amigo era poseído por el mismísimo quien-no-debe-ser-nombrado.

Mansión del señor oscuro
Voldermort se daba una vuelta por sus propiedades junto a su serpiente. Hacía mucho tiempo que no se sentía de aquella forma. De cierta manera se alegraba de estar solo y no ser observado continuamente por sus mortifagos. Ser el mago oscuro más poderoso y respetado era cansado.

— Mi señor, ¿qué planea hacer ahora?

Su serpiente le preguntó subiéndose encima de él.

— Ahora tengo que buscar alguna forma de desligarme del chiquillo. Sus emociones son muy cursis y sentimentales.

— Pero, ¿eso no es lo que quiere hacer en realidad?

— Me conoces muy bien ya, Nagini. Sólo deseo verla y volver a sentirla entre mis brazos. Siento que me estoy volviendo loco.

Él acarició a la serpiente desde la cabeza hacia abajo.

— Prométeme que me pondrás en mis sentidos si hago algo estúpido. No me siento yo mismo y cada día va a peor.

— Lo prometo, mi señor.

Su serpiente entonces lo dejó solo dirigiéndose a cazar algún animal cansado o algún humano despistado.

Él subió a sus aposentos para descansar. Desde que había vuelto su cuerpo se sentía más pesado y cansado, casi siempre tenía que descansar y dormir. No comprendía lo que le ocurría. Si estaba ligado al niño que pronto asesinara, ¿por qué sentía aquel vínculo con la chiquilla?

Se quedó dormido en cuestión de segundos y se vio en el gran salón del colegio. A su lado vio a la chica por la que perdía todos sus sentidos. No comprendía lo que decía hasta que su nombre salió de aquellos labios.

— ¿Voldermort?

La vio algo preocupada pero sus bajos instintos le decian que debía apartarla y alejarla de todos esos ojos para hacerle lo que quería desde que había regresado.

— Chica del cabello rizado.

Ella se llevó de nuevo las manos a su cabello, parecía algo molesta. Así que le agarró de una mano y lo arrastró hacia afuera del salón, alejándolos de las miradas curiosas y llegando hasta los lavabos de los chicos donde los encerró en un cubículo.

— Ya sé quién eres.

Diciendo eso la chica sacó su varita poniéndola sobre el cuello del chico.
Voldermort se dio cuenta de la fiereza que transmitía a través de su mirada y la valentía que demostraba al apuntarle de aquella manera. Pero solo le sacó una carcajada. Aunque sintiera amor por aquella chiquilla, no quería decir que dejara de ver a los Gryffindor como unos cachorritos.

— ¿Vas a atacarme? ¿Y qué pasa con tu amigo?

Vio la duda en su mirada y se aprovechó de ella para quitarle la varita y rodearla con sus brazos estrechándola en un abrazo.

— ¿Qué haces? Suéltame.

La chica luchó contra su abrazó dándole manotazos en el pecho y empujándolo por lo hombros pero él no se movió ni unos centímetros. No dejaría que lo alejara de ella ahora que estaban tan juntos.

— Lo último que quiero es hacerte daño. Por favor, no me alejes.

Hermione se sorprendió en el instante. ¿El señor tenebroso le estaba rogando que no se alejara de él?

— ¿Qué quieres de mí? Como comprenderas es raro estar con mi mejor amigo así.

— Tienes toda la razón, rizada. Estoy deseoso de tenerte así, entre mis brazos, en mi cuerpo real.

La chica dejó de moverse pero tampoco le devolvió el abrazo. Sí no podía romper el contacto físico, al menos le sacaría la verdad.

— Ya que vamos a vernos mucho, por lo que presiento. Vamos a poner unas normas. Primero, no me llames chica del pelo rizado, ni rizada ni variantes más raras aún. Mi nombre es Hermione. Y segundo, ¿qué es lo que buscas? ¿qué quieres de mí?

— A lo primero creo que es imposible. Me encanta tu cabello rizado y rebelde.

Él le acarició el cabello y se agachó quedando a la altura de su cuello.
En otra situación Hermione sentiría cosquillas y lucharía por apartarse. Ahora sentía un calor en cada trozo de piel que él tocaba o donde él respiraba o besaba.

— Y a lo segundo tengo respuesta. Quiero verte, de verdad. Y sentirte y poseerte.

La chica no le respondió ya que estaba muy ocupada intentando serenizarse y mantenerse de pie. Él había empezado a darle besos por el cuello y sus manos la tocaban por todos sitios haciendo que un calor dominara todo el cuerpo de ella.

De un momento para otro se vieron directamente a los ojos y sus labios se acercaban a los del otro con deseo. No se supo quién empezó el primer movimiento pero ambos tuvieron su primer beso, corto y el siguiente fue más apasionado. Sólo roces y acaricias contra la boca del otro. Cuando se quedaron sin aire para respirar se separaron.

Se quedaron abrazados un momento. La chica no se atrevía a abrir los ojos con miedo a que ya no lo vieron ahí, y él sentía que perdía el control del cuerpo.

— Habla con Severus si quieres verme. Él te ayudará.

Con eso todo se volvió negro para Voldermort y al despertarse se vio en su habitación. Maldiciendo por el poco tiempo que podía controlar a aquel débil niño.
Pero feliz por haber probado un poco de su amada. Se llevó los dedos a sus labios acariciando la zona con la que la había probado.

No muy atento a su alrededor, no vio a su serpiente que lo miraba algo preocupada y que ya estaba formando su plan para regresar al señor oscuro a su yo de verdad.

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