Reencuentro

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Reborn solo pudo ceder ante la castaña, todo lo que ella dijo era verdad, pero él lo había olvidado por los años que pasó tor-tutoriando y criando a Tsuna. Ya investigaría el por qué de su cambio, pero por el momento se encontraba dándole varios reportes sobre el estado de Vongola en Japón.

—Esto es suficiente. Ahora quiero saber sobre mis candidatos a guardianes. —Le dijo mientras guardaba en un sobre los documentos que le había dado el hitman.

—¿Desde cuándo son "candidatos" dame-Tsuna? Ellos son tus guardianes desde que estabas en secundaria.

—No de manera oficial y lo sabes. Ellos han probado su lealtad a mi y su capacidad de protegerme, pero solo tres de ellos han demostrado poder manejarse en el bajo mundo y contribuir con Vongola. Los otros cinco siguen en periodo de prueba. Eso claro, si no deciden continuar con sus vidas normales.

Reborn se sorprendió por sus palabras, él no tenía información de que alguno de los guardianes hubiera actuado en esos años, a excepción de Hibari y Mukuro quienes siempre se movían por sus propios intereses. Incluso Hayato había permanecido en Japón sin aceptar trabajos relacionados con la mafia para cumplir con las últimas órdenes que les dió Tsuna.

—Casi parece que no los conoces, esos mocosos te seguirían a cualquier parte.

—¿Estas seguro de eso? —Reborn sabía quién era la causa de esa pregunta— Han pasado casi diez años Reborn... Las personas cambian en ese tiempo, ya sea para bien o para mal.

Ella dijo esas palabras mientras observaba por la ventana a los demás residentes de esa casa, al estar de espalda a Reborn, él no pudo apreciar su mirada, una mirada rota.

—Volveré a mí hotel.

El hitman no intentó detenerla, esa Tsuna no lo escucharía y ya lo sabía.

Pronto la castaña volvía a tener puestas sus botas mientras se despedía de su familia.

—Podrías haberte quedado más tiempo... —Gruñó Lambo con un puchero y el ceño fruncido, Tsuna solo acarició su cabello con una leve sonrisa.

—Nos veremos muy pronto, así que solo se paciente hermanito. —Le dijo golpeando suavemente su frente antes de irse.

Nadie le dió importancia a ese golpe o al leve sonido que provocó el anillo X de Tsuna al chocar con su piel, distraídos por la despedida de la castaña, ninguno se percató de como Lambo acariciaba su frente y volvía a su habitación en silencio. Al llegar pasó el seguro de la puerta, se dirigió a un cajón repleto de dulces, los apartó y levantó una pequeña trampilla que permanecía escondida, sacando una caja arma del compartimiento.

Encendió su llama en el anillo de alta pureza que llevaba puesto y la colocó en la ranura, abriendo la caja de almacenamiento y mostrando así el Vongola Gear del rayo. El casco azabache brilló al recibir los rayos del sol que se filtraban por la ventana, estaba envuelto en cadenas Mammon, pero ni estas pudieron contener las chispas que desprendió cuando Lambo lo rozó con la punta de sus dedos.

—Ya falta poco... —Murmuró sintiendo la adrenalina fluir por sus venas.

Entre tanto, Tsuna había vuelto a su hotel. El más lujosos de la ciudad en el que su familia solía hospedarse cuando visitaban Namimori. Su habitación era la mejor que podían ofrecer y parecía más un pent house. Se deshizo de la corbata y el chaleco de su traje mientras entraba al dormitorio, pero se sorprendió al ser recibida por una suave fragancia.

Flores de loto.

Ese era el aroma que envolvía la estancia y era desprendido del ramo sobre su cama. Con una sonrisa quebrada tomó las flores y aspiró esa fragancia que la había consolado por años, percatándose de un tenue olor a chocolate amargo, el cual venía de una pequeña tarjeta.

"Me debes una cena esta noche por volver sin avisar."

—Ja... No puedo contigo... —Musitó mientras las lágrimas caían por su rostro.

Tras desahogarse un poco colocó las flores en un jarrón con agua junto a su cama y tomó un baño con lavanda para relajarse, él era una de las pocas personas a las que no rechazaba a pesar de ser alfa, pero llevaban tantos años sin verse que no sabía cómo reaccionaría al verlo.

Trató de distraerse preparándolo todo, sabía que él no tardaría en llegar, así que tras secar su cabello y acomodarlo con una diadema negra, se puso un sencillo vestido ajustado de color turquesa con mangas hasta los codos. Encargó pasta para la cena y un poco de vino tinto que sirvió en dos copas.

—Kufufufu, parece que llegué justo a tiempo para la cena. —La voz no la sorprendió, pero sí sintió su cuerpo estremecerse en una mezcla de miedo y emoción.

Dejó la botella en la mesa y se volteó ligeramente para observar a su invitado, ahí, apoyado en el balcón abierto de su suite, estaba Mukuro.

Su guardián de la niebla y segundo pilar.

Lucía tal y como el Mukuro que había conocido cuando viajó al futuro, pero llevaba un suéter ligero de color azul oscuro que dejaba a la vista sus clavículas, unos jeans negros con botas militares y varios accesorios, incluyendo su pendiente de la niebla.

—Es bueno verte otra vez Tsuna.

Esa voz suave, la sonrisa sincera, su mirada gentil, y el como siempre esperaba a que ella se acercara primero para respetar su espacio. Todas eran facetas que nadie creería de ese hombre que era un asesino a sangre fría, pero ella había sido testigo de estas por más de 11 años.

Había preparado el vino para tener una excusa con la que evitar un mayor contacto, pero verlo ahí, tal como ella lo recordaba y sentir ese aroma a chocolate amargo desmoronó una parte de sus defensas.

Lo abrazó, con su cuerpo temblando ligeramente se aferró a él y enterró la nariz en su pecho, embriagándose con su olor. Agradecía que hubiera llorado antes, de lo contrario se habría roto por completo frente a él.

—¿Tsuna? —La llamó mientras le devolvía el abrazo y acariciaba su cabello, dejando salir algunas de sus feromonas para calmarla—. ¿Pasó algo?

Ay Mukuro, cuántas respuestas hay a esa pregunta.

Fue lo que pensó Tsuna antes de apartarse un poco para mirarlo a los ojos.

—Solo ha sido un día largo, demasiadas emociones y algunos encuentros incómodos. —No le gustaba mentirle, por eso solo le contaba verdades a medias.

—Me lo imagino, espero ser suficiente para animarte esta noche. —Mukuro sabía que eso no era todo, pero decidió no presionarla, siempre era así.

—Lo hiciste desde que me enviaste esas flores.

—Kufufufufu, eso significa que ha valido la pena enviártelas cada semana por los últimos 10 años. —Comentó alegre.

—En serio no entiendo por qué nunca paraste...

—Simple: porque eran para ti. —Le dijo antes de dejar un casto beso en su frente—. ¿Comemos?

Ella solo asintió con una sonrisa mientras entraban a la habitación tomados de la mano, había extrañado su tacto, el único que la había echo sentir plena.

Ambos tomaron asiento frente a frente y alzaron sus copas para brindar.

—Por nuestro reencuentro. —Brindó Mukuro.

—Por nuestro reencuentro. —Lo acompañó ella.

Y porque de no ser por ti no creo que hubiera aguantado tanto.

Pensó mientras bebía de su copa.

Continuará...

Verde: Okey... Explícame qué rayos está pasando aquí.

Yo: ¿De verdad quieres saberlo?

Verde: Sí, y ahora.

Yo: Ten. —Le alcanza unos borradores para que los leyera.

Verde: ...No debí preguntar... —Dice masajeando el puente de su nariz tras terminar la lectura.

Yo: Te lo dije ( ̄︶ ̄). Fueron 1214 palabras que hicieron que Verde cayera en la tentación del spoiler mis amores.

Il Destino NegatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora