Desesperación

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La comida pasó de forma amena entre ambos, había pasado mucho tiempo desde la última vez que hablaron cara a cara y tenían mucho de qué hablar.

—Sigo sin creerme que Chikusa y MM vayan a tener un cachorro. —Comentó la castaña.

Estaban en el balcón una vez más, ambos con una copa de vino en mano y disfrutando de la brisa nocturna mientras se ponían al día. Aunque Mukuro era quien más hablaba.

—Dímelo a mí, el humor cambiante de MM fue uno de los motivos por el que los Kokuyo nos mudamos por separado.

—No la culpes a la pobre, no es fácil llevar un bebé en tu vientre. —Lo regañó antes de tomar de su vino.

—Nunca dije fuera fácil. Pero todavía no me toca cuidar de una omega embarazada.

—Eso decía mi primo hasta que él y Squalo se emborracharon. —Mukuro escupió su bebida al escuchar esto.

—¿¡Xanxus y Squalo tienen un cachorro!?

—Dos para ser exactos. Un niño y una niña, mellizos.

—¿Cuándo pasó esto?

—El nacimiento hace casi siete años, no te conté porque ambos fueron muy claros en mantenerlo en secreto por la seguridad de los cachorros. Fran tampoco te dijo por esto.

Mukuro asintió, aliviado de que su cachorro no le hubiera ocultado esto por falta de confianza.

—No me los imagino a ellos de padres...

—Creo que es más difícil imaginarte a ti como un padre sobreprotector. —Dijo con una sonrisa burlona.

—Oya, oya. Pero si yo soy un padre ejemplar, mi cachorro puede atestiguarlo.

—Lo único que Fran dice sobre ti es que eres un mandón y que tu peinado es ridículo. —Tsuna juraría que pudo ver como una flecha se encajaba en el pecho del mayor y no pudo evitar carcajearse por esto y su cara de shock.

Mukuro logró recuperar su compostura antes de que el ataque de risa de Tsuna parara, así que la observó con una sonrisa y tomó su copa para que no la rompiera por accidente, dejándola en el muro del balcón junto a la suya.

—¡Dios! Hacía años que no me reía tanto. —Comentó ella secándose algunas lágrimas.

—Te has estado exigiendo mucho desde hace años. Siempre te ocupaste de la famiglia aún cuando estábamos en secundaria, pero hace cuatro años se me hizo casi imposible contactarte. —Comentó, notando que Tsuna se tensaban un poco.

—La verdad... Han sido unos años algo duros... —Admitió casi riendo, la palabra "duros" era demasiado ligera.

—¿Qué ocurrió?

—No es algo de lo que pueda hablar ahora. —Dijo sujetando su pulsera de cascabeles.

—Tsunayoshi, sé que no somos pareja. Pero he sido tu guardián por doce años y soy el único en quién confiaste para compartir la carga de Vongola. —Cuando ni siquiera Reborn sabía que Tsuna se movía en el bajo mundo, Mukuro estaba a su lado, apoyándola y manchándose de sangre junto a ella por el bien de la famiglia—. ¿Acaso hice algo para perder tu confianza?

—Sabes que no. Eres la única persona que por años conoció todo de mi. Pero ahora tengo secretos que no me siento capaz de contarte, al menos no aún. —Ella no lo miró mientras decía esto, solo se aferró a su pulsera.

Mukuro suspiró al ver esto y tomó un mechón de los cabellos de Tsuna para besarlo.

—Esperaré a que estés lista entonces. Pero ten en cuenta que no podrás ocultarme nada a partir de hoy, ahora que al fin estás a mi alcance no pienso dejarte desprotegida ni un segundo. —Tsuna se sorprendió por la seriedad con la que Mukuro habló.

Il Destino NegatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora