Pareja

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La presencia de la cachorra ayudó a aliviar un poco la tensión, pero Tsuna e Iemitsu estaban claramente confusos ante la actitud de Mukuro, que tras empezar a hablar con la pequeña parecía encantado con ella.

—Florecita. —Llamó Iemitsu a su nieta—. ¿Qué tal si vienes conmigo a buscar algunos aperitivos y dejamos que tu mamá y Rokudo descansen?

La cachorra hizo un puchero, pero se bajó del regazo de su madre donde estaba sentada.

—Vaaaale, nos vemos luego mami, Mukkun. —Se despidió de ambos usando el apodo que le había dado al alfa.

—Nos vemos luego mi amor.

—Kufufufufu, disfruta los aperitivos.

Luego de despedirse ambos vieron como la pequeña dejaba la sala con su abuelo, tras lo que Tsuna recargó su frente en sus manos y suspiró.

—¿Qué rayos pasó con tu reacción Mukuro?

—Creo que fue una reacción normal.

—¡No lo fue! —Exclamó incorporándose—. ¡No es normal que reaccionaras tan bien al enterarte que tengo una cachorra! ¡Una nacida entre yo y otro alfa! ¡No hay forma de que tu lobo no la rechazara o que tú estuvieras tan tranquilo!

Era antinatural. Los alfas eran por naturaleza territoriales y posesivos con sus parejas, Mukuro ya la había sorprendido cuando no la rechazó al enterarse de lo que había pasado, ¿pero aceptar como si nada a su cachorra? Eso no podía solo creerlo.

Mukuro suspiró y desvío su mirada con un poco de culpa.

—La verdad... Es que ya sabía que eras madre...

—...¿Qué?

—Cuando te llevé a mí casa te di un baño ya que tenías algo de sangre y habías sudado mucho, entonces vi tu cicatriz.

Tsuna se quiso golpear al caer en esto, ella despertó con la ropa de Mukuro, así que obviamente él había visto su cuerpo y la cicatriz de su cesaria. Se dejó caer una vez más en su silla.

—¿Viste las demás también?

—...Sí. ¿Son de ese día verdad?

Tsuna asintió, ella tiene algunas quemaduras y una cicatriz bajo su seno izquierdo debido a una viga que se le encajó durante el ataque. Eso, sumado a la cicatriz en forma de X de su espalda no la hacían la omega más atractiva.

—Tsuna, no pienses tonterías.

Le dijo Mukuro apoyando una mano en su pierna mientras se arrodillaba frente a ella.

—...¿Por qué no me dijiste que lo sabías?

—Pensé que era mejor que me lo dijeras tú misma, y la verdad no tenía idea de en qué términos estaban tú y tu cachorra.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

—¿A qué te refieres?

—¿La verdad? Pensé que habías dado al cachorro en adopción o habías dejado su crianza en manos de la servidumbre.

Ella apretó los puños en ira, pero se contuvo porque sabía que era una conclusión lógica.

—Yo nunca haría eso, ella es mi cachorra, no de él y no tengo por qué rechazarla.

—No todas las madres pueden decir lo mismo Tsuna. La verdad, cuando vi el cariño con el que se tratan me sorprendí mucho... Me volví a enamorar de ti.

—¿¡Es que no lees el ambiente!? —Le preguntó exaltada y con su rostro sonrojado, a lo que él rió.

—Kufufufu. Sabes que nunca me he preocupado por eso, digo lo que pienso y siento. Y de verdad creo que eres increíble Tsuna. —Sostuvo una de sus manos y la acercó a su rostro para besar el dorso antes de continuar—. Cualquier omega en tu lugar habría rechazado al cachorro y su cuerpo lo hubiera abortado de inmediato, pero tú no solo mantuviste el embarazo, sino que cuidas y amas a esa pequeña sin culparla por lo que su progenitor te hizo. Siempre has sido un cielo benevolente Tsuna, pero esta vez te superaste.

Il Destino NegatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora