Visita familiar

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Se sentía cálida.

Podía sentir el aroma de su pareja y su cachorra junto a ella, dándole seguridad y paz. Su mente seguía aturdida por la bruma del sueño del que recién comenzaba a despertar, pero se espabiló de golpe al sentirlo.

Su omega.

Aquel que no había mostrado señales de consciencia desde hacía ya casi dos años, ronroneó. Aunque fue débil, expresó el gozo que sentía en ese momento, mostraba de nuevo la voluntad de pelear por su vida.

Al abrir sus ojos comprendió el por qué de esta reacción. Su habitación estaba bañada en el aroma y feromonas que su alfa había segregado de forma territorial, y acostada entre los dos se encontraba su cachorra siendo abrazada por ambos adultos.

No entendía cómo habían llegado a esa situación, pero al ver cuan a gusto dormían Mukuro y Renge en presencia del otro sintió como sus ojos se aguaban al mismo tiempo que soltaba un leve quejido.

No estaba pidiendo ayuda esta vez, pero su omega pedía por la atención de ese alfa al que aún no estaba enlazado.

Y sorpresivamente, la escuchó.

Mukuro abrió sus ojos de inmediato al sentir el llamado de su omega, encontrándola despierta con una sonrisa y lágrimas en su rostro.

—Tsuna... ¿Acabas de..? —Ella asintió mientras trataba de secar sus lágrimas—. Ay amore, al fin tu omega está reaccionando.

Besó la frente de Tsuna mientras liberaba otra vez su aroma por la alegría, teniendo cuidado de no aplastar a la cachorra cuando se movió.

—¿Cómo terminamos así? —Le preguntó Tsuna en voz baja tras calmarse.

—Renge llegó mientras dormías en la sala, estuvimos hablando un rato y cuando le entró sueño la invité a dormir con nosotros. Estaba muy feliz de dormir contigo.

Tsuna sonrió con algo de amargura.

—Me alegra que no pasará nada. —Dijo mientras apartaba algunos cabellos del rostro de su cachorra.

Mukuro frunció el seño por sus palabras, pero antes de que dijera algo Renge se removió al sentir el toque de su madre.

—¿Mami..? —La llamó aún adormilada.

—Buenos días bebé. —La saludó abrazándola y besando su coronilla.

Renge se rió al sentir las caricias de su madre y la abrazó, pero entonces se percató del aroma que inundaba la estancia y se separó un poco de su madre.

—Mukkun... Tu aroma me dió hambre. —Le dijo mientras lo buscaba con su manita.

—Lo solté de forma inconsciente, ¿no te resulta asfixiante? —Preguntó preocupado y sosteniendo su mano.

No era bueno bañar a un cachorro en su aroma tan de repente ya que este podría rechazarlo, pero no había podido contener a su alfa y se quería golpear por esto. Mas la pequeña lo volvió a sorprender.

—Para nada. Siempre lo sentía en las flores que recibía mami así que me gusta mucho. Pero me da ganas de comer chocolate.

Tsuna y Mukuro se sorprendieron mucho por esto, más el alfa al ver que la cachorra se abrazaba a él de repente y restregaba su pequeña nariz en su pecho para sentir mejor su aroma.

Resultaba hasta gracioso cuán abiertos estaban los ojos de Mukuro y lo rígido que se había puesto su cuerpo, tenía sus manos estáticas y apartadas del cuerpo de la cachorra mientras observaba a Tsuna con los nervios a flor de piel.

Il Destino NegatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora