Reclamo

125 20 21
                                    

Iemitsu se fue al poco tiempo, por lo visto él apoyaba a Tsuna con la mayor parte de Vongola para que ella pudiera descansar.

Mukuro se quedó reflexionando un poco más con la omega entre sus brazos, pensaba en todo lo que había pasado durante los últimos años, y lo que podría ocurrir a partir de ese momento.

Debía contactar a Lambo y Nagi para que se aseguraran de que ni Reborn ni los chicos dejaran Japón, sería un desastre que se enteraran de Renge y confrontaran a Tsuna en su estado. Y conociendo a Reborn, al segundo en que pisara suelo italiano se enteraría y volvería a cagarla como hizo hace años.

Iba a sacar su celular del bolsillo de su abrigo, pero paró al sentir el dulce aroma a leche característico de un cachorro y volteó hacia la entrada del salón, donde vio una pequeña sombra que delataba a su oculta dueña.

—Kufufufu, ¿necesitas algo pequeña?

La sombra se sobresaltó y al poco se asomó con timidez Renge. Se había cambiado su sucio vestido por uno más cómodo y limpio de color melocotón.

—T-traje algunos dulces pero... ¿Mami está dormida verdad?

Mukuro se sorprendió de que la niña pudiera notar esto sin su vista, pero de inmediato sonrió.

—Sí, pero si estás bien conmigo entonces podríamos comerlos juntos. Mamá tiene puestos tapones en sus oídos, así que no la despertaremos aún si hablamos. —Quería conocer más a esa cachorra que era la viva imagen de su pareja.

Renge sonrió ante la invitación de Mukuro y entró al salón, caminando a paso rápido hasta el sofá y ofreciéndole una bolsa al alfa nada más llegó frente a él.

—Colo-chan me envolvió estas galletas, ¡son muy dulces!

Mukuro sonrió al ver su emoción, se sentía aliviado de que pudiera sonreír y disfrutar de cosas simples a pesar de las circunstancias de su nacimiento.

—Entonces probaré una. —Dijo tomando una y mordiéndola, había acomodado a Tsuna de forma que estuviera acostada con la cabeza sobre su regazo para poder tener más comodidad mientras hablaba con Renge—. Oya, oya. Sí que están buenas. —Comentó complacido, pero entonces se percató de como la pequeña lo "observaba" fijamente—. ¿Pasa algo conmigo?

—¿Qué es "oya, oya"? —Le preguntó ladeando su cabeza.

—Kufufufufu, "oya, oya" es una expresión japonesa. Es parecido a decir "vaya, vaya" cuando estás sorprendido. —Le explicó mientras la ayudaba a sentarse en el sofá.

—¿Eres japonés Mukkun?

—No, soy Italiano igual que tú. Pero me gusta mucho Japón así que adopté varias costumbres de su gente.

—Oooooh. Yo nunca he ido a Japón, pero sé que mami y el abuelo son japoneses. Aunque no sé si mi papá lo sea también. —Mukuro se tensó al escuchar lo último.

—...Renge-chan... ¿Tú quieres a tu padre? —Era una pregunta inmadura, pero no pudo contenerla.

—No. Lo odio. —El alfa se sorprendió al ver la seguridad con la que lo dijo.

—...¿Puedo saber por qué?

—Porque él lastimó a mami. Mami no lo quería, pero él igual la lastimó y la hizo tenerme. Mami sufrió mucho por él, ella incluso está enferma por su culpa. Por eso lo odio. No quiero conocerlo y no quiero que se acerque a mi mami.

Mukuro no se esperó que Renge supiera tanto, ¿era así como se comportaba una cachorra de tres años? No creía que fuera el caso.

—Renge... ¿Cómo sabes todo esto?

Il Destino NegatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora