Parte 28

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Muchas veces, nosotros
no somos los causantes
de nuestras propia locuras
BLOODY PAINTER

Había una vez, un niño que vivía con su familia, sus padres y su hermano. Al niño le hacían bullying en la escuela, no sabía relacionarse bien con la gente, por eso, el único amigo que tenía, era su querido hermano.

Cansado de tanto bullying, se deshizo de uno de ellos, entonces, la policía fue a su casa donde casi era llevado, pero su hermano, decidió ayudarlo, para que se lo llevaran a el y salvar a su hermanito. El dolor de separarse de su hermano le afectó, se quedó solo. Un día, lo habían invitado a un cumpleaños, su mamá lo quería ver felíz intentando socializar con más personas. Se estaba divirtiendo con los niños de la fiesta, pero, los niños de su escuela querían una venganza por lastimar a partes de su pandilla.

Tomaron al chico, lo llevaron a rastras al baño, lo golpearon y le tiraron lejía, para luego, con un mechero hacer que ardiera en llamas. El miño corría de un lado a otro, gritando de dolor, nadie lo ayudó.

Cuando despertó, estaba vendado, su cara completamente llena de vendas. La doctora se las retiró y le dió un espejo, su cabello se volvió negro de lo quemado que había quedado, su piel era un blanco pálido y no era agradable tocarla, se sentía dura como cuero. Sus padres lo miraban con lástima, pero el, se veía hermoso.

Al llegar a su casa, pensó en embellecer su rostro aún más. Tomó un cuchillo y se dirigió al baño, comenzó a rajar desde la comisura de los labios hasta casi llegando a las orejas. El quería sonreir siempre, sonreírle al mundo pase lo que pase, pero también, no quería nunca dejar de verse. Por eso...dejo de tener párpados.

Acabó con sus padres y los padres de la vecina, pero también, la quemó destrozando su rostro. La vecina, se llamaba Jane y siempre fue detrás de el para matarlo.

Jeff the killer, no siempre fue un monstruo...

(…)

— Despierta mocosa — me daba cachetadas

Abro los ojos y lo miré fijamente, al intentar moverme sentí un dolor horrible en mi cuello, gracias a la mala posición en la que había dormido.

— ¿ Que quieres ahora ? ¿  me vas a matar de una vez ? — hablé ilusionada y observé como el negaba con la cabeza — entonces déjame en paz

— no seas tonta, yo no mato a nadie sin que pase buenos ratos, pero hoy, no el juego no será contigo, te enseñaré a realizar una cirugía

— no pienso ver semejante asquerosidad, maldito loco, no necesito pasar por eso

— tienes tiempo de retirar lo que dijiste o tendré que tomar la decisión de hacer la cirugía contigo y ver que tan bella eres por dentro, creeme, contigo usaré anestesia para que veas tus órganos — sonríe

— maldito monstruo asqueroso, no se como no eres capaz de vomitar cuando haces esas cosas

(...)

Pensé que yo sería la que tendría que abrir cuerpos, pero al meno eso me es un alivio, solo un poco. Aquí estoy en el séptimo piso, en una sala llamada "cirujía de los gritos" Ya por el título deben saber de qué se trata.

Bueno, era una sala de cirujía como en los hospitales, había una camilla de hierro, una lamparita al lado de la camilla, una mesa llena de herramientas que los doctores utilizaban para realizar la cirujía. En la camilla estaba la chica, la camilla era diferente , estaba un poco inclina hacia delante permitiendo una vista de cine, que obviamente no quería ver. La chica tenía sus manos sujetas por dos cintas metálicas a cada lado de la cabeza, sus pies unidos también siendo amarrados por la cinta metálica.

Yo junto con dos chicos de uniformes, estábamos sentados en sillas amarrados sin movilidad alguna.

— si no hubieran metido las narices en donde no les llaman no estuvieran en esta situación — habla Jeff caminado de un lado a otro

— Si no te rindes y nos sueltas lo vas a lamentar, todo el cuerpo de policía los está buscando a los dos y cuando.....

— ¿ cómo te llamas ? — habla Jeff interrumpiendo a la chica de piel morena

— ¿ Porqué debería ? — cuestiona

— porque en estos momentos el peligroso soy yo, tu estas atada en la camilla sin poder defenderte de lo que venga, yo tengo las armas y tu nada, por lo que debes hacerme caso, ahora dime tu maldito nombre

— Me llamo Rosi loco de mierda

— ¿ Rosi ? ese nombre no pega contigo — la mira neutro — Rosi viene de rosa y la rosas son flores hermosas y muy delicadas, y tú no demuestras serlo — dijo mientras adornaba su repugnante rostro con una sonrisa

— Maldito gilipo...— cerró la boca al momento de sentir el filo del cuchillo de Jeff en su cuello

— nunca me han gustado las chicas tan groseras, me dan ganas de corta tu lengua y hacer que te la tragues — habla haciendo desaparecer su sonrisa — mmmm tú — señala al chico de pelo castaño — ¿ cuál es tu estúpido nombre ?

— Leonardo — habla desviando la vista hacia el suelo

— Bueno, Leo, tu harás los honores de hacer el trabajo por mi

— ¿ Que trabajo ? ¿ Que quieres decir ? — pregunta mientras sube la mirada

— le abrirás el vientre a la chica, me da curiosidad de ver cómo son los órganos —

El chico llamado leo abrió los ojos y comenzó a negar con la cabeza. Jeff se le acercó y comenzó a quitar las ataduras de sus pies y manos para luego tomarlo del cabello y guiarlo hasta un lado de la camilla dándole un bisturí.

— No tengo porqué inyectar anestesia, ella solita se lo buscó, si se hubiera portado bien no tenía porqué sentir el desagradable dolor de ser rajado sin anestesia — dice Jeff mientras le apuntaba con su cuchillo

Con sus manos temblorosas guío sus manos manos hacia el vientre de Rosi, pero se detuvo al verla a los ojos. Rosi comenzó a llorar y a negar con la cabeza, los ojos del chico pasaron de los hermosos ojos de la chica a los azulados y con ausencia de párpados de Jeff.

— No lo haré...— dijo y cuando menos lo espere se abalanzó sobre Jeff haciendo que cayeran al suelo — ¡¡ PRIMERO ACABARÉ CONTIGO !!







INTERNADA CON LA MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora