Capítulo 23

1.3K 122 16
                                    

Capítulo 23: Regaño.

Un quejido salió de lo más profundo de mi ser después de haber hecho un movimiento brusco apenas despertar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Un quejido salió de lo más profundo de mi ser después de haber hecho un movimiento brusco apenas despertar. La nariz me picaba y me costaba más que mil demonios abrir los ojos. Sentía mi cuerpo temblar por una suave brisa que golpeó contra mi cuerpo provocando que finalmente abra los ojos con molestia, pero me arrepentí al momento de quedar cegada por la luz. Jadeo de dolor y tapo mis ojos con mis manos que se sentía extremadamente frías. Pestañeo intentando adaptarme a la luz y cuando al fin lo logro puedo visualizar a mi lado un cuerpo quieto, primero me sorprendo, pero al ver cómo se removía dejándome ver el lindo rostro de mi amiga con una mueca mientras arrugaba la nariz me alivió.

Carraspeo al sentir mi boca seca y me siento en el lugar donde estaba, miro a todo mi alrededor y me doy cuenta que habíamos caído dormidas luego de nuestra borrachera en medio de un campo desolado de césped, lindo, pero no muy lindo ahora que el cielo se tornaba gris con la clara apariencia de que llovería.

Entre tambaleos logro colocarme de pie y me doy cuenta al fin de cuanto habíamos bebido la noche anterior. Frunzo mi ceño para agacharme y recoger las 2 botellas de vodka del suelo metiéndolo dentro de la bolsa de género que había traído mi amiga y vuelvo a su auto dejando a la rubia allí para que durmiera un poco más. Guardo las cosas en el auto y vuelvo a Lana que dormía boca arriba con un hilo de baba saliendo de la comisura de sus labios. Suelto una risa burlesca y busco mi móvil en mi pantalón, lo saco y veo que ah estado apagado, quizás por la falta de batería, y me resigno.

— Lana — murmuro con intenciones de despertar con subidas a la chica, pero no obtuve nada de respuesta. La piqué en la cara con un dedo, pero otra vez, nada — Vamos Lana, es hora de irnos.

La rubia se quejó rodando lejos de mi perímetro fuera de la manta que habíamos utilizado para nuestros traseros la noche anterior. Un grito lleno de molestia me hizo sonreír burlona, Lana se levantó con los ojos cerrados y una cara de irritada que nunca había visto. Tenía resaca al igual que yo. Nos dolía demonios la cabeza y yo lo sabía muy bien.

— Dios, no vuelvo a beber así.

— Esa ni tú te la crees — le digo burlona tomando la manta entre los manos con mi mundo tambaleándose.

— ¿Puedes conducir tú? — preguntó con voz ronca dirigiéndose sin mirarme hacia el auto.

Hago una mueca y niego con la cabeza aun sabiendo que ella no me miraba, cosa que me mareó y me dio ganas de vomitar.

— No, no puedo.

— Lo haré yo, estoy bien.

STAY, Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora