Epílogo

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Epílogo: Novia.

Solté una larga y eterna exhalación de aburrimiento viendo a mis padres leer tranquilamente sentados en el sofá, acomodados muy cerca con cada uno con su libro respectivo, mi mamá uno de arte y mi padre uno de terror

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Solté una larga y eterna exhalación de aburrimiento viendo a mis padres leer tranquilamente sentados en el sofá, acomodados muy cerca con cada uno con su libro respectivo, mi mamá uno de arte y mi padre uno de terror. Fruncí mi ceño sin saber que hacer sintiéndome más impaciente que nunca, guié mi mirada al reloj de la pared que marcaba las nieve con treinta en punto. Me había apresurado mucho en arreglarme y esto sucede cuando uno se impacienta y hace las cosas muy temprano. Pero no me arrepentía, estaba emocionada, lo estoy más bien.

Tendría mi primera cita oficial con Tom.

Un vigoroso golpeteó en una superficie de madera llamó mi atención.

Sonreí contenta — Ya llegó.

— Recuerda lo que te dije, con cuidado — saltó mi madre inmediatamente con su vista aún pegada en su libro.

— Si, si, si, está bien.

"Ocupen protección, vuelve antes del amanecer y no interactúen con nadie"

Solté una risita recordando sus palabras, dios, que vergüenza había pasado. Me levanté extasiada de un salto.

Me dirigí hacia la puerta casi corriendo emocionada y quizás había pegado saltos en el camino que ni cuenta me di. Al llegar a la puerta, respiré hondo intentando camuflar drásticamente mi emoción, pero fue inútil porque no pude quitar esa sonrisa yo ya de enamorada que tenía siempre al pensar en el chico castaño que estaba al otro lado de la puerta. Abrí sin vacilar y lo encontré de lleno mordiendo su labio nervioso observando hacia donde segundos antes estaba la puerta tapando del interior.

— Hola... — dijo en una exhalación sonriendo tiernamente.

— Hola.

Alcé mi mano a su mejilla y con todo el atrevimiento del mundo me coloqué en puntillas dejando un corto beso en la comisura de sus labios, para después sin dejándole la oportunidad de reaccionar empezar a caminar fuera de porche hacia el auto del chico que yacía aparcado a un lado de la acera.

Giré mi rostro viéndolo sonreír en mi dirección mientras cerraba la puerta con calma, corrió hacia mi tomó mi mano hacia la puerta del carro donde me ayudó a entrar para después cerrar ala y rodear el auto al asiento del conductor. Ya adentro lo miré atenta de sus movimientos, encendió el carro y se giró hacia mí.

— ¿Puedo... — no terminó de hablar mirándome con nerviosismo, paseo su mirada por todo mi rostro y mordió su labio.

STAY, Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora