Capítulo 11

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Capítulo 11: Buena compañía.

Desperté lentamente abriendo mis ojos con cuidado, pero al percatarme de que la habitación aún seguía en penumbras por la estadía de la luna en el cielo fruncí mi ceño con mi cara mayormente tapada por las cobijas, pero allí se escuchó nuevamente ...

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Desperté lentamente abriendo mis ojos con cuidado, pero al percatarme de que la habitación aún seguía en penumbras por la estadía de la luna en el cielo fruncí mi ceño con mi cara mayormente tapada por las cobijas, pero allí se escuchó nuevamente un suave golpeteo en el gran ventanal a tan solo unos metros de mi. Me senté en la cama bruscamente parándome a casi tropezones mareándome en el acto por tan repentino movimiento, camino ya con mis botas de pantufla puestas al balcón cautelosamente mirando curiosa el ventanal tapado con una larga y oscura cortina que me ocultaba el provocador del suave golpe en el vidrio.

— Eva... — murmuró una suave voz desde el balcón la cual identifique con torpeza en segundos. Confundida con un extremado cuidado abrí el ventanal con un impaciente castaño detrás de este mirándome con una sonrisa energética.

— ¿Que haces aquí, Stanley? — pregunté con mi ceño fruncido cruzándome de brazos, pero este sin decir nada todo mi brazo deshaciendo mi cruzada de brazos jalándome fuera de mi propia habitación. Preferí callarme y no alegar en su contra por la posibilidad de llegar a despertar a mis padres por mi voz molesta, porque si, estaba más que molesta en este momento.

Y entonces sin que me diera cuenta ya estaba fuera de la casa en pijama con el frío clima de la noche calando mis hueso provocándome escalofríos, pero no duro demasiado al ver cómo Tom me guiaba a su carro subiéndome sin decir nada en el asiento del copiloto, rodeó el auto y se sentó de conductor encendiendo el motor apenas tuvo la oportunidad sacándonos la vista de nuestras casas dejándonos ver las vacías calles iluminadas por las tenues luces de los faroles.

— Ahora si... ¿Que mierda te sucede, Holland? ¿A donde me llevas?... ¡Hey! Contéstame — demande irritada al ver que solo sonreía con cada pregunta que salía de mis labios atentos en el desolado camino
— Eres un grosero — me crucé de brazos hundiéndome en el asiento con un puchero de resignación.

— Te ves tierna así — comentó de la nada Tom haciéndome que casi me diera un paro cardíaco por su repentino "alago" — Y respondiendo a tus preguntas, ya verás.

Bufé fastidiada frotándome los brazos en busca de calor con mi mirada fija en su rostro que de vez en cuando me daba miradas mientras conducía aparentemente concentrado.

— Tengo frío — confesé sin expresión en mi rostro aún observándolo.

Tom guió su mirada hacia mi por un segundo mínimo tirando su brazo atrás mientras miraba el camino tomando lo que parecía ser una sudadera la cual me tiro en el regazo sin mirarme.

El viaje fue silencioso, ninguno de los dos soltó palabra alguna concentrados en las calles que recorríamos, pero para mi nada había sido incomodo, me sentía cómoda aún siendo las tres de la mañana y teniendo un sueño terrible.

STAY, Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora