Capitulo 13: segunda parte

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La tarde la pasamos viendo televisión pero sin separarnos, estar en sus brazos es lo que más me gustaba y dormir junto a él era lo mejor, mentiría si dijera que la noche fue tranquila ya que fue de lo más estimulante y algo de lo que estaba acostumbrada.


Al día siguiente comí con Mai quien no me juzgo por lo que había sucedido, es mas estaba molesta por lo que había sucedido con Perla y me hizo prometer que si volvía a hacer algo se lo diría, además de que me mostro unos bocetos de lo nuevo en lo que estaba trabajando, la abrace y deje escapar un par de lagrimas al ver la ropita para bebé.


—He diseñado para ambos ya que no sabemos que es, pero cuando lo sepas quiero que me lo digas para poder hacer unos cuantos mas y elegir los colores correctos.


—Es demasiado apresurado, para el primer ultrasonido aun falta un poco más de una semana


—No me importa quiero que cuando sepas que es me lo digas, no dejare que mi sobrino o sobrinita vistan cualquier cosa—asentí divertida ante su actitud seria


—Lo hare, no te prometo que seas la primera en saberlo pero te lo diré.


—No el primero en saberlo debe de ser el papá—asentí imaginando su rostro al conocer el sexo de su bebé, que es lo que el desearía un niño con quien compartir juegos o una niña a quien consentir.


Regrese a casa después de haber pasado toda la tarde en el taller junto a Maite observando los modelos de su nueva colección, además fue su modelo para los vestido de las damas de honor de Dulce, aunque el mío debía de sufrir un par de modificaciones ya que para ese entonces debería de tener cerca de 8 meses y mi barriga seria prominente.


Dos días después me desperté al sentir unos labios sobre los míos, instintivamente rodeé su cuello con mis brazos atrayéndolo hacia mí, dejo escapar un gruñido y se incorporo levantándome con suavidad, me envolvió en sus brazos y mordió mi labio inferior


—Buenos días gatita


—No quiero que te vayas—apreté mas mi agarre logrando que bufara, recordando que era el día que se alejaría nuevamente.


—No quiero hacerlo pequeña, pero tengo que estar en Londres una semana, sabes que tengo que viajar y tú debes de permanecer aquí dando las autorizaciones de las compras, no me gusta la idea de separarnos pero tenemos que hacerlo.


—Lo sé—suspire resignada


—Te recompensare cuando esté de vuelta, te llamare todos los días y prometo que no te olvidaras de mi.


—Como si fuera eso posible—lo bese nuevamente y lo deje partir antes de que perdiera su avión—Pórtate bien Herrera


—Lo hare pequeña—me deje caer de vuelta en la cama cuando abandono la habitación, apenas era miércoles y las chicas estaban ocupadas ya que el viernes comenzaba la semana de la moda y el sábado era el desfile de Mai.


Fue extraño estar en casa sola sin la compañía de Poncho, me hablo justo antes de dormir y me conto lo que había estado haciendo además de que me dijo que había comprado un par de cosas que sabia me gustarían, cada mañana exactamente a las 10 llegaba a mi oficina un ramo de rosas y tulipanes, en la tarjetita solo aparecía escrito


"Te quiero no lo olvides y faltan 7 días para vernos"


Poncho


Cada arreglo era una cuenta regresiva de los días que restaban para volver a estar juntos, podía ser algo cursi pero para mí era un hermoso detalle.


El sábado me prepare para el desfile de mi amiga, estaba sentada en primera fila junto a mi madre, Alba y la madre de Maite, en cuanto el desfile comenzó quede maravillada con cada uno de los diseños, si cuando los había visto en su taller me habían gustado verlos ahí siendo modelados me habían enamorado, Dulce y Estefania fueron las modelos principales lo que le dio cierta distinción al desfile, ellas eran modelos de fama mundial y que estuvieran modelando la ropa de Maite hablaba muy bien de mi amiga como diseñadora, la mantendría en la mira de los medios y pronto estaría siendo una de las mejores.


Mi amiga me había indicado detrás de cual vestido vendría el que está confeccionado pensando en mi, ahí estaba era un vestido simplemente hermoso, straple marcado en el pecho debajo adornado por brillantes y suelto en una tela vaporosa, era de un hermoso color azul aquí, mis amigas por su parte modelaron los vestidos hechos pensando en ellas y debo de decir que Maite capto la esencia de cada una, eran perfectos.


Me levante de mi asiento cuando Mai salió a agradecer, Dulce y Estefania  la acompañaron y la abrazaron, yo tuve que esperar hasta estar tras bastidores para poder felicitarla, diferente medios estaban congregados ahí intentando entrevistarla mientras ella no paraba de saltar de un lado al otro dando indicaciones y recibiendo las felicitaciones. Después de casi una hora nos fuimos a un bar a celebrar el éxito obtenido, bailamos y nos divertimos a lo grande, Chris se encargo de llevarme a casa ya que se lo había prometido a mi esposo.


El domingo desayune junto a mis padres y mis suegros, fue un día maravilloso. Alba y mi madre estuvieron en nuestra casa anotando las ideas para la decoración de la habitación del bebé, unos días antes habían mandado sacar los muebles para pintarla de un color neutro, pedí que esperaran a conocer el sexo pero ellas se negaron y siguieron haciendo planes sobre que muebles y todo lo que iría en la habitación, termine sentada en el suelo mientras ellas no paraban de hablar y yo ya estaba cansada solo de pensar en todo lo que me esperaba.


El lunes por la mañana me desperté algo cansado y con un dolor en la espalda, debía de ser a la posición en la que había dormido. Comencé mi día como habitualmente lo hacía, una ducha, desayunar y de ahí al trabajo. Recibí la visita de Andy que me platico de su maravilloso fin de semana con Luisa mientras comenzábamos a revisar los detalles que debía de verificar en la empresa que visitaría en Carolina del Sur, me levante por un poco de agua pero el vaso se me resbalo de las manos al sentir un pequeño calambre en mi interior, respire profundo hasta que la molestia se disipo.


— ¿Ahora tienes manos de mantequilla?


—Un accidente—llame para que fueran a limpiar el desastre y seguir concentrándome en el trabajo


—Sabia que aquí estarías muchacho—me reí ante la frase de mi padre, sabía que cuando mi amigo no estaba en su oficina estaba en la mía "trabajando"


—Y yo que pensé que venias a verme a mí.


—Por supuesto cariño—beso mi mejilla y se sentó en la silla detrás de mi escritorio— Pero antes quiero verificar que Andres tiene todo para su viaje.


—Ya lo revisamos cinco veces y sabe lo que tiene que hacer, es una tarea difícil jamás pensé que nos veríamos en la necesidad de cerrar un par de pequeñas empresas.


—Lo sé hija, pero en este momento no podemos darnos el lujo de mantener una empresa que solo nos genera gastos y ninguna ganancia.


—No dejo de pensar en la gente que perderá sus empleos.


—Cuando las cosas regresen a su estado habitual veremos la manera de abrir nuevas fuentes de empleo, mientras tanto debemos de hacernos a la idea.


—Es por eso que no iras tu Anita, tienes un enorme corazón y no te atreverías a hacer el trabajo sucio al menos no ahora. —señalo mi amigo

—Pero sé que tu lo harás bie..., ¡Oh por dios!—tuve que inclinarme y abrazar mi vientre ya que el dolor se había intensificado, cerré los ojos y apreté la mandíbula para no gritar aunque no soporte mucho y deje salir un alarido.

— ¿Any que es lo que sucede? —la voz de mi padre me indico que estaba junto a mí, sentí sus manos rodeándome, me incline un poco mas ante un nuevo espasmo aun más intenso que me traspaso hasta la espalda, escuche como los sonidos parecían alejarse, las voces de mi padre y de Andres se oían distante un golpe seco fue lo último que escuche antes de perder la conciencia.

Comencé a escuchar un par de voces y un pequeño pitidito lo que me recordaba a las maquinas del hospital, moví mi mano para comprobar que tenía algo en mi dedo que ejercía cierta presión.

—Descansa hija, duerme un poco mas—abrí un poco los ojos para encontrarme con el rostro de mi madre, quise hablar pero me sentía adormilada y pronto volví a perderme en un profundo sueño.

No sé cuánto tiempo más volví a dormir, pero fue despertada cuando sentí una presión en mi brazo y como mi mano se enfriaba, abrí los ojos y vi a una mujer de blanco que me regalo una sonrisa.

—Solo reviso tu presión y que la solución este pasando perfectamente—la mire sin entender, levante mi mano suavemente para ver que me habían canalizado, escuche la puerta abrirse

— ¡Hija! —mi madre se acerco sigilosa hasta mi mientras la enfermera quitaba el brazalete del baumanometro con el que me había estado revisando la presión

— ¿Qué sucede? —La vi girar el rostro y me sorprendió ver la figura que se acerco a mi cama— ¿Qué haces aquí?

—Donde esperabas que estuviera— intente incorporarme pero solo conseguí un tirón en mi interior, que me hizo hacer una mueca—No te muevas amor

—Alfonso...—se sentó en mi cama, tomo mi mano y se la llevo a los labios, su mirada no era aquella radiante que había visto antes de que se marchara a Londres, sus ojos mostraban dolor, cerré mi ojos y comencé a recordar los hechos de este día, el dolor de espalda, el espasmo que había provocado que se me resbalara el vaso y el peor de todo el que me había llevado a un estado de inconsciencia y al hospital, salte y abrí los ojos al darme cuenta de algo sumamente importante que había pasado por alto.

— ¿Como te sientes Anahi? — John el médico de la familia había llegado junto a nosotros

—Aun me siento un poco adolorida.

—Mandare a que te administren un poco mas de analgésicos—hizo unas anotaciones en una hoja.

—Eso no...—me detuve de completar mi frase al notar como Poncho presionaba mi mano y la mirada que había intercambiado con John— ¿Qué sucede?

—Any...—tomo aire y mire nuevamente a Poncho—Hicimos lo...

—Dime que mi bebé está bien —me lleve una de mis manos a mi vientre, aunque seguía sintiéndolo igual sentí un vacio en ese momento, el solo negó confirmándome que había perdido a mi bebé, había abortado.

Mi esposo se había inclinado colocando su rostro en el hueco de mi cuello, sentí su respiración un tanto errática pero yo aun estaba en shock, no podía creer que había perdido a nuestro hijo, tenía que estar en un maldiito sueño.

—Eso no es verdad—logre articular con la voz quebrada, Poncho levanto su rostro y me mostro su mirada triste—Poncho dime que no es verdad

—Lo siento mi amor—me apretó contra su cuerpo al momento que un sollozo lleno de dolor salía de mi garganta, me dolía saber que había perdido a esa pequeña criaturita que estaba creciendo en mi interior, esa pequeña parte que era lo mejor de Poncho y mío, había desaparecido, lo había perdido.

—Tranquilízate amor—susurro contra mi oído pero no podía hacerlo, sentí un gran dolor, no era un dolor físico como el que había sentido antes, me sentía vacía y como la peor mujer.

—Poncho yo no... te juro que yo...

—Lo sé amor, no tienes que jurarme nada

—Mi bebé... quiero a mi bebé—deje que una parte del dolor saliera, sentía mi corazón latir con rapidez al igual que la maquina no dejaba de pitar, mi pecho me dolía y la respiración era acelerada, quería desaparecer, quería despertar de este horrible sueño, dejar de sentir, quería reaccionar y encontrarme con que esto no era verdad, no podía ser verdad, un grito desgarrador salió de mi garganta, escuchaba voces que me llamaban pero no entendí mi mente estaba en otro sitio.

—Any mi amor tranquilízate—escuche como en un susurro la voz de Poncho pero nada era real solo este dolor que me carcomía por dentro, sentí un pinchazo en mi brazo y poco a poco me fui relajando pero al mismo tiempo me fui quedando dormida, pero aunque en apariencia parecía haberme relajado el dolor seguía oprimiendo mi pecho y la idea de perder a mi bebé aun me parecía estúpiida, eso no podía haber sucedido, tenía que tratarse de una pesadilla y cuando volviera abrir los ojos me encontraría en mi cama.

Al despertarme me di cuenta de que todo había sido real, el sol se había puesto y la oscuridad reinaba en mi habitación, junto a la ventana pude ver una silueta que reconocería en donde quiera, era Poncho que hablaba por teléfono

—Tuvieron que sedarla para tranquilizarla, la noticia la altero demasiado... no hace falta nada mamá, claro que se lo diré... hasta mañana— guardo el teléfono en la bolsa de su pantalón, pero mantuvo su posición viendo hacia afuera.

Después de unos minutos parecía sentir mi mirada porque se giro y al notar que estaba despierta se acerco. Se acomodo junto a mi envolviéndome en sus brazos, deje mi rostro descansar sobre su pecho sin decir una sola palabra, la sensación de vacío que me acompañaba me hizo morderme el labio para no llorar pero no lo conseguí.

—Descansa mi pequeña

—Lo siento—murmure solo para que el alcanzara a escuchar mis palabras

—No tienes porque sentirlo mi amor, no... no es tu culpa—su voz sevhabía quebrado nuevamente, beso mi cabello y acaricio mi espalda reconfortándome pero no del todo.

— ¿Puedo pedirte algo? —levanto mi mentón y sonrió aunque era una sonrisa vacía

—Claro pequeña, lo que tú quieras

—Quiero estar sola, quiero que te vayas

—No planeo moverme de tu lado—me presiono mas contra su cuerpo rompiéndome, comencé a llorar intentando sacar lo que me lastimaba, pero parecía que entre más llorara el dolor aumentaba. Me permitió llorar liberándome de toda la frustración que sentía en este momento, beso mi cabello y acaricio mi espalda, me fui tranquilizando pero no me separe de su cuerpo, me quede ahí sintiendo como su pecho subía y bajaba lentamente, levante mi rostro y observe que tenía los ojos cerrados pero pequeñas lagrimas bajaban por sus mejillas...

El trato que unió nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora