Capitulo 5: segunda parte

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—Vamos, solo dime cómo te llamas hermosa

—Quiero que me suelte— me estaba entrando un poco de miedo, me sentía vulnerable, estaba en un lugar desconocido y vistiendo algo diminuto, además de que había poca gente y estas parecían más entretenidas en otras cosas

—Una cena y porque no disfrutar de nuestra compañía

— ¡No! Y quiero que me suelte o voy a gritar

—Tengo una manera de hacer que no lo hagas— halo mi mano hasta tenerme cerca de él, con mi mano libre lo empuje y el parecía divertirse—no te resistas preciosa

— ¡SUELTEME! —grite y él se acerco peligrosamente a mí, su aliento choco en mi rostro y note que había estado bebiendo gire mi rostro, una mano se ciño en mi brazo y después vi al hombre caer de espalda contra la arena

— ¿Estas bien amor?—asentí, beso mi frente y se coloco delante de mi

—No te metas ella y yo...

—Ella es mi esposa, así que lárgate antes de que te enseñe a respetar— el hombre se levanto le lanzo un golpe a Poncho que lo esquivo, pero él no corrió con la misma suerte, envolví la cintura de mi esposo y pegue mis rostro a su espalda, su respiración era acelerada

—Poncho...

— ¿Está todo bien? —pregunto un hombre que portaba el uniforme del hotel, debía de ser el encargado y detrás de él venían dos mas

—Este hombre estaba molestando a mi esposa, lanzo el primer golpe y yo solo me defendí—sentí las manos de Poncho posarse sobre las mías—y es inaceptable que algo así suceda en un hotel de esta categoría

—Lo sentimos Sr....

—Herrera— el hombre abrió los ojos sorprendido, lo que me indico que ellos debían de saber quién era, es más quien no conocía el nombre de Alfonso.

—Lo sentimos Sr. Herrera, lamento este horrible incidente, nosotros nos haremos cargo de que este hombre no se acerque a usted o a su esposa, Sra. por favor acepte nuestras disculpas—el hombre le indico a sus acompañantes que se llevaran al tipo que me había estado molestando

—Un lo siento no es suficiente, quiero hablar con el encargado

—Sr. Herrera esto no es necesario...

—Cuando se trata de mi esposa yo decido lo que es necesario, así que quiero hablar con el encargado y asegurarme de que esto no se repetirá o de lo contrario bien sabe que cuento con los medios para...

—Le diremos al gerente de lo sucedido

—Quiero hablar con él personalmente—me obligo a soltarlo para abrazarme—Estaremos en el restaurante de comida internacional

—Se lo diremos—fuimos por nuestras cosas y me coloque el vestido que él me había quitado

—Poncho... gracias—tome mi bolso lista para ir al restaurante

—No tienes porque agradecerme, eres mi esposa y yo te cuidare—poso su mano en mi cintura baja y me guio hasta el restaurante, nos dieron una mesa cerca de una de las peceras y que contaba con cierta intimidad.

Me quede absorta mirando los peces que se movían libremente en el agua, aunque en realidad ya no eran tan libres estaban atrapados entre muros de cristal, eran de colores hipnotizantes, salí de mi trance al escuchar cómo se aclaraban la garganta, el mesero estaba llamando nuestra atención, ordenamos la comida

— ¿En qué piensas? —sus dedos rozaron mi mano provocando que una pequeña corriente me recorriera el cuerpo

—Es un lugar muy hermoso, gracias por traerme aquí

—Deja de agradecer por los regalos que te dé, es un lugar que se disfruta más con compañía que solo

— ¿Ya habías estado aquí? —pregunte con curiosidad

—Hace un par de meses, estuve aquí para relajarme pero la verdad es que no lo pase tan bien, me hizo falta compañía

—Y porque no trajiste a alguna de tus... "amigas"

— ¿En verdad importa? —se inclino sobre la mesa sin apartar la mirada

—En realidad no, pero es simple curiosidad

—Me canse de estar envuelto en chismes, en que algunas de las mujeres solo estuvieran conmigo para parecer en revistas por una supuesta relación con uno de los solteros más codiciados, puede que algunas en su mayoría fueran famosas pero todas son iguales, lo único que les importa es encabezar las portadas y saben hablar de otra cosa que no sean banalidades—bebió el contenido de su copa— Es por eso que vine aquí queriendo descansar pero solo me aburrí ya que es esto es para disfrutar con alguien más y que mejor que hacerlo con mi esposa

—En verdad te cansaste de la vida que llevabas o son solo palabras

—Llega un punto en que decides madurar y reorganizar tus prioridades—Enarque una ceja y antes de que siguiera con el interrogatorio, un hombre que de inmediato se identifico como el gerente del hotel llego junto a nosotros, Poncho beso mi mano y se levanto alejándose con el hombre.

Los vi sentarse en la barra del bar, Poncho tenía el rostro contraído y parecía molesto, poco a poco pareció irse relajando hasta asentir y regresar junto a mí.

—Poncho...

—Todo está bien—comimos en silencio pero intercambiando miradas en las que claramente se leía la incertidumbre que había en el interior de cada uno, la mía era por conocer cuáles eran sus prioridades en este momento, el conocer al verdadero Alfonso Herrera y no al hombre del que todo mundo hablaba.

Después de la comida nos dirigimos a una de las piscinas y nos acomodamos debajo de una sombrilla, me ayudo a colocarme bronceador y yo hice lo mismo, tome un poco de sol mientras el leía un libro que no sabía de dónde lo había sacado pero no importo yo solo me quería relajar, entro a la piscina y comenzó a lanzarme agua como un niño pequeño, me senté en el borde dejando solo mis pies dentro del agua, sus manos se deslizaron por mis piernas hasta llegar a mi cintura y meterme dentro.

—Tienes idea de las miradas que levantas—lo mire sin comprender

—Tú eres el que levanta miradas por donde pasa

— ¿Porque eres insegura cariño?, eres una mujer perfecta

—Deja de decir tonterías—acomodo un mechón de cabello detrás de mi oreja

—Siento que sucediera ese desagradable incidente amor, prometo que no se repetirá, no te dejare sola de nuevo— me estremecí al escuchar cómo me había llamado, sentí el agua llegar casi a la altura de mi pecho, el sonrió y me levanto en brazos haciendo que lo rodeara con mis piernas

—Gracias a ti, por cuidarme después de todo—envolví su cuello con mis brazos, me acerque tímidamente a sus labios temiendo que se negara, se mantuvo quieto hasta que mis labios entraran en contacto con los suyos, su lengua acaricio mi labio inferior y le di permiso de entrar, me apreté más a su cuerpo, un nuevo jadeo se escapo de mis labios, estaba disfrutando de esta nueva sensación.

—Nadie se acercara a ti de nuevo pequeña—hice un mohín y el sonrió besando mi nariz

Me sentía bastante cómoda junto a él, aprovechamos que estábamos en un sitio que nadie nos conocía para poder seguir conociéndonos, eran pocas las cosas que conocíamos y había muchas que debíamos de conocer y esta semana nos serviría para hacerlo. Lo bese un par de veces más y jugamos en el agua, sabía que estábamos levantando un par de miradas ya que nos estábamos comportando como un par de adolescentes, pero que importaba.

—No Poncho, no te atre...—no termine la frase debido a que mi adorado esposo me levanto en brazos y me dejo caer hundiéndome, cuando emergí el estaba riendo, me lance contra el haciéndolo sumergirse con lo que no contaba era que me abrazaría y me llevaría con el

—Ambos podemos jugar el mismo juego—rozo mi labio inferior con su lengua logrando que mi piel se erizara y por la sonrisa que apareció en su rostro me di cuenta de que sabia la razón de mi estremecimiento.

—Sera mejor vayamos a arreglarnos para salir a cenar—me separe de su cuerpo e intente salir pero él me sostuvo evitando que lo lograra—Herrera déjame salir

—Aun tenemos tiempo para disfrutar un poco—susurro, después de un rato de mantenerme prisionera salió de la piscina y me ayudo.

Nos preparamos para ir a cenar, un vestido corto con una sandalias altas de finas tiras, el un pantalón blanco de una tela delgada al igual que la camisa, lucia muy guapo

—Te ves hermosa—agache la cabeza cuando lo escuche, levanto mi rostro haciendo que lo mirara de nuevo— no agaches la cabeza amor, eres hermosa y debes de aceptarlo, no me cansare de decirlo hasta que sepa que lo crees

—Me quieres convertir en una egocéntrica como tu—le recrimine sin dejar de sonreír, apoyo sus manos en mi cadera y se inclino para besarme, fácilmente me podría acostumbrar a estar con el de esta manera, sentir como sus labios se amoldaban a los míos y sentir sus manos sobre mi cuerpo despertaba nuevas sensaciones unas que solo había sentido un par de veces, caí sobre algo mullido deje escapar una exclamación de sorpresa

— ¿Te lastime?

—No—acaricie su mejilla hasta permitir que mis dedos se hundieran en su cabello

—Any...— su voz había pasado de ser sedosa a ronca y creo saber la razón, un par de golpeteos en la puerta nos hicieron separarnos, se levanto gruñendo y yo me incorpore arreglando mi vestido, al cabo de unos minutos lo vi regresar con una tarjeta en la mano

— ¿Sucede algo? —El negó abrazándome nuevamente y ocultando su rostro en mi cuello

—Solo que nos han dado un par de cenas debido al incidente, no es que me desagrade que lo hagan, pero no quiero que parezca que nos aprovechamos de la situación

—Podemos aceptar una y las demás corren por nuestra cuenta

—Esa idea me gusta, ¿lista para ir a cenar?

—Si, muero de hambre— tomo mi cintura y me guio hasta el lobby, elegimos entre el gran numero de restaurantes con los que contaba el hotel y nos decidimos por uno de comida alemana.

Me sentía algo ansiosa ya que estaba segura lo que sucedería esta noche, intente disfrutar de la noche pero me era difícil, al termino de nuestra cena fuimos un rato al casino, perdí un par de dólares pero Poncho gano un poco

—Recupere tu perdida— señalo las fichas en su poder

—Es más de lo que perdí— me abrazo mientras la ruleta seguía girando, un chasquido se escucho al ver que había perdido

—La suerte se termino—me burle

—Puede que así sea, quieres hacer algo más, o nos vamos a nuestra habitación

—Me estás dando a elegir—enarque una ceja

—Que tiene de extraño eso— tomo mi mano y se la llevo a los labios—entonces quieres hacer algo mas

—Creo que ya fue suficiente por hoy— nos dirigimos a nuestra habitación, me dirigí al cajón donde había guardado mis camisones, no podía ponerme ninguno de ellos sin sentirme expuesta, tome un camisón de seda que llegaba más arriba de la mitad de la pierna y el pecho estaba decorado de fino encaje, me mire al espejo solo para incrementar mi nerviosismo, como podría dormir alguien con tan poca ropa, tome aire después de pasar un largo tiempo encerrada en el baño, mordí mi labio al notar la luz encendida

—Pensé que planeabas quedarte a dormir en el baño— negué sin mirarlo sintiendo mis mejillas arder, me deslice dentro de la cama y apague la luz de la lámpara que estaba junto a mi

—Buenas noches Poncho—apreté las mantas contra mi cuerpo, cerré los ojos al sentir movimiento en la cama

— ¿Ya te vas a dormir?

—Eso planeo hacer y tu deberías de hacer lo mismo—me moví un poco más a la orilla alejándome de él—fue un día interesante pero agotador

—Porque no disfrutar de esta noche, además es nuestra noche de bodas—acaricio mi costado obligando a girarme, beso mi hombro desnudo, deslizo el tirante de mi camisón sin dejar de besar mi hombro, subiendo por mi cuello hasta mi mandíbula y de ahí se apodero de mis labios, me deje llevar

Sus manos acariciaron mi cuerpo deslizando los tirantes descubriendo con ello mi pecho, sus labios comenzaron un nuevo recorrido por mi cuello hasta ese lugar que antes había estado cubierto por el fino encaje, me tense al sentí su lengua cerca de uno de los pezones y una ávida mano acariciar mis muslos e intentar adentrarse mas

—Poncho...

—Hmmm— tomo el pezón entre sus labios y ya no pude mas, tenía que detenerlo no podía hacer esto, no podía entregarme a un hombre que no sentía nada por mí, era un hombre que solo buscaba satisfacción

— ¡Detente! por favor—intente separarlo de mi cuerpo pero parecía aferrarse más, eran sensaciones eran únicas pero no podía y el parecía no escucharme

—No quiero Poncho, déjame—me moví intentando liberarme de sus manos, sus labios se ciñeron en los míos los mantuve firmemente cerrados sin darle acceso, golpee su pecho con mis puños, e intente patearlo pero no podía.

Sus dedos se deslizaron debajo de mi camisón como si yo estuviera completamente dispuesta a acostarme con él, sus labios bajaron a mi cuello y volví a pedir que me dejara, no dejaba de moverme intentado zafarme su agarre pero él era más fuerte que yo, las lagrimas comenzaron a descender por mis mejillas, él parecía no notar que me estaba resistiendo, esto era una invasión a mi intimidad, era una violación.

— ¡Detente! —chille moviéndome bruscamente pero no me libre sus caricias ni de sus labios, él era mucho más fuerte que yo, no tenia oportunidad, solo había algo por hacer, me quede inmóvil como si se tratara de una muñeca de trapo, eche mi cabeza de lado y un sollozo se escapo de mis labios, sentí como se separaba de mi cuerpo y tomaba mi rostro obligándome a mirarlo, pero yo cerré fuertemente los ojos

—Por favor—suplique sin mirarlo, con la voz entrecortada

— ¡Demonios!, ya lo habíamos hablado— gruño furioso, antes de ponerse de pie, entro al baño dando un portazo, acomode mi camisón y me hice un ovillo aferrando las mantas contra mi cuerpo, las lagrimas seguían saliendo, mi pecho me dolía, esto se había convertido en una pesadilla,una horrible pesadilla y mientras las lagrimas seguian corriendo sin darme cuenta en algún punto me quede dormida...

El trato que unió nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora