Capitulo 17 final bonus

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Pov Poncho

Me prepare para una cena de gala que no esperaba, pero que tenía que ir. Gruñí cuando note la presencia de Perla que se sentó junto a mí y en todo momento intento pasar el límite impuesto, me había prácticamente rogado para que la llevara a bailar pero no lo hice no por miedo a que Any se enterara sino porque no dejaría que me vieran junto a una mujer como ella, había sido tonto cuando había salido con ella, pero agradecía que al menos su reputación aun no fuera tan mala. Logre regresar un poco antes y estaba realmente ansioso de verla, quería ver si ya abría algún cambio en su cuerpo, quería comenzar a notar su vientre abultarse, de seguro que luciría divina.


—Es una ensalada deliciosa—la encontré frente al televisor, creo que se le estaba convirtiendo en una mala manía, me acomode junto a ella y la bese, se extraño de verme ahí pero por su mirada sabia que le alegraba.

Lo que no me esperaba es que me preguntara por Perla ¿Como lo sabría?, pero eso no me importo, ella apenas y me dejaba hablar se notaba triste y por sus palabras pareciera que pensaba que ninguna de las malditas cenas a las que me había visto obligado a asistir habían sido verdad, estaba desconfiando de mi, cuando yo no había hecho otra cosa más que ser sincero con ella.

Sus lágrimas me afectaron y aunque estaba molesto por sus reclamos me dolía verla así, le deje en claro por milésima vez que la única que me importaba era ella, solo la necesitaba y la deseaba a ella, ya no había lugar para otra mujer bueno tal vez pero esa otra sería nuestro bebé, si es que era niña.



—Eres una tonta lo sabías—cerro los ojos con fuerza, roce sus labios para después continuar— mi amor tú no eres una niña eres toda una mujer, puede que tengas 25 años, es cierto, pero eres más madura que esa chica engreída, eres inteligente, hermosa, eres una mujer con principios que decidió arriesgarse para salvar a su familia, sin importarle unirse a un hombre como yo.


—Alfon...


—Quiero que te quede claro que yo no he estado con Perla, cuando te decía que estaba en cenas de negocios lo estaba. En Berlín apenas la vi en una de las cenas, pero no permití que se acercara a mí, te prometí fidelidad y lo he hecho. En un principio no te negare que pensé que había cometido una estupidez, pero basto estar contigo solo una noche, escuchaste bien solo una noche para saber que eras la única con la que quería estar, te quiero Any, te quiero mi pequeña gatita— como me había costado darme cuenta de que la amaba, pero ahora lo sabía y solo esperaba el momento en que sintiera que ella se abría para decírselo, no quería quedar como un estúpido y sufrir su rechazo antes prefería quedarme con mis sentimientos


Me enfurecí al darme cuenta de que ella había desconfiado de mi gracias a las tácticas estúpidas de Perla, ella estaba obsesionada conmigo, pero sabía que lo que a ella le interesaba era el dinero. ¿Cómo enojarme con mi esposa?, era perfecta en muchos aspectos pero muy insegura, con cualquier otra mujer la hubiera apartado de mi lado, pero con ella no podía hacerlo la amaba demasiado y sus inseguridades aunque me cansaban las soportaba porque ella era que me importaba.


Cuando todo quedo aclarado me importo poco el lugar y las protestas que había puesto, la hice mía, la había extrañado demasiado y no solo era por la intimidad, también extrañaba su calidez, su voz y todo lo que ella poseía. La noche parecía que sería maravillosa pero tuvimos unas visitas inesperadas que nos encontraron en una situación bastante comprometedora. Que mis padres me vieran de esta manera no importaba mucho pero mis suegros estaba ahí y la mirada divertida de Luz me hizo sonrojar mientras que la mirada de Gonzalo me hizo contener las ganas de reír. La situación no mejoro cuando Any se nos unió llevando solo mi camisa, se veía tan tentadora que bien la hubiera tomado ahí pero no podía hacerlo por nuestras visitas, me tuve que controlar, pero sabía que haría que se marcharan pronto aun tenia cosas importantes que hacer con ella.


Me alegre al escuchar la buenas noticias sobre que habían encontrado una manera de hacer que David nos dejara tranquilos, pero eso también indicaba el fin de nuestro acuerdo uno que se había complicado bastante por un pequeño que se desarrollaba en el interior de mi aun esposa, ¿Ella querría el divorcio?, ¿Ella me dejaría continuar cerca de ambos?, ¿Podría darme la oportunidad de demostrarle lo mucho que la quería? Con esa preguntas rondándome nos marchamos a nuestra habitación cuando nuestros padres se marcharon, pasamos una noche maravillosa, apenas me desperté me evite mover para que ella siguiera durmiendo. La contemple recordando la charla de la noche anterior, ella estaba molesta pensando que la había engañado podían ser celos o bien solo estaba tratando de no quedar como una tonta frente a todos. Lo único de lo que estaba seguro es que el tiempo se me agotaba ahora más que nunca necesitaba que ella confiara en mi y que se me dejara ver si en verdad la importaba, quería seguir siendo parte de su vida.


La sentí removerse y aunque sabía que ya estaba despierta se negaba a abrir los ojos, pero después de un rato se levanto y se vistió para ir al trabajo. Nos encontramos con que abría una junta para tratar lo que ya sabíamos, me tomo por sorpresa que me besara sin importar los presentes en la sala, eso podría ser una pista de que ella sentía algo más. La reunión fue algo monótona pero las ideas de algunos eran buenas, lo que nos permitiría saber el momento exacto de una compra. Me sobresalte al ver a Any levantarse y salir corriendo, me disculpe por ambos y la seguí, me detuve fuera del aseo esperando que ella saliera, cuando lo hizo se sorprendió de verme pero note sus ojos llorosos debido al esfuerzo, la abrace y bese su frente en señal de apoyo, lo único malo de todo esto era saber que lo que le sucedía si era mi culpa.


Trabaje en su oficina junto con ella, aunque intento echarme un par de veces. Me pareció divertida verla comportarse como una niña pequeña solo porque tenía hambre, cuando pregunte que quería no lo dudo por lo que supe era un antojo, así que se lo cumpliría. La lleve al mejor restaurante italiano solo para que satisficiera su antojo, lo que no espera encontrarme era a Perla que se nos unió, la incertidumbre y la frustración adornaron su rostro, intente tranquilizarla pero sabía que no sería posible.


Lo que comenzó como una plática pronto se convirtió en una batalla campal, ambas se quitaron las mascaras y decían lo que sentían, aunque Any se limitaba un poco debido a que sabía que no quería hacer una escena en el lugar, pero por más que lo evito no fue posible, termino marchándose furiosa y con la blusa empapada.


—Ya que se fue tu mujercita—acaricio mi mano, si darle tiempo la gire tomando la suya con rudeza y ejerciendo más presión de la necesaria hasta que en su rostro se dibujo una mueca—me lastimas


—Ya te lo había advertido deja de meterte con mi esposa, ella es la única que me importa, así que más vale que la dejes tranquila, ya me conto las ideas absurdas que intentaste meterle


—No puedes estar con ella ¡no puedes! —chillo molesta



—Puedo y lo hago, esta es la última vez que haces una escenita y que te acercas a ella, la próxima vez que te vea aunque sea un poco cerca te vas a arrepentir, no olvides que yo sé muchas cosas de ti que a la prensa le encantaran y hasta te mandaría a la ruina


—No te atreverías


—Acércate de nuevo a mi esposa y veras si no me atrevo—ella abrió los ojos sabiendo que era verdad que la amenaza la cumpliría, a ella no le convenía que se supiera que había salido con un par de hombre millonarios que además estaban casados.



—Ella no te puede dar lo que yo puedo


—Estas equivocada, ella puede darme más de lo que tú puedes—solté su mano y ella la froto el área enrojecida—Ella me dará un hijo, y tú no puedes tenerlos. Así que ahora es quien no puede.



—Como puedes echarme en cara eso—parecía que le había dolido mis palabras


—Tú no tienes consideración con mi esposa, ¿Porque la tendría yo contigo? Aléjate de Any o prepárate para lo que te ocurrirá


— ¿Como sabrás si me acerco a ella?, su orgullo no la dejara decírtelo



—A ella la cuidan y su guardaespaldas me lo dirá, así que no lo hagas. Lo sabré—me levante tomando la comida que uno de los meseros me había dispuesto para llevar, pague y me marche ignorando las miradas de los presentes, el chico de la entrada me dijo que ella se había marchado en un taxi lo que me hizo enojar, porque no confiaba en mi.

Llegue a casa dándole la comida a Sara, que parecía asustada como si yo le fuera a hacer algo. Entre a nuestra habitación y encontrarla frente al espejo, cerré la puerta y atravesé la distancia que nos separaba.


—Vamos a hablar—le dije, sin esperar que dijera algo, intento protestar pero la mande callar sé que no había sido de la manera más educada pero no podía seguir soportando que desconfiara de mi, la noche anterior perecería que todo se había arreglado y basto verla para que todo se derrumbara.


Había dolor en sus palabras y no me gustaba verla tan vulnerable, sabía que lo que había hecho Perla no tenia nombre, cuando me dijo que me odiaba me quede quieto esas palabras me calaron realmente jamás pensé que unas simples palabras me afectaran tanto, pero ahí están solo dos palabras bastaron para dejarme sin palabras y lastimado. Salió de la habitación y supe que estaba en una de las huéspedes cuando escuche su llanto, estaba lastimada, ambos nos estábamos lastimando, porque no simplemente le decía lo que sentía de una vez ¿Y que ella te rechace?, no ella no podía saberlo, tenía que estar seguro antes de dar un paso adelante.


—Escúchame por favor, Ya te dije que no hay nada entre esa mujer y yo, ella lo que quiere es separarnos y lo está consiguiendo, que no te das cuenta de que solo me importas tu.

—Ya no se qué creer Poncho ya me canse de esta situación— intente dejarle claro que debía de confiar en mí que no la traicionaría.

Parecía comprenderlo pero me atormento cuando seguía insistiendo en que ella era una niña, ¿Qué no se daba cuenta de que era una mujer y una gran mujer? Yo intentaba que nuestro matrimonio dejara de ser una farsa pero para ella jamás dejaría de serlo, ella no creí en un nosotros.

Me dejo sorprendido cuando volvió a mencionar el embarazo y por sus palabras solo pude comprender algo que me hirió y sin pensarlo dos veces le tire una cantidad de dinero sobre la cama, le dije que esperaba que fuera suficiente y al no comprender mencione las palabras más dolorosas y las que más me dolieron "supongo que lo que deseas es deshacerte de nuestro bebé", su mano se estampo en mi mejilla con demasiada fuerza logrando que me tambaleara.


—Yo jamás sería capaz de hacer algo tan ruin como eso, ¡eres un estúpido!


—Cuida tus palabras Anahi—todo se había salido de control, la tome de los hombros con mayor fuerza—La paciencia de cualquiera tiene un límite y la mía se está agotando—fue lo último que dije antes de marcharme a mi despacho, en el camino me encontré a Sara que se dio media vuelta a comprender que no era el mejor momento para preguntar algo.

Rompí un par de vasos junto con una figura de porcelana que había en una de las mesitas, estaba furioso, todo se había salido de control. Ella dudaba de mí, sabía que una parte de ella confiaba en mí pero había otra que dudaba, y lo peor de todo es que no quería separarme de ella, la necesitaba. Tal vez si hubiéramos esperado a que las cosas se tranquilizaran no hubiera pasado todo esto, como podía pensar que ella quería un aborto, su reacción me lo había demostrado ella quería a ese bebé igual que yo. Escuche la puerta cerrase de golpe y sin pensarlo dos veces fui hasta el garaje y alcance a tomar su mano antes de que subiera a su auto.


—Perdóname, no debí de actuar de esa manera


—Pero lo hiciste y no hay manera de borrar las palabras—intento subir pero se lo impedí, me pidió que me quitara pero me negué


— ¿Any dime que tengo que hacer?


—Solo déjame ir—su voz era una súplica, no sabía si lo que quería era que la dejara que se marchara por un par de horas o quería que saliera de su vida, cualquiera que fuera la verdadera razón no la aceptaría, ya no veía mi vida lejos de ella.



—No quiero dejarte ir. Any mírame, por favor mírame—la obligue a mirarme—te quiero pequeña, pero me duele ver que desconfíes de mi, sé que no soy el hombre perfecto y estoy lejos de ser el hombre que tu siempre añoraste, puede que el embarazo llego en el momento menos oportuno pero ambos amamos a ese pequeño que crece aquí dentro—apoye mi mano sobre su vientre aun plano, un sollozo se escapo de sus labios—Se que me altere y bien merecidas tengo tus palabras y todo lo demás.



—El embarazo me tiene con los sentimientos a flor de piel, pero yo...


—Solo necesito saber que me perdonas— solo necesitaba eso, saber que aun tenía una oportunidad, que una teníamos una oportunidad, nuestras miradas permanecían conectadas, cuando comenzó a romper la distancia sabía que era una nueva oportunidad, sus labios tocaron los míos y fue ahí cuando la tome en mis brazos.

El levante para que envolviera sus piernas en mi cintura, era un beso realmente apasionado que solo nos llevaría a un sitio, y sabia que este no lo era el lugar, comencé a caminar con ella en brazos, sus manos estaban hundidas en mi cabello provocando una ansiedad tremenda, mis pantalones parecían haberse reducido por la excitación. Las escaleras fueron la parte más complicada, pero no un problema real, nuestra respiraciones eran agitadas y un par de jadeos se escapaban de los labios de ella, escuche algo caer, mire de lado y note la presencia de las chicas que parecían paralizadas por la escena. Las ignore levantando un poco más a Any para acomodarla y poder subir a nuestra habitación, pero lo único que había conseguido era un roce de nuestros sexos y de esta manera un gemido se escapo de ambos. Era un espectáculo para nada agradable pero solo quería estar con ella, ahora entendía por qué las reconciliaciones son las mejores. Esta sí que era intensa.

Un par de días después tuve que alejarme de ella, tuve que viajar nuevamente a Londres lo que implicaba que nos alejaríamos por una semana, el destino no podía seguir empeñándose en mantenernos separados, apenas estábamos disfrutando nuestro tiempo juntos, intente ver las posibilidades de que me acompañara pero como uno de los debía de firmar los papeles importantes, ella debía de quedarse. Mi vuelo salía a las 8 así que no me importo despertarme antes de las 6 para alistarme y permitirme ver a mi esposa dormir, su semblante mostraba tranquilidad y sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, antes de marcharme la bese provocando que despertara y me envolvieran con sus brazos, la levante pegándola a mi cuerpo "No quiero que te vayas", y no deseaba irme pero tenía que hacerlo, la bese nuevamente y ella aunque no muy convencida me dejo marcharme, le prometí que no se olvidaría de mi en mi ausencia y sabia que me tendría presente.

Llegue a la empresa en Londres donde encontré a mi amigo con la cabeza apoyada en el respaldo de su silla, entre con cuidado de que no me escuchara.


— ¡Arriba! —solté una carcajada cuando se levanto de un salto con los ojos muy abiertos, pero al ver que era yo me lanzo lo primero que tomo de su escritorio



—No vuelvas a hacer eso Herrera


—Este no es un lugar para dormir Juan—le dije con seriedad, iba a replicar cuando solté una carcajada— comencemos a trabajar
Antes de comenzar a trabajar después de que hablara con Any para que supiera que supiera que ya estaba en la ciudad y sobre todo para asegurarme de que ella estaba bien. los días pasaron mientras trabajábamos en los problemas que habían surgido, las mañanas eran tranquilas porque me envolvía en el trabajo pero las noches eran algo aparte, extrañaba su aroma pero más extrañaba su calor mientras dormía abrazada a mi cuerpo.



—Herrera, me estas escuchando—regrese toda mi atención a mi amigo— porque no te concentras en los negocios y dejas de pensar en tu encantadora esposa, te aseguro que el arreglo ya lo tiene en sus manos.

No había dicho nada porque era verdad que había estado pensando en ella, solo podía pensar en los pocos días que me restaban para estar con ella. A la hora de la comida le llame para saber cómo se encontraba, Juan por su parte no podía contener las ganas de reír por mi actitud sobre protectora con mi mujer.



—Jamás pensé verte de esta manera, pero creo que exageras


—Nunca exagero cuando se trata de mi esposa—le dije tajantemente


— ¿El mantenerla vigilada no es una exageración? —Negué—ella puede...


—Se que ella puede cuidarse sola, pero ahora más que nunca me importa saber que está bien


—Eres demasiado posesivo con ella no te parece.


—Any está embarazada y es por eso que quiero mantenerla segura—sus ojos se abrieron ante mi confesión, sabía que no se lo esperaba


—Hablas de un bebé


—Si de un bebé, cunas, risas, noches de desvelo—dije sin poder ocultar mi felicidad


— ¿Y cuando nos lo dirías?


—En un tiempo, por eso me urge terminar con esto quiero regresar el miércoles, el viernes será el primer ultrasonido de Any y quiero estar ahí


—Cuando los chicos lo sepan no lo creerán


—Eso nos corresponde decirlo a Any y a mí, así que te agradecería que no dijeras nada


—Tenlo por seguro.

El fin de semana había salido con mis amigos recordando viejos tiempos y divirtiéndome. Agradecí que mi asistente se mantuviera junto a mí alejando a toda chica que se aceraba demasiado. Me mantenía inquieto sabiendo que Any estaría fuera esta noche ya que era el desfile de Maite, lo que me mantenía un poco relajado era saber que Christopher se encargaría de que mi esposa llegara sana y salva a nuestra casa. El hombre del que en un momento había sentido celos se había convertido en un amigo y ahora le encargaba lo más preciado que tenia.

El lunes estaba revisando el último informe de la bolsa en compañía de Juan, había una baja importante pero gracias a que siempre estábamos un paso adelante nos había dado tiempo de proteger las inversiones más vulnerables.



—Sr. Herrera, la Sra. Luz le llama por la línea 2—aviso mi secretaria, me extrañe de recibir una llamada de mi suegra y sabia que no debía de ser nada bueno


—Diga


—Alfonso, tienes que regresar ahora—me levante de un salto al escuchar su voz agitada- toma un atajo, tengo que llegar al hospital ahora, ¿Hospital?



—Luz, que es lo que está sucediendo


—Any esta en el hospital, voy en camino pero parece que las cosas no pintan bien.

—Tomare el siguiente vuelo. Quiero que me mantengas informado de lo que suceda—la mirada interrogativa de Juan me siguió mientras movía algunos papeles y hacia anotaciones aun después de colgar


—Alfonso...


—Quedaras a cargo, revisa las compras del mes pasado y no dejes que David vuelva a meterse en las inversiones


— ¿Que sucede? —Me quito el teléfono de las manos—Estas nervioso, ¿Any está bien?


—No lo sé, Luz me dijo que la llevaban al hospital y tengo que estar con ella— dije desesperado


—No encontraras un vuelo a estas horas—lo mire fulminándolo con la mirada, pero no le importo, tomo el teléfono— conozco a alguien que me debe un favor y estará encantado de llevarte a New York en este momento en su Jet— hablo por unos minutos para después acompañarme a la entrada donde ya estaban esperando por mí, en cuestión de minutos estaba sentado en un cómodo asiento de avión pero solo podía pensar en Any y que no fuera nada malo.


No sé cuantas horas duro el vuelo y no me importo, llame a Luz pero no contesto así que llame a Emilie para que me dijera en que hospital estaba mi esposa. Mi corazón latía con rapidez, pero aun así entre directamente y pregunte por ella, minutos después me indicaron el piso y su habitación, no había terminado de hablar cuando yo ya había salido corriendo de nuevo. Llegue al lugar y me detuve al ver a Gonzalo y mi padre sentados en las sillas de la salita de espera.


— ¿Cómo esta Any? —ambos se sobresaltaron al verme ahí


—Pensé que llegarías en un par de horas más, ¿Cómo lo hiciste tan rápido?


—Dylan le debía un favor a Juan y me prestó su Jet, pero eso no importa ¿como esta Any?


—Alfonso....


—Yo me encargo Gonzalo—me índico con la mirada que caminar aun poco y sabia que no serian buenas noticias, nos detuvimos al final del pasillo donde este se dividía en dos, recargue mi espalda en la pared mirando fijamente a mi padre


—Alfonso...—tomo una enorme bocanada de aire, coloco su mano en mi hombro y lo apretó con suavidad—Tienes que soportar y ser fuerte por ambos Any te necesitara.


—Quieres decirlo de una buena vez—gruñí molesto, poco me había importado que se tratara de mi padre


—Any se desmayo en la empresa y Gonzalo la trajo al hospital donde la revisaron y descubrieron que... bueno el embarazo no iba bien


— ¿Que quieres decir con que no iba bien?


—No estaba bien implantado y tuvieron que finalizar el embarazo


— ¿Qué hicieron qué? —grite ganándome un par de miradas molestas, me estaba diciendo que habían acabado con la vida de mi bebé.


—Alfonso—me encontré con la mirada triste de Luz— Tuvieron que hacerlo, era un embarazo ectópico. Lo hicieron por el bien de Any, lo que sucedió en la oficina solo fue un aviso y pudo haber sido mucho peor.


—Era nuestro Bebé—murmure por lo bajo, sintiendo como todo lo que había imaginado se desvanecía de la manera más dolorosa.


—Debes de ser fuerte hijo


— ¿Any como lo tomo?


—Ella aun no lo sabe, estaba inconsciente cuando llego. Le realizaron los estudios en los que descubrieron que estaba mal implantado y que pronto podría dañarla a ella, la sedaron para hacer el legrado y aun no despierta pero no debe de tardar en despertar. Lo lamento.


—Hiciste lo que debías Luz—le sonreí de manera apagada, aunque lo quisiera no había manera de cambiar las cosas, esto era inevitable. Se disculpo nuevamente antes de volver a dejarme a solas con mi padre.


— ¿Por qué a ella?, ¿Por qué nosotros? —golpe la pared con mi puño, el dolor no me importo, no era en nada comparado con lo que sentía, me deje caer en el suelo apoyando mi espalda en la pared y ocultando mi rostro entre mis piernas.


—Alfonso


—Ella... yo... era nuestro—jamás me había sentido tan impotente de hacer algo, el sufrimiento que sentí pugnaba por salir de una manera pero no demostraría mi fragilidad.


—Tu madre está en Paris, pero tomara el primer vuelo para estar contigo.


—No hay nada que ella pueda hacer—pase mis manos por mi cabello con brusquedad para después echar mi cabeza hacia atrás


—Ella es mejor apoyo que yo— vi como Gonzalo abrazaba a Luz y minutos después una enfermera entrar en la habitación, me levante rápidamente para dirigirme hasta la habitación


  —No sabemos cómo reaccionara pero te aseguro que no será nada bueno, tienes que ser paciente y ser su apoyo, ella te necesitara y ti deberás de responder por ambos.


—Lo sé. No la dejare si es lo que te preocupa, es mi esposa. Quiero verla si no les importa— antes de que hiciera un movimiento Luz me había abrazado, reconfortándome pero al mismo tiempo avivando la sensación de pérdida que sentía. Entre en la habitación junto con Luz, respire profundo al verla, estaba demasiado pálida, su cabello estaba recogido en una trenza y parecía tan vulnerable, como una muñequita de porcelana que podría romperse en cualquier momento.


— ¡Hija! —la voz de Luz me hizo regresar a la realidad y escuchar el sonido de los monitores a los que ella estaba conectada.


— ¿Qué haces aquí? — su voz era apagada y parecía más como un murmullo, me adelante hasta llegar con ella y me senté en la cama junto con ella.


—Donde esperabas que estuviera. No te muevas amor— la detuve de seguir moviéndose ya que una expresión de dolor aparecía en su rostro. Mi nombre escapo de sus labios, me perdí mirándola unos segundo para tomar su mano y besarla, parecía que el gesto había surgido cierto efecto ella había cerrado sus ojos pero pronto los abrió abruptamente.


— ¿Como te sientes Anahi? — entro su médico me saludo con un movimiento de cabeza, ella acepto que se sentía un poco adolorida, asintió sin dejar de hacer unas anotaciones y le prometió un par de analgésicos


—Eso no...—presione su mano al saber cuál era su preocupación, había llegado el momento de darle la desagradable noticia. El sonido que abandono sus labios fue apagado y temeroso— ¿Qué sucede?


—Any, Hicimos lo...—la voz de John fue detenida por la de mi esposa. No me esperaba que fuera a mi quien me preguntara por nuestro bebé, solo pude negar con un suave movimiento de cabeza, oculte mi rostro en su cuello intentado que su aroma tan característico me tranquilizara y me hiciera recuperar la cordura que necesitaba, la fortaleza que necesitaba aparentar para mantenernos ambos de pie, esta vez no era solo yo, también estaba Any, mi Any.



—Eso no es verdad—logro articular con la voz quebrada, tome su rostro en mis manos y la obligue a mirarme, me sumergí en su mirada llena de dolor pero me sorprendía ver que no se había derrumbado—Alfonso dime que no es verdad


—Lo siento mi amor—la presione contra mi cuerpo y justo en ese instante ella dejo escapar un sollozo, ese que demostraba lo mucho que le dolía.


—Tranquilízate amor—le susurre, intentado que se calmara y volviera a respirara con normalidad, su respiración se estaba acelerando conforme sollozaba, sus latidos comenzaban a aumentar


  —Alfonso yo no... te juro que yo...


—Lo sé amor, no tienes que jurarme nada—la presione un poco mas intentando reconfortarla, pero nada parecía conseguirlo

—Mi bebé... quiero a mi bebé—esas palabras me paralizaron. Pero más me afecto escuchar llorar y gritar de dolor, su respiración era demasiado rápida al igual que sus latidos. El monitor parecía estarse volviendo loco, no dejaba de pitar, la separe de mi cuerpo para tomar su rostro entre mis manos, dije su nombre un par de veces intentando que reaccionara pero nada cambio, un par de brazos me apartaron de ella para ver que le aplicaban algo que poco a poco la fue relajando hasta hacerla dormir de nuevo.


—No hubo otra alternativa para tranquilizarla, esto la dejara dormir por un par de horas mas— explico John, se acerco hasta quedar delante de mi — Me gustaría hablar contigo un momento ¿podemos?


—Nosotros estaremos con Any, la cuidaremos por ti— agradecí las palabras de mi padre, me acerque a la cama de mi esposa y le di un beso en los labios antes de salir junto a John.



—Primero quiero que sepas que lo siento. Pero tuvimos que hacerlo antes de que las cosas se complicaran—asentí sentándome en una de las sillas que estaban junto a él a mitad del pasillo— el embrión se estaba desarrollando en una de las trompas lugar que no es el adecuado, si extraemos el producto, la vida de Any se podría ver seriamente comprometida. Además de que actuamos de manera rápida antes de que verdad la dañara, esto da la ventaja de que ella puede embarazarse nuevamente.


Me quede en silencio por unos minutos. Habíamos perdido a nuestro bebé pero al menos ella estaba bien.


—Que es lo peor, que pudo sucederle a Any—pregunte enfocando toda mi atención en él


—Una ruptura que hubiera provocada una hemorragia. Esto aumentaría las posibilidades de que ella no volviera a embarazarse. Y en el peor de los casos la muerte de ambos—cubrí mi rostro entre mis manos a mi rostro, sonare egoísta y hasta insensible pero aunque me dolía la perdida de nuestro bebé estaba bien sabiendo que al menos no le había sucedido nada a ella y que teníamos una segunda oportunidad para intentarlo.


—Gracias por lo que hiciste por ella—me levante—regresare con ella


Mi padre y Gonzalo estaban sentados en uno de los sillones mientras que Luz estaba sentada junto a ella, acariciando su rostro. Sin decir una sola palabra me acomodé junto en la pequeña cama atrayéndola a mi cuerpo, la envolví en mis brazos intentando reconfortarla. Las horas pasaron y Luz me obligo a separarme de mi ángel ya que no había comido nada, lo hice rápidamente para volver a su lado, intentaron mandarme a mi casa para que descansara pero no me alejaría de mi esposa, mi lugar estaba junto a ella, no me importaba dormir en el feo sillón.


El sol se había ocultado dando paso a la noche. Por la ventana comenzaban a verse las luces que iluminaban la gran ciudad, el tráfico de siempre. Mi teléfono comenzó a vibrar y aunque no lo quería hacer lo conteste.


  —Diga


— ¿Cómo te encuentras cariño? —deje escapar un suspiro apoyándome en la ventana


—Como esperas que me encuentre


—Lo siento tanto hijo. ¿Cómo esta Any? —pregunto tímidamente


—Tuvieron que sedarla para tranquilizarla, la noticia el altero demasiado



—Mi vuelo sale en una menos de media hora, estaré ahí por la mañana. Quiero que sepas que me tienes a mí para lo que necesites y que le digas a Any que la quiero. Dime, ¿Necesitas algo?



— No hace falta nada mamá. Yo se lo diré. Hasta mañana— me quede unos minutos más observando a la nada. Me gire cuando sentí una mirada puesta en mí ahí despierta con la mirada apagada pero me alegro de que estuviera más relajada. Me acomode nuevamente junto a ella envolviéndola en mis brazos permitiéndole que apoyara su rostro en mi pecho. Se notaba tan vulnerable y frágil que me daba miedo romperla si la apretaba demasiado, un pequeño sollozo casi imperceptible se escapo de sus labios.


—Descansa mi pequeña— dije acariciando su espalada, ella solo murmuro una disculpa apenas entendible


—No tienes porque sentirlo mi amor, no... no es tu culpa—mi voz se estaba quebrando, bese su cabello. Tenía que anteponer mi dolor y mostrarme fuerte ante ella, tenía que ser su soporte en este momento que era duro para ella como para mí.


— ¿Puedo pedirte algo? —la obligue a mirarme, en este momento me podía pedir ir al fin del mundo o inclusive al infierno y lo haría.


  —Claro pequeña, lo que tú quieras


—Quiero estar sola, quiero que te vayas— esas palabras no me las esperaba pero era un hecho que eso no lo haría, no la dejaría sola.


—No planeo moverme de tu lado—la abrace mas fuerte logrando que se rompiera y comenzara a llorar de nuevo. Acaricie su espalda y su cabello. Cerré los ojos permitiendo que pequeñas lagrimas salieran, permitiéndome por un momento que el dolor se mostrara, sentí su rostro levantarse y era demasiado tarde para ocultarle mi dolor, pero sería la única vez que ella me vería llorar.


Me tuve que separar de su cuerpo por la mañana cuando nuevamente mi teléfono comenzó a sonar, no quería que nada perturbara su sueño no después de la mala noche que había pasado, había hablado entre sueños mientras sollozaba y repetía una y otra vez que quería a nuestro bebé. Atendí la llamada al ver que se trataba de Juan, cuando me pregunto por ella me quede por un tiempo en silencio para después darle la mala noticia, me pidió que me tranquilizara y que al menos pensara que teníamos una segunda oportunidad, que después podríamos intentarlo. Sabía que era verdad pero no sabía hasta cuando los dos estaríamos listos de nuevo, lo único que sabía era que yo podía esperar el tiempo que ella me pidiera. Me quede nuevamente perdido en mis pensamiento hasta que el sonido de un mensaje me saco de ellos, era de mi madre para avisarme que estaba llegando al hospital. Me di media vuelta para verla despierta, me acerque con cautela y la bese y avise que tenía que salir pero que no tardaría.


—Alfonso—me deje envolver en los brazos de mi madre, me apretó contra su cuerpo mientras susurraba palabras que no lograba comprender. Esto era lo que necesitaba, necesitaba saber que había alguien con quien podía demostrar cómo me sentí de verdad y aquí estaba. Mi madre era esta persona.


  —Gracias por venir mamá. Pero no debiste dejar lo que estabas haciendo


—Abra miles de exposición mas, para mí era más importante estar contigo


—Gracias—la volví abrazar


Hablamos por un momento hasta que supe que ya había estado demasiado tiempo fuera de la habitación. Regrese y me altere un poco al no encontrarla, la llame y escuche su voz proveniente del baño apenas la vi salir la tome en brazos, aun estaba débil y no permitiría que se hiciera el mas mínimo daño. Ella intentaba aparentar indiferencia a lo que habia corrido y sabía que era solo una barrera, una manera de no demostrar su dolor un dolor que aunque se forzara por ocultar se reflejaba en sus ojos.


Atravesé la puerta de nuestra casa sintiendo una nostalgia invadirme, desayune lo que Sara había preparado y me aliste para ir a la empresa por un par de horas, aunque me hubiera gustado estar al lado de mi esposa tenia cosas que terminar y sabiendo que su mamá estaba con ella me mantenía un poco más tranquilo. En la empresa intente ignorar la mirada interrogante de los que estaban ahí..


- Sr. Herrera, siento si soy entrometida pero quería preguntarle ¿Cómo está la Sra. Any?- Emilie era una chica sencilla que sabía que lo preguntaba porque le preocupaba el estado de mi esposa y no por convertirlo en el chisme del día, cuando le dije lo que había sucedido se disculpo por preguntar y volvió a su trabajo.


Un día era el tiempo que ella duro en el hospital, cuando fue dada de alta fui por ella para llevarla a nuestra casa y deje en claro que no regresaría a la empresa hasta el día siguiente. Ella se mantuvo callada y con la mirada perdida, deje descansar mi mano en su rodilla intentando que se relajara un poco, la lleve a nuestra habitación apenas estuvimos en nuestra casa, envolvió sus brazos en mi cuello para sostenerse y pego su rostro en mi pecho, era aun más frágil de lo que me había imaginado.


La semana paso con lentitud, me dolía marcharme por las mañanas, aunque sabía que ella no estaba sola siempre estaba ya sea Luz o mi madre con ella, pero no era lo mismo. Por las noches dormía manteniéndola cerca de mí y le decía lo mucho que la quería y que pronto nos recuperaríamos de esta perdida, era tan fácil decirlo cuando dormía gracias a las pastillas, pero era sumamente complicado decirlo cuando ella estaba despierta.


La semana siguiente tanto mí madre como Luz me avisaron que no podían estar con ella por un trabajo que tenían que atender, así que aproveche que podía hacerlo y me di el día libre. Había una tormenta muy fuerte que me hizo empaparme pero no importo solo quería llegar y estar con ella. Me rompió el corazón verla sentada junto a la ventana abrazando sus piernas y mirando como la lluvia golpeaba con violencia los cristales de la habitación que sería la de nuestro bebé.

Me coloque en cuclillas cuando estuve junto a ella, su mirada seguía mostrando el dolor y el brillo había desaparecido, tenía a mi esposa en cuerpo pero parecía que no había nada en su interior, ella se empeñaba en decir que todo iba bien, pero no era verdad y tenía que hacerla ver lo que sucedía. Se había negado a conocer la causa de la pérdida del bebé y solo se culpaba por ello.

Cuando intentaba tocar el tema ella siempre huía, pero el tiempo pasaba y ella en vez de mejorar empeoraba un poco más. Al notar que nuevamente no me lo permitía, solo la besé y entre a la ducha antes de ganarme un resfriado. Cuando cerré el paso del agua escucha que discutía con alguien, me di prisa solo para escuchar que era Perla la que se había atrevido a molestarla nuevamente.

Le quite el teléfono de las manos y tome la llamada, se sorprendió al escuchar mi voz pero volvió a repetir que ella estaba disponible ya que seguramente mi esposa estaría tan deprimida que se había olvidado de ser una esposa. Lo que ella no comprendía que el sexo o en nuestro caso hacer el amor no era la parte fundamental de nuestra relación. Ella se había atrevido a molestar de nuevo a mi esposa y tenía que tomar cartas en el asunto, muchos estarían encantados de conocer cómo es que su padre había hecho una fortuna robando a algunos inversionistas y la manera en que ella los había logrado convencer, además de que ella era la causante de la ruptura de un par de matrimonios, su reputación no era del todo buena, pero aun podía pasar como una chica de sociedad y de buenos principios unos que no poseía. Esta vez no era solo una amenaza es algo que haría.

Lleve a Any a comer y pasear a los lugares que ella disfrutaba, tenía que regresarla a su vida habitual, que volviera a ser la mujer de la que me había enamorado como un tonto y evitar que siguiera convirtiéndose en la mujer vacía que parecía ser en este momento.

Por las noche estaba demasiado inquieta desde que había dejado de tomarse las pastillas para tranquilizarse, la mayoría de la veces solo era necesario abrazarla y comenzar a tararear una melodía que me rondaba la cabeza para que su cuerpo se relajara nuevamente. Pero esta noche fue completamente diferente se removió en mis brazos y sus movimientos eran más fuertes obligándome a despertarla



—Any, despierta mi amor— a pesar de que abrió sus ojos y me miraba sabía que no me estaba prestando atención, acune su rostro entre mis manos —Amor dime que me escuchas, no estás sola pequeña, estamos juntos y no me gusta verte de esta manera



—Voy a prepararme un té—me ofrecí a traerlo yo para que no se levantara, pero se negó aclarándome que quería estar sola. Se estaba sumergiendo en una enorme soledad que solo la estaba dañando.

Me senté recargando mi espalda en las almohadas pero al notar que ya había tardado más de la cuenta no dude en Salir a buscarla, pero prácticamente recorrí toda la casa sin encontrarla, creo que hice demasiado ruido porque desperté a Sara que al saber lo que me mantenía inquieto llamo a las chicas para que me ayudaran a encontrarla, una de ellas fue la que me dijo que estaba en el jardín y la encontré sentada en el césped con la espalda recargada en uno de los arboles donde la luz apenas llegaba, ella tenía la vista perdida y la taza que descansaba en sus mano no dejaba de temblar por el frio que sentía.


— ¡Any! —Levanto su rostro haciéndome notar, le quite la taza de las manos y al tocar su cuerpo note lo helada que estaba— cariño, estas helada.
Se levanto y camino rumbo a nuestra habitación, agradecí a las chicas y me disculpe por interrumpir su sueño, ellas le restaron importancia aunque sabía que la tenia. Subí las escaleras lo más rápido alcanzándola, dejo caer su bata en otra ocasión hubiera sido un gesto bastante sexy pero ahora solo me permitió ver su figura delicada, en solo dos semanas ya había perdido varios kilos, puede que algunos ni lo notaran pero yo conocía de memoria la anatomía de mi esposa.

La obligue a hablar aun cuando ella se negaba a hacerlo, la obligue a mirarse al espejo, era una táctica algo ruda, pero necesitaba que se diera cuenta, mi cuerpo comenzaba a arder de impotencia de ver que ella se negaba a ver lo que estaba pasando con ella, con nosotros. Lo que no me esperaba era su reacción golpeo el espejo con sus puños logrando que se rompiera, la sostuve antes de que cayera y terminara lastimando sus rodillas con los restos del espejo, llame a Sara pidiéndole un té para ella y que llamara a John para que la revisara mientras lavaba sus manos, que agradecía solo tuvieran un par de cortadas diminutas, pero estaba seguro que mañana estaría adolorida por la fuerza del golpe.

A la mañana siguiente fui hasta el consultorio de John como me lo había indicado la noche anterior, sabía que la actitud de Any ya no era normal y que debía de ser tratada por un especialista, un psicólogo y si era necesario un psiquiatra, no es por que estuviera mal es solo que la depresión que tenia por la pérdida del bebé ya estaba fuera de control y posiblemente necesitaría ser tratada con medicamentos.

Solo llame a la empresa para avisar que me tomaba otro día libre, sabía que no era algo profesional pero mi carrera había pasado a segundo plano, lo primordial en este momento era Any, no podía permitirme perderla a ella también. Me asuste al verla dormida en la tina, era tanto su dolor que ya nada le importaba, que no le importaba abandonarme, marcharse a un lugar que no la podría seguir fácilmente pero que por ella lo haría. Ella era mi todo.

Por más que intentaba acercarme a ella y conseguir que se diera cuenta de que estaba mal y que necesitara ayuda, ella parecía demasiado renuente. No podía ayudarla si ella no me lo pedía, de nada serviría llevarla a la fuerza si ella no estaba convencida, era como llevar a un alcohólico por ayuda pero al salir volvería al vicio. Me canse de su lejanía, cuando me marchaba al trabajo ella una dormía y cuando regresaba ella ya estaba dormida. Estábamos uno al lado del otro pero pareciera que estábamos a kilómetros de distancia, ni cuando la farsa había comenzado me había sentido tan lejos de ella. La extrañaba, de verdad que lo hacía, no soportaba estar cerca de ella sabiendo que ella no me quería cerca. Me comencé a sumergir en mi trabajo tratando de aminorar el dolor que me consumía.


—Veo que la preocupación de Carlos no es inventada, vamos por un trago y hablemos ¿aceptas?


— ¿Que haces aquí?


—Vine para ver a un amigo que se está pasando por una situación difícil y tiene preocupados a su familia y sus amigos, vamos a beber algo—acepte siguiendo a mi amigo, me quito las llaves del auto y condujo al lugar que le indique. Me había sorprendido ver a Juan de pie junto a mi escritorio, pero le agradecía que estuviera aquí, necesitaba de un amigo más que nunca. Tomamos la primera copa sin una sola palabra.


—Quieres hablar o solo planeas embragarte


—Que quieres que te diga Juan, no solo perdí una oportunidad de ser padre, estoy perdiendo a mi esposa, a la única mujer que ha despertado sensaciones que no conocía, la que mostro la diferencia entre el sexo y hacer el amor—termine el contenido de mi vaso y pedí otro igual.



—Si la amas de esta manera porque no se lo dices. No puedes estar con los brazos cruzados solo siendo un espectador de la manera en que esa mujer se apaga delante de tus ojos. ¡Despierta Herrera!


—No sé qué hacer. Ella se alejo de mí, seguimos viviendo bajo el mismo techo y compartiendo la misma cama pero somos dos completos extraños



— ¿Y que has hecho para cambiar las cosas?


—He estado con ella, intentando que acepte que tiene un problema y así poder ir con un especialista para que la trate pero ella no hace nada, me ignora, me saco de su vida.


— ¿Y dices amarla? —tire mi vaso y su cerveza de un manotazo, estaba furioso por poner en tela de juicio mi amor por ella


—La amo


—No niego que la amas, pero no creo que lo suficiente—me levante echando la silla hacia atrás tomándolo de la camisa y obligándolo a levantarse, pero no se intimido continuo hablando—según las deducciones de Camila  por lo que nos has contado, ella se encerró en su dolor y al primer rechazo tú te alejas, te ocultas en tu trabajo en lugar de luchar por lo que dices querer, si en verdad te importa agota todo antes de darte por vencido, al menos cuando eso pase no te lamentaras por no haber intentado todo.


—Pero ya no se que mas hacer, cuando salgo de casa ella esta aun dormida y cuando regreso ella ya está dormida—dije con cansancio


—Toma vacaciones o has el trabajo en casa. Lejos de ella no conseguirás tu objetivo


—La amo, pero todo tiene un límite, estoy cansado de no saber qué hacer ni de cómo comportarme, pero tienes razón intentare todo— agradecí que después de eso solo nos dedicáramos a hablar de otras cosas.

Lo lleve al hotel en el que se estaba quedando y después conduje con tranquilidad hasta nuestra casa, me asegure de que la alarma estuviera encendida y me dirigí a nuestra habitación donde sabia que la encontraría, me quite la corbata y desabroche los primeros botones de mi camisa, entre haciendo el menor ruido posible, solo para sorprenderme de encontrarla despierta, me disculpe y entre al baño para desvestirme, lavarme los dientes y regresar a nuestra cama.

El trato que unió nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora