La mañana siguiente, Alba y mi madre no paraban de sugerir cosas para la boda, ambas estaban que no cabían en felicidad. Mi mente recordaba lo sucedido la noche anterior, la misma noche que acababa de firmar un pacto con un diablo de ojos verdes y sonrisa encantadora. Yo solo asentía cuando escuchaba mi nombre y fingía una sonrisa como si de verdad les estuviera prestando atención.
—¿Any nos estas escuchando? —me movió mi madre, haciendo que regresara en si.
—Lo siento, ¿que decías?
—¿Alfonso y tú ya hablaron de lo que quieren para la boda y cuando será?
—Queremos algo intimo y será en dos semanas —ambas abrieron los ojos.
—No hay necesidad de llevar las cosas tan aprisa —murmuró alarmada mi madre.
—Ya lo decidimos, será en un par de semanas y desearía que fuera algo intimo, Poncho estuvo de acuerdo con que fueran solo pocos invitados —dije.
—Hija, puede que Alfonso quiera adelantar las cosas pero sabes que no es fácil organizar una boda —la mano de Alba había tomado la mía y podía decir que era cálida.
—Fue una decisión mutua Alba.
Ambas mujeres intentaron hacerme cambiar la fecha a un par de semanas más, pero dije que queríamos que fuera lo antes posible, lo que me daba solo este fin de semana como una mujer soltera y libre. Me sorprendió la manera tan eficaz con la que podían organizar una fiesta, se dividieron las tareas y a mí me excluyeron totalmente; protesté, pero me ignoraron y me alarmé al saber que serian cerca de ciento cincuenta invitados.
—No quiero parecer grosera, pero creo que no me escucharon cuando dije que queríamos algo íntimo.
—Lo escuchamos cariño pero hay demasiados conocidos y además si queremos que los demás crean lo de su matrimonio deberían de hacerlo un poco mas público. Solo seleccionamos a las personas más importantes —me recargué completamente en el respaldo de mi silla y asentí al saber que tenían razón. Volvieron a ignorarme centrándose en las tareas que realizarían cada una. Solo escuchaba las propuestas del lugar, las invitaciones, las ceremonias, el vestido, los accesorios el pastel... tuve que salir de ahí antes de que la cabeza me estallara ante tantas cosas.
Esa noche salí con las chicas y fui cuestionada en todos los aspectos. Me sorprendí a mi misma el responder todo con una seguridad increíble que evito que se dieran cuenta de que era una mentira; respondí con maestría al cómo nos habíamos conocido y un par de cosas más. Les informé la fecha de la boda, solo faltaba confirmar el lugar de la recepción.
Los días pasaron y apenas tuve tiempo para mí, estaba envuelta en el trabajo y revisando los detalles de la boda. El lugar sería en uno de los salones del famoso Hotel Plaza, mi madre y Alba habían movido sus influencias para lograr que nos dieran el día y el mejor salón. Era un lugar asombroso, me imaginaba las cosas conforme me las iba planteando la decoradora... si tan solo esto fuera real estaría saltando de felicidad, pero era una farsa.
Mis días siguieron siendo un caos. Con el lugar y los arreglos elegidos aun tenían que encontrar mi vestido lo que me llevo todo un día, pero al final había encontrado el que sería perfecto y quedé enamorada de él al igual que mi madre y Alba.
Me sorprendí que las primeras dos noches, antes de dormir, recibía un mensaje por parte de Alfonso preguntándome por mi día; sé que intentaba ser cordial, o era que de verdad le importaba... la respuesta tenía que ser la primera opción, sin duda. Los siguientes tres días fueron llamadas y el miércoles por la noche me informó que estaba de vuelta en la ciudad, y que tenía algo que mostrar, por lo que esperaba que aceptara que pasara por mí para cenar.
Como siempre que lo decía, llegaba a la hora señalada. Cuando estuvimos de frente se inclinó y solo rozó mis labios. Me ayudó a subir al auto y condujo por un par de minutos por una zona que sabia estaba lejos de nuestro supuesto destino.
—Pensé que iríamos a cenar.
—Solo quiero que veas algo antes —me guiñó un ojo.
—No tengo alternativa, de todas formas, tú estas conduciendo —él soltó una risita y asintió.
—Es una sorpresa —entró en una de las nuevas zonas residenciales; había grandes casas adornadas por hermosos jardines. Se detuvo frente a una verja negra que se abrió cuando presionó el control remoto de su auto. Paró frente a la puerta principal, y antes de que dijera algo el bajó.
—Bien, ¿me quieres decir que es todo esto? —tomé la mano que me extendía para ayudarme a bajar.
—¿No se te viene nada a la cabeza? —me dirigió al interior de la casa.
—¿Es tu casa? —pregunté extrañada ya que no me imaginaba que alguien pudiera vivir solo en una casa de estas dimensiones. Era enorme, pero decorada de una manera sencilla que resaltaba cada detalle. Había pinturas y algunas esculturas que a simple vista se podía ver eran originales
—Es nuestra casa —me giré y lo vi sonreír abiertamente. Besó mi mano y me llevó a conocer cada una de las habitaciones. Como creí, la casa era enorme, como siempre había soñado tener una. Cuando era pequeña, soñaba con tener una casa en la cual viviría con mi familia; pero jamás me había imaginado que ese momento llegaría tan pronto, y ahora, aquí, estaba conociendo el que sería mi nuevo hogar. Muchas esperaban este momento como toda chica, y yo lo había convertido en una cuestión de negocios.
—¿No te gusta? —levanté mi rostro y lo vi mirándome fijamente, estábamos en el segundo piso y no sabía como habíamos llegado hasta ahí.
—¡Claro que me gusta!, Es hermosa.
—Parece lo contrario —tomó mi cintura y yo me puse rígida, logrando que él riera.
—Cosas sin importancia —respondí intentado soltarme de su agarre, pero él me lo impidió.
—Puedes decírmelo —se inclinó hasta quedar a mi altura.
—Las cosas entre nosotros son muy diferentes, no es como cualquiera relación real y eso es extraño. Saber que compartiré muchas cosas contigo, alguien que aún es un extraño para mí, al que apenas conocí hace un par de semanas, es desconcertante —solté para luego tomar un poco de aire.
—Se a lo que te refieres, pero al menos podremos hacer de esto algo más placentero —cerré los ojos al sentir su aliento chocar contra el mío; sabía que cuando se refería a placentero se refería a la intimidad que compartiríamos por mutuo acuerdo —Intentaremos llevarnos bien mientras dure.
—Claro, mientras dure —sonreí sin evitar sentir un peso en mi estómago; esto aún no comenzaba y el ya estaba pensando en la manera que todo terminaría.
—Sabes que cuando el peligro pase ya no abra porque fingir, y tal vez cada uno pueda seguir su camino y dejar esto como un suceso irrelevante.
—Tienes razón —mi voz mostraba una seguridad que no sentía en ese momento, giré mi rostro hacia una de las ventanas.
—Cuando esto acabe cada uno seguirá su camino, ¿quieres seguir conociendo la casa o prefieres que vayamos a cenar? —preguntó con un tono más seco al que había estado utilizando hace un rato.
—Prefiero ir a cenar, si soy honesta estoy algo cansada, la empresa y los arreglos de la boda son realmente agotadores —asintió soltándome y comenzando a bajar. La verdad que es me hubiera gustado conocer el resto de la casa, pero no estaba lista para conocer el dormitorio principal, el lugar que compartiríamos y seria el lugar donde pasarían demasiadas cosas.
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El trato que unió nuestras vidas
FanficSIPNOSIS Anahi Puente deseaba encontrar el hombre perfecto era Joven, Inteligente y única heredera de las empresas Puente que solo veían un problema en su prospero futuro. Alfonso Herrera no creía en el amor además por que lo buscaría era Guapo, Muj...