Capitulo 10: Realidad

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Me desperté al sentir un movimiento brusco. Abrí los ojos para encontrarme dentro del volvo.

—¿Así que ahora dormirás en el trabajo? —se burló para después darme un beso en la mejilla.

—Terminé mi trabajo y no sé en qué punto me quedé dormida; el sueño es más fuerte que yo.

—Supongo que es por el embarazo —asentí—. Siento lo de esta mañana, pero no iba a permitir que ese hombre siguiera molestándote y que hiciera comentarios tan fuera de lugar, como los que hizo en ese momento.

—Eso no justifica de que casi llegaran a los golpes —detuvo el auto cuando estuvo dentro del garaje. Bajé antes de que dijera algo más.

—Any quiero hablar contigo —tomó mi mano para evitar que siguiera caminando.

—Podemos hacerlo mientras cenamos, es que tengo hambre —se llevó mi mano a los labios y me guió hasta el comedor. Saboreé la ensalada olvidándome de lo que había a mi alrededor. Poncho mantenía una sonrisa en su rostro mientras se llevaba un trozo de zanahoria a la boca.

—Quiero pedirte una disculpa por lo sucedido en la sala de juntas, no debí de comportarme de esa manera tan brusca, pude hacerles daño; lo siento —brinqué al verlo acomodarse en la silla contigua a la mía.

—Espero que no se vuelva a repetir —lo apunté con el tenedor.

—Te lo prometo —rozó suavemente mis labios para luego profundizar el beso que me hizo olvidarme del lugar donde nos encontrábamos, hasta del hambre que sentía.

Terminamos de cenar para después marcharme a mi habitación mientras Poncho revisaba uno documentos que necesitaba para la junta del día siguiente. Tomé un baño relajante y después me metí en mi cama, quedándome dormida. Regresé de mi estado de inconsciencia cuando unos brazos me rodearon. Me giré para hundir mi rostro en el pecho de Poncho.

Las nauseas matutinas seguían apareciendo, pero me alegraba de que mi apariencia hubiera mejorado, ya lucia como siempre lo hacía, aquella apariencia de enferma había desaparecido —quizá antes me veía así, por no saber que esperar de la reacción de mi esposo—.

Era viernes por la noche y estaba terminándome de arreglar para la cena que se daría ese día. Había elegido un vestido straples brillante y con una gran abertura que dejaba al descubierto una de mis piernas ajustado y muy femenino, nada vulgar. El cabello lo llevaba acomodado en un moño bajo y desordenado; llevaba solo unos pendientes no muy grandes ya que el vestido hablaba por sí solo; maquillada de manera natural, solo realzando un poco mis facciones. Poncho y yo habíamos decidido que el fin de semana les daríamos la noticia a nuestros padres. Sabía que nuestras madres estarían más que felices por la noticia, pero tanto Gonzalo, cómo Carlos, estarían algo contrariados; aunque estaba segura que al final todos se alegrarían.

—Cuando pienso que no puedes verte más hermosa, lo haces, aún así sea sin intención —no es que no me gustara escuchar esas palabras, pero desde que se había enterado que estaba embarazada no dejaba de comportarse de una manera extraña, se mantenía junto a mí como si en verdad me quisiera... pero yo sabía la verdad, él solo quería a la vida que se formaba en mi interior, y eso me seguía lastimando, porque yo si lo quería a él.

—Con tus palabras no lograras que nos quedemos en casa, se lo prometimos a Alba —que equivocada estaba en no aceptar esta vez su petición de quedarnos y no asistir a esa clase de eventos.

—Te aseguro que podríamos hacer algo mucho más placentero —besó mi hombro desnudo mientras sus manos delineaban los costados de mi cuerpo hasta posarse en mi vientre de una manera delicada.

El trato que unió nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora