Capitulo 14: segunda parte

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— ¡Anahi! —levante mi rostro y note la presencia de mi esposo, me quito la taza de las manos para entregársela a alguien detrás de él, me gire para ver que ahí estaban una parte del personal— cariño, estas helada.

—No es nada—me puse de pie sintiendo dolor en mis músculos, era un dolor que no me importaba, escuche a Poncho agradecer a las chicas por ayudarlo a encontrarme, fue ahí cuando me di cuenta de que me había movido de lugar y me había sentado en un rincón sumamente apartado donde la oscuridad de la noche me cubría, entre de nuevo a la casa y camine rumbo a nuestra habitación, deja que la bata callera al suelo cerca de la cama.

—Tenemos que hablar— sus manos se cerraron en mis brazos evitando que me recostara.

—Quiero dormir—dije en voz suplicante y cansina

—Any ya no puedo más, quiero ayudarte pero no se de que manera.

—No necesito ayuda, estoy bien—sonreí

—Es que no te has mirado en un espejo—me coloco delante del espejo de cuerpo completo—Te has convertido en un zombi, apenas comes, has bajado varios kilos, ya no haces alguna de las actividades que amabas, no vas al trabajo, duermes muy poco y no dejas de llorar.

—Estoy cansada

—Cansada de que Anahi—me movió con brusquedad, había rabia en su mirada la veía a través del espejo, así como la mirada había aparecido se esfumo, dejo escapar un suspiro y me envolvió en sus brazos, dejando mi espalda apoyada completamente en su pecho. — es duro todo esto cariño, pero estamos juntos, entiendo lo que es...

— ¡Tu no sabes nada!—le grite.

— ¡Era mi hijo!—me soltó apretando el puente de la nariz y murmurando algo por lo bajo que no logre entender.

—Tu no tienes una idea, no eres el que se siente vacio, el saber que no fuiste capaz de mantener esa pequeña vida en tu interior, no sabes lo que es levantarse cada mañana y saber que todo termino, el ver este maldiito reflejo todos los días que solo es un recordatorio de lo incompetente que eres—con los puños golpee el espejo logrando que se rompiera y dejara de mostrarme la imagen de esa chica muerta en vida.

— ¡Any! — me retuvo de los brazos antes de que mis rodillas tocaran el suelo, lo escuche gritar a nuestra ama de llaves, me llevo hasta el baño y con cuidado comenzó a lavar mis manos quitando la sangre que las cubría

— ¿Que ha sucedido?

—Sara necesito que limpien el desorden, llama a John y tráiganle un té a Any—pidió sin dejar de lavar con cuidado mis manos quitar algunos trozos del espejo que se habían quedado incrustados en mi piel.

—Estoy bien, es demasiado tarde para que hagas venir a alguien— dije intentado aparatar mis manos de entre las suyas

—El vendrá y te revisara—seco mis manos y me llevo en brazos de nuevo a la cama, vi a un par de chicas terminar de recoger el desorden que había provocado, Poncho se recargo en la cabecera sin apartarme de su cuerpo, lagrimas silenciosas acariciaban mis mejillas. Sara llego con una taza de Té y la dejo en la mesita de noche como se lo indico mi esposo.

Mantuve mis ojos cerrados pero consiente de todo lo que había lo que sucedía, escuche cuando John llego abrí los ojos y él me reviso colocando un par de ungüentos en las pequeñas heridas y me obligo a tomar un par pastillas para volver a dormir, me acurruque entre las mantas y solo alcance a escuchar un par de palabras

—No sé que mas hacer de que manera la puedo ayudar, no puede seguir en ese estado de negación—dijo mi esposo hablando por lo bajo intentando ser discreto, cosa que no consiguió a que lo había escuchado con claridad. Era una carga para el.

El trato que unió nuestras vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora